Por Marta Grañó, Profesora en OBS Business School y Consultora en Innovación Inclusiva
El día que ser madre no reste, nuestra sociedad habrá mejorado considerablemente. Porque las mujeres somos el 50 % de la población, y sí, las mujeres hemos conseguido convertirnos en la mitad del alumnado en las universidades y la mitad de la plantilla de muchas empresas. Sin embargo, creer que hemos conseguido la igualdad es una falacia.
Cuando observamos los puestos de responsabilidad y las posiciones directivas, ahí la presencia femenina no alcanza –ni de lejos– ese 50 %.
La realidad es que la mitad de la población seguimos lejos de la visibilidad, el poder y las oportunidades de la otra mitad, lejos de alcanzar el 5º Objetivo de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas: “Conseguir la igualdad entre géneros”.
Ser madre frena el ascenso profesional
¿Por qué está resultando tan difícil alcanzar esta ansiada igualdad? Aunque la pregunta no tiene una única respuesta, debemos poner sobre la mesa una causa que pesa especialmente: la maternidad. Desgraciadamente, la maternidad frena el ascenso profesional de muchas mujeres.
Es curioso cómo un momento tan extraordinario en tu vida como es el nacimiento de tu hijo o hija se convierte en algo que lastra y resta en tu vida profesional. Las estadísticas nos muestran cómo muchas mujeres paran su carrera profesional tras la maternidad.
En muchos casos, las empresas no les dan las mismas oportunidades que a los hombres. A la vez, suele aparecer el sentimiento de culpabilidad maternal. Un bombardeo de implicaciones negativas alrededor de compatibilizar maternidad y trabajo. La visión de nuestra sociedad es clara: ser madre resta. Aunque esta visión no se basa en ninguna evidencia científica.
Si bien hemos oído un montón de veces que una mujer que es madre no puede estar al 100 % en el trabajo, comentarios sobre lo bueno que es para el bebé que su madre esté siempre con él, los inconvenientes de llevarle a la guardería…
Pero lo que no hemos oído es todo lo que le aporta a un bebé el hecho de que su madre trabaje dentro y fuera de casa y se habla poco de todo lo que le aporta a una empresa el hecho de tener a mujeres –también si son madres– en puestos de responsabilidad.
Si eres madre y lo compatibilizas con tu trabajo, le aportas un plus a tus hijos. Lo descubrí cuando empecé mi trabajo de doctorado y analicé qué factores son los que inciden más en la formación y el crecimiento de las personas.
El profesor James Heckman (Universidad de Chicago), premio Nobel de Economía, demostró que el factor que más incide en el futuro de un bebé es “la lotería del nacimiento”: el entorno y la familia en el que le toca nacer y, ahí, el papel de la madre es fundamental.
En mi trabajo de búsqueda me pregunté “¿qué les aporta a mis hijos el hecho de que sea una mamá trabajadora?”. Y encontré diversos estudios científicos que prueban muchas influencias positivas, tantas, que me llevaron a publicarlo en mi libro “¿Somos malas madres?”.
Los estudios de los profesores Tod Risley y Betty Hart (Universidad de Kansas) demostraron una influencia positiva en el lenguaje. Porque en las conversaciones que tienes con tu hijo, le transmites un determinado vocabulario, palabras que van a formar parte de su léxico.
El hecho de que tengas tu trabajo va a hacer que, aunque no te des cuenta, le