En esta entrevista, el economista Daniel Rodríguez hace una serie de recomendaciones al próximo gobierno para capear el temporal de la desaceleración. La receta fundamental pasa por la rebaja impositiva, estabilidad presupuestaria y eliminación de trabas burocráticas para las empresas.
Tras la sentencia del Supremo a los políticos del ‘procés’ vuelve a la tormenta social a Cataluña. ¿Lo hará también a nivel económico?
La tormenta económica en Cataluña no ha cesado. En los años ’80, cuando Pujol empezó a hablar de la independencia, Cataluña era la primera potencia económica de España.
Estamos hablando de una región que era un 35% más rica que Madrid en términos de PIB y líder en PIB per cápita. Hoy, Madrid la ha superado en riqueza por habitante y es previsible que en 2019 lo haga también en riqueza. Toda una pena. Necesitamos una Cataluña fuerte para ser una España fuerte.
Ahora vamos a ver la verdadera cara de la desaceleración, y su impacto sobre el empleo, sobre las finanzas públicas, y muchos estabilizadores automáticos más”
La salida de empresas, la ausencia de inversiones, los problemas de financiación, y un largo etcétera continuarán. Por supuesto. Cuanto más se alargue la inestabilidad en la región, peor le irá económicamente. El Proceso sólo ha beneficiado a unos pocos. Espero que llegue el momento de que todos pensemos en España porque lo vamos a necesitar.
Cómo capear la desaceleración económica
Sin duda el próximo gobierno tiene trabajo en este contexto, como también al respecto de la desaceleración económica ya anunciada a voces… ¿Cómo trazaría usted un plan de choque?
Pues como lo hacen las grandes economías: menos impuestos, estabilidad presupuestaria, tirar abajo las barreras burocráticas, saliendo al exterior a captar inversiones y abriendo nuestro país al extranjero. Es la única manera de subirnos al tren de la revolución digital, de afrontar la brecha intergeneracional o el problema de pensiones, entre otras cosas.
También, en materia exterior, es importante refundar la Unión Europea. Es el 67% de nuestras exportaciones y tenemos por delante dos hechos fundamentales: un brexit, que es un foco de incertidumbre, y en 2020 se abre un nuevo proceso de negociación del presupuesto europeo.
La Europa próspera de la primera década de los 2000 se está diluyendo entre burocracia y esconder los problemas estructurales bajo mecanismos artificiales. Hay que garantizar la prosperidad.
En este panorama, instituciones como BBVA mantienen que España se encuentra fortalecida para hacer frente a un cambio de ciclo económico…
Hace sólo unos días BBVA Research rebajó su estimación de crecimiento por debajo de la barrera psicológica del 2%. Y no ha sido la primera, ni será la última. Las estimaciones de crecimiento están sobrevaloradas por un impulso público relevante durante el primer semestre del año, al calor de las elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas.
Ahora vamos a ver la verdadera cara de la desaceleración, y su impacto sobre el empleo, sobre las finanzas públicas, y muchos estabilizadores automáticos más.
Y, en este entorno, yo creo que quienes están más fortalecidos son las empresas y las familias, que han aprendido del pasado y no repiten los mismos errores. Pero las administraciones públicas son vulnerables por su elevado nivel de endeudamiento y su negación a hacer las reformas necesarias.
¿Hay margen para la subida de las pensiones y de los sueldos públicos que planea ejecutar el gobierno?
No en un contexto electoral, y con una evolución de las finanzas públicas como la que estamos viendo ahora mismo. El ritmo de crecimiento de los ingresos es la mitad que el año pasado, y el déficit podría ser del 2,5% o superior. Creo que hay que ser responsable y no hacer llamamiento a las urnas con el dinero de todos.
Estamos obviando las señales de desaceleración y lo pagaremos con nuestros empleos. Hay demasiadas cortinas de humo que ponen sobre la mesa los partidos políticos por interés, y los medios las compran”
España necesita reformas. Una subida así a funcionarios y pensionistas aleja la movilización social de la calle pero no la elimina. Es cuestión de tiempo que la situación, en un contexto de estancamiento económico, explote.
El IEE ha lanzando un informe en el que se concluye que el esfuerzo fiscal de España es un 10% superior al de la OCDE y se piden reformas fiscales con especial atención a Sociedades. ¿Qué tocaría usted respecto a la fiscalidad de las empresas?
El sistema fiscal español hay que retomarlo entero. No puede ser que haya impuestos, como el de patrimonio, que sean de 1977 y que se implantaron de forma “extraordinaria” y “temporal”. Sencillamente, nos aleja del futuro.
En cuanto a las empresas, hay que introducir incentivos reales al emprendimiento, hay que tirar abajo barreras burocráticas y hay que eliminar las enormes trabas que tienen las empresas españolas para crecer. Somos el tercer país de europa con el tejido empresarial más atomizado. Eso nos hace vulnerables e impide mejorar los salarios, recaudar más, mejorar las pensiones…
Organizaciones más grandes y que cueste crear empresas igual que un Big Mac.
Necesitamos más empresas y más grandes. También, que crear una empresa cueste lo mismo que un Big Mac. No sólo en dinero. También, en términos de tiempos y trámites burocráticos.
