Por Jose Santamans – Profesor OBS Business School
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“En cinco meses he ganado 7.000 euros sin querer, empezando con 500€ en criptomonedas”; Se trata de uno de los muchos mensajes textuales que podemos encontrar en las redes sociales sobre supuestos casos de éxito después de invertir en criptoactivos.
Mensajes de youtubers que nos cuentan su experiencia y nos prometen el incremento de nuestras inversiones en períodos de tiempo muy cortos. Y es que las criptomonedas seducen a cualquiera, especialmente a los millenials, que ven en esto del criptotrading una especie de Fornite: se unen en comunidad, invierten pequeñas cantidades en criptos con nombres “molones” de raza de perro japonés (por ejemplo, Shiba Uni) y a los dos meses rentabilizan la inversión considerablemente (60 euros iniciales quizá se han convertido en 1.200).
Con este tipo de business case totalmente verídico, que afectó a un amigo millenial, se consigue que los jóvenes pierdan el miedo a invertir y se “enganchen” al trading. Un estudio reciente de The Tokenist elaborado a través de encuestas realizadas en 17 países, asevera que los nacidos entre 1981 y 1996 tienen más confianza en las criptodivisas que en el mercado de valores, el sector inmobiliario o el oro.
Captación de inversores cripto
Pero las herramientas de venta cripto van más allá del uso de las redes sociales y se complementan con métodos de captación offline. Incluso la tradicional maquinaria de los call centers se ha puesto al servicio de esta causa de dinero fácil y rápido que tanto éxito tiene en un país como el nuestro poco o nada dado a premiar el sacrificio, el esfuerzo y el largo plazo.
¿Recuerdan el caso Milton Group? En 2019 un grupo de teleoperadores multilingüe que actuaban desde países como Ucrania, Albania, Georgia o Macedonia del Norte consiguieron estafar 71,5 millones de euros vendiendo inversiones “mágicas” en criptomonedas, solo en ese año. Y el fraude también afectó a España.
¿Cómo contactaban con sus víctimas? A través de anuncios en Facebook, Instagram o Google Ads. Incluso producían vídeos, auténticos montajes que suplantaban la identidad de personajes famosos (que se lo digan por ejemplo a Amancio Ortega) para explicar las bondades de estas inversiones. Es más, se han llegado a replicar cuentas del propio Elon Musk para apoyar estas prácticas fraudulentas.
Publicidad en redes sociales, cursos gratuitos, empleo de call centers, etc. son prácticas criptopublicitarias que, pese a las experiencias negativas que hemos narrado, siguen a la orden del día en nuestro país. El Gobierno, a través de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se ha lanzado a regular la publicidad de las criptomonedas y otro tipo de tokens ya que se calcula que en España hay 4 millones de ciudadanos con inversiones en este tipo de activos.
¿El problema? Que esta normativa se centra especialmente en las campañas masivas, las que se dirigen a más de 100.000 personas. Todo parece indicar, no obstante, que la CNMV podrá intervenir en promociones más pequeñas exigiendo comunicación previa; aunque visto lo visto parece una tarea casi imposible perseguir la ingente publicidad minorista que pulula en redes y que intenta seducir al pequeño inversor.
Normativa sobre la publicidad sobre las criptomonedas
El texto, pendiente de aprobación definitiva, se prevé que entre en vigor a principios de 2022 y recoge los requisitos en cuanto a formato y contenido e información sobre riesgos que deberán reunir las campañas publicitarias.
Exige, asimismo, que la publicidad sea «clara, equilibrada, imparcial y no engañosa» y la información sobre el coste o rentabilidad de un criptoactivo contenida en las comunicaciones debe ser «clara, exacta, suficiente y actualizada, de forma adecuada a su naturaleza y complejidad, las características de los medios de difusión utilizados y el público objetivo al que se dirijan».
¿Será suficiente? Me temo que no. En este país, es difícil no sucumbir al pelotazo rápido.