Recientemente, la Red Española del Pacto Mundial ha emitido el documento “ODS, año 4. El liderazgo de las empresas españolas en la Agenda 2030” por su cuarto aniversario, publicación que ha dado alguna pista sobre el grado de implantación de los objetivos de desarrollo sostenible en España: se habla de 160 compromisos cuantificables en 84 empresas.
Por otro lado, y según los reportes financieros, más del 80% de las empresas del IBEX 35 integran los ODS en sus estrategias, datos que parecen conceder a las empresas españolas un grado de desarrollo en la aplicación de los ODS muy relevante. De hecho 15 forman parte del prestigioso Dow Jones Sustainability World Index (DJSI, 2019), índice de referencia mundial que incluye a las mejores empresas en sostenibilidad.
Cada una de estas empresas ha seleccionado sus compromisos de entre todos los ODS disponibles, siendo el ODS 13 (acción por el clima) el mayoritariamente seleccionado en sintonía con la emergencia climática declarada a partir del acuerdo de París.
Los ODS en la RSC, un mainstream
Con todo, la responsabilidad social corporativa manifestada en los ODS se ha convertido en un verdadero mainstream que abarca ámbitos diferentes: el científico con estudios sobre el cambio climático, el religioso con la encíclica Laudato si, y especialmente el ámbito social que se manifiesta en forma de inseguridad hacia el futuro y que puede combatirse desde los ODS.
Mainstreaming que debe ser tratado conjuntamente desde sus tres aspectos, ambiental, social y de buen gobierno (ASG) tal y como se planteó en el Pacto Mundial de 1999 en la ONU y bajo el mandato de Kofi Annan. No se puede luchar contra el cambio climático sin mejorar la sociedad que lo ha generado y en ello parecen estar implicadas muchas empresas españolas.
Si lo dice BlackRock…
De lo expuesto hasta ahora cabría pensar que las cosas se están haciendo razonablemente bien. Sin embargo, recientes manifestaciones provenientes de actores tan relevantes como Larry Fink y los integrantes de la llamada Business Roundtable parecen indicar que puede no ser exactamente así. Por un lado, el CEO de BlackRock, Larry Fink, reclamaba el año pasado en su carta anual un nuevo modelo de gobierno corporativo en el que los consejeros se comprometiesen con una visión que incorporase un propósito social a largo plazo.
De alguna manera, desde su atalaya de gran inversor, señalaba a los CEOs para que sean los que faciliten la inclusión de las preocupaciones sociales en sus empresas. Y la respuesta de los CEOs no se ha hecho esperar: llega en este año 2019 con la carta conocida como Business Roundtable firmada por unos 200 CEOs de entre los más importantes de USA. En esta carta proponen cambiar su enfoque tradicional hacia los accionistas ya que reconocen tener una responsabilidad hacia la sociedad que puede verse perjudicada por su actual orientación hacia los inversores. Por tanto nos encontramos ante reproches repartidos para una situación de la responsabilidad social corporativa que ambos intuyen mejorable.
Inversores y CEOs coinciden en los gobiernos corporativos y en las juntas de accionistas, principalmente para la definición de las políticas empresariales y sus estrategias correspondientes. Y la sostenibilidad precisa de estas políticas, impulsadas desde la alta dirección, para poder implantarse y crecer.
De forma que la existencia de un gobierno corporativo comprometido y alineado con las cuestiones ASG se convierte en una necesidad ajena a cuestiones sobre quién puede estar frenando el objetivo reclamado por todos. En mi opinión, éste sería un punto clave para el avance real de la Responsabilidad Social Corporativa desde el mundo empresarial.
Por Manuel Moreno, profesor de EAE Business School