Por Pablo Gil – Jefe de Estrategia de XTB
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La relación entre las dos grandes potencias del mundo, EE.UU. y China, comenzó a deteriorarse en 2018 con la guerra comercial iniciada por el expresidente estadounidense Donald Trump. Desde entonces, la situación ha pasado por momentos muy tensos, y otros donde parecía que podíamos estar cerca de un acuerdo que permitiese la eliminación de los aranceles impuestos recíprocamente.
En 2020 la pandemia marcó una pausa en este tira y afloja, pero con la llegada de Joe Biden se puede apreciar un cambio de estrategia respecto a su predecesor Trump.
Joe Biden en el conflicto Estados Unidos – China
Si el primero se había lanzado a una cruzada en solitario que terminó por cuestionar las relaciones comerciales de EE.UU. con el resto del mundo, el nuevo presidente ha preferido aunar fuerzas entre potenciales socios internacionales para cuestionar las reglas del juego con las que China compite de forma desleal a nivel internacional.
Por otro lado, cada vez hay más países que quieren conocer los detalles de cómo pudo desatarse esta crisis sanitaria cuyo origen fue en China, pero que está afectando al mundo entero. Una de las consecuencias económicas que probablemente tendrá esta crisis, es que vamos a dar un gran paso atrás desde la globalización hacia el proteccionismo.
Si antes la regla de oro era “produce donde sea más barato” de manera que maximices tu beneficio, ahora es probable que el criterio sea “merece la pena ser autónomo o autosuficiente”
Durante 2020 muchos países han sido testigos del coste que tiene depender de terceros a la hora de conseguir suministros de primera necesidad.
Si antes la regla de oro era “produce donde sea más barato” de manera que maximices tu beneficio, ahora es probable que el criterio sea “merece la pena ser autónomo o autosuficiente”, al menos en lo relativo a muchos bienes y servicios indispensables, aunque ello acarree un coste mayor a la hora de producirlos.
Otro tema que está cambiando en poco tiempo es la percepción de la seguridad nacional en torno a la industria tecnológica más que a la industria armamentística.
Los ciberataques que se han producido a lo largo de los últimos meses muestran la vulnerabilidad de un sistema cada vez más dependiente del mundo digital. El último ataque afectó a un millar de empresas estadounidenses y obligó al cierre de 800 tiendas.
Pero anteriormente, otro había obligado al cierre temporal de uno de los oleoductos más grandes del país. Estos eventos se unen a los ciberataques a SolarWinds, al Departamento de Policía Metropolitana de Washington, a cinco agencias civiles federales de Pulse Secure VPN o a la compañía de cámaras de seguridad Verkada, entre otras.
Por tanto, lo más probable es que la búsqueda de responsabilidades mantenga muy tensas las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y China, pero también con Rusia, al que con frecuencia se apunta como principal responsable de este tipo de actividad delictiva.