Y, por último, necesitamos unas gestiones administrativas más ágiles, digitales y unificadas entre órganos administrativos. No puede ser que haya que rellenar el mismo documento varias veces para tu comunidad autónoma, para la AEAT y para la Seguridad Social, sólo por poner ejemplos.
Ah, y una cosa muy importante. Una verdadera ley de unidad de mercado. Nos daría un impulso del 2% del PIB…
¿Nos estamos fijando demasiado en el entorno exterior para explicar la desaceleración económica en España? ¿Es una forma de atenuar nuestros problemas?
Es que en España la desaceleración está maquillada por la confluencia de tantas elecciones en el segundo trimestre del año. Alemania e Italia han mostrado debilidad en el segundo trimestre especialmente, y en el tercero es muy probable que entren en recesión técnica.
Nosotros, según la contabilidad nacional, parece que estamos lejos de eso. Sin embargo, tenemos un sector industrial en recesión técnica, una colección de indicadores adelantados que señalan hacia el mismo camino, el mercado de trabajo mostrando una notable debilidad, la inversión extranjera en mínimos…
Estamos obviando las señales de desaceleración y lo pagaremos con nuestros empleos. Hay demasiadas cortinas de humo que ponen sobre la mesa los partidos políticos por interés, y los medios las compran.
La realidad es que la política social más efectiva es el empleo, celebramos un 14% de paro (¡UN 14%!) y dejamos de lado las reformas estructurales en favor de una desaceleración que va a comenzar a ser evidente en el tercer trimestre.
En la banca se sigue hablando de fusiones, con muchos grandes nombres propios… ¿Ve una gran operación en el futuro a medio plazo? La lista de bancos se va aligerando poco a poco en España…
España hizo un ajuste en el sector financiero muy serio durante la crisis, y eso nos fortalece en la situación actual. Creo que el único agente que podría estar en alguna operación de M&A sería Bankia. El gobierno va a necesitar liquidez en los próximos años.
Lo que sí que veo son fusiones paneuropeas, que fortalezcan el sistema financiero. Su rentabilidad es muy baja y ya estamos viendo cómo se han rescatado dos bancos, o Deutsche Bank ha presentado el mayor plan de ajuste de su historia. Creo que tenemos que fortalecer mercados estratégicos a nivel europeo a través del libre mercado, y el sector financiero es uno de ellos. Ahora sólo falta que lo desregulen.
La confianza empresarial ha sufrido su mayor caída de la serie histórica. ¿Qué sectores ve usted en serio peligro?
El sector automovilístico lleva más de un año con la matriculación en negativo, el sector industrial ya está en recesión técnica, ahora la compraventa de viviendas está sufriendo un parón notable… Cualquier sector cíclico se va a resentir, sin duda.
La gran pregunta es si se quedará ahí, o habrá algún factor exógeno que provoque un efecto Lehman y se resientan todos los sectores. Lo que parece claro es que, a nivel de valoración, los sectores con más inmovilizado tangible y con más caja son los más protegidos en este período de incertidumbre. Al menos, por el momento.
«Europa me tiene desconcertado»
¿Qué movimientos espera usted de Europa para contrarrestar las subidas arancelarias y la batalla comercial que parece no tener fin?
Lo desconozco. Europa me tiene desconcertado. No ha cerrado el melón del Brexit y ahora tiene que enfrentarse a una negociación comercial con Trump. El presidente norteamericano ya propuso un modelo sin aranceles en el último G7, y lo rechazaron los líderes europeos. Desde luego, en un cuerpo a cuerpo, tenemos las de perder. Como China. Estados Unidos sólo exporta un 12% de su PIB y es nuestro principal socio comercial.
Hace poco escribía sobre la situación alemana. ¿En qué situación se encuentra y qué está haciendo para salir de un crecimiento negativo?
Alemania está al borde de la recesión técnica. Ya ha registrado un trimestre de crecimiento negativo y todo parece indicar que va a por el segundo consecutivo. Su sector industrial es el más deprimido de Europa, y no ha sido capaz de canalizar la disputa comercial entre Estados Unidos y China a su favor.
Contra esto, está bajando impuestos y flexibilizando su economía. Como ya hizo en 2008. También, tiene planes de estímulo fiscal que no sé si llevará a cabo. Si lo hace, tendrán una efectividad limitada, como ya hemos demostrado estos años con los planes Juncker y sucedáneos. En cualquier caso, Alemania es uno de los pocos países que puede permitirse grandes desembolsos porque lleva varios años de superávit presupuestario y su deuda está cercana al 60%.
Su responsabilidad fiscal le otorga libertad para actuar.
¿Qué ha cambiado en torno al Brexit para que organizaciones como Morgan Stanley vean más posibilidades de un acuerdo?
Ahora hay un Primer Ministro británico decidido a ejecutarlo y, por lo tanto, un riesgo real de que sea el elemento que desencadene una crisis en Europa. El brexit tiene que salir adelante, y es mejor para todos que sea mediante un acuerdo. La alternativa es una incertidumbre cuyas consecuencias son impredecibles