La Fundación Naturgy pone de manifiesto la necesidad de una labor conjunta por parte de empresas, administraciones y el tercer sector para ayudar a las familias que sufren la pobreza energética
Existen diferentes motivos que explican que en estos momentos alrededor de 13 millones de personas en España se encuentren en situación de pobreza energética. Razones que tienen relación unas con otras y que han derivado en un problema estructural en el tejido social del país.
Para empezar, se puede habar de edificios, muchos de ellos demasiado antiguos y poco renovados desde el comienzo de la década de los 70.
Viviendas ocupadas por rentas inferiores a la media nacional a las que ha sido imposible, por circunstancias económicas, hacer frente a reformas de calado. Si a eso se le añaden fenómenos como la última crisis financiera, el caldo de cultivo es muy propicio para hacer una radiografía de las familias afectadas.
Todo ello alimenta un debate importante que debe incluir a la administración, la empresa privada y el tercer sector. El esfuerzo común de estos tres agentes es la base para empezar a poner freno a un problema que tiene su mayor impacto en la época otoñal e invernal.
La necesaria colaboración entre sectores es una de las principales conclusiones de la jornada “El reto de la pobreza energética: causas y propuestas”, organizada por el Instituto de Economía de Barcelona en colaboración con la Fundación Naturgy.
El evento se ha desarrollado a finales del mes de noviembre y en él participaron expertos nacionales e internacionales para tratar de abordar un fenómeno que no es solo exclusivo de España, sino que se extiende también a nivel global.
Una Estrategia Nacional contra la pobreza energética
Para empezar, desde el ámbito público el Secretario de Estado de Energía del Ministerio de Transición Ecológica, José Domínguez Abascal, inauguró la jornada ensalzando el compromiso del Gobierno de España en su lucha contra la pobreza energética.
“Las recientes medidas anunciadas amplían y mejoran el bono social”, indica Domínguez. No obstante, desde la política se pretende ir más allá y abordar el problema de una manera más profunda, tal y como señaló el Secretario de Estado, quien anunció la puesta en marcha de una Estrategia Nacional para la próxima primavera.
Será una hoja de ruta que permitirá conocer con detalle el perfil del consumidor vulnerable, así como la eficiencia de las medidas actuales. “A partir de ahí, estableceremos objetivos a medio y largo plazo con medidas concretas y vías de financiación”, admite el portavoz del Ejecutivo.
Además del conocimiento de la situación, la Catedrática de Economía de la Universidad de Barcelona y de la Cátedra de Sostenibilidad de Sostenibilidad Energética, María Teresa Costa, hace hincapié en la colaboración por parte de todos los agentes interesados: el estamento social, político y empresarial.
Gracias a ese trabajo en red, las distintas aportaciones ayudarían a “abordar esta problemática desde una perspectiva integral y con visión a largo plazo”.
Justamente esa es la forma de trabajo que sigue la Fundación Naturgy, quien lleva varios años muy pendiente de la situación de las familias con dificultades.
Martí Solà, director general de la Fundación, continuó con la línea argumental de Costa, apostando nuevamente por colaboraciones entre agentes y, al mismo tiempo, recordó que su institución ha desarrollado una serie de iniciativas como el voluntariado energético, la Escuela de Energía o el reciente lanzamiento del Fondo Solidario de Rehabilitación Energética a hogares en situación de vulnerabilidad.
Un problema de impacto mundial
Como se decía, este fenómeno no es exclusivo de España, sino que es escalable el resto del mundo. Por ello, desde Europa existe gran preocupación al respecto, máxime ahora que el viejo continente se encuentran en pleno proceso de transición energética, dado al auge de las renovables.
El Consejero de Transición Energética y Gobernanza Local de la Comisión Europea, Eero Ailio, clausuró el encuentro con una ponencia dedicada a la ‘Energía limpia para todos los europeos, desde el enfoque de la pobreza energética’, en el contexto de las nuevas leyes energéticas que la Unión Europea está a punto de adoptar.
Ailio declaró que “la Comisión Europea ha propuesto disposiciones reforzadas para evaluar, medir y abordar la pobreza energética, de modo que ningún ciudadano se quede atrás durante la transición hacia una energía limpia. Las propuestas han recibido poco apoyo de las capitales europeas”, aseveró.
Sin duda, no será un proceso sencillo ni corto en el tiempo aunque las urgencias inviten a ser más rápidos. Quizás por ello la prioridad será atender “a las viviendas en peor estado, sin que suponga coste alguno para las familias”, reflexiona Brenda Boardman, catedrática de Oxford y pionera en el concepto de la pobreza energética.
Auténtica experta en la materia, Boardman siempre ha defendido que el verdadero problema radica en los hogares ineficientes. Esta es la principal causa por la que las familias pagan un coste mayor por sus servicios energéticos.
De ahí que durante su conferencia insistiera en la necesidad de “una estrategia para el uso de energía en todos los edificios, también para cumplir con los objetivos de reducción de carbono”. Para la experta la relación entre la pobreza energética y la salud física y mental de los individuos es más que patente.
Con todo, la lectura que se hace de este importante debate es que las organizaciones importantes están detrás del asunto y tratando de generar más conocimiento para abordar la pobreza energética.
No en vano, desde Francia, la profesora de ISG International Business School de París, Ute Dubois, afirma que “investigaciones recientes han permitido caracterizar mejor a los hogares pobres en energía y a los impulsores de la pobreza energética.
En cuanto a las políticas, Francia ha elaborado un conjunto completo de medidas para hacer frente a las dificultades de los hogares pobres en energía, que van desde el apoyo financiero para el pago de las facturas hasta los programas de renovación térmica integral de las viviendas”.
El próximo desafío, según Dubois, será la aplicación de medidas a mayor escala, para permitir una reducción significativa de la pobreza energética.
Conociendo la pobreza energética en España
A nivel nacional, cierto es que Naturgy y su Fundación destacan como organismos privados comprometidos contra este tipo de pobreza, sin embargo son muchos los expertos que están estudiando la mejor forma de abordar esta coyuntura.
La investigadora, Elisa Trujillo Baute, mantiene que en el análisis de problemática se deben incluir elementos como el coste de la vida o el clima según las localizaciones de las viviendas. Se trata de factores ajenos al sector de la energía que se han de tener en cuenta en la política de distribución de la renta.
Medir el comportamiento de las edificaciones en diversos climas y cómo cambian las condiciones de confort en distintos contextos, permite proponer soluciones “con una intención posibilista y adecuada a la realidad”
Por ello, son claves análisis como el que están realizando Margarita de Luxán, Catedrática Emérita de la Universidad Politécnica de Madrid, al respecto de medir el comportamiento de las edificaciones en diversos climas y cómo cambian las condiciones de confort en distintos contextos. Gracias a esos estudios, se pueden proponer soluciones de carácter más inmediato “con una intención posibilista y adecuada a la realidad”.
Estudiando la situación más localmente, desde la Universidad de Alicante, Paloma Taltavull anunció que solo en la Comunidad Valenciana, “un 11,4% de los hogares son pobres energéticos, pero no necesariamente pobres.
Una parte relevante son propietarios (4,4%) y esta situación es el resultado de un tamaño grande de la vivienda para el hogar que la disfruta. La pobreza energética asociada a la pobreza económica se concentra entre los inquilinos”.
A modo de conclusión, la pobreza energética necesita de planteamientos dirigidos a personas e infraestructuras. Medidas en las que deben trabajar conjuntamente gobiernos, empresas y tercer sector de todo el mundo. Y es que la privación de energía tanto en Europa, como en Asia y África está vista como un fenómeno sistémico y global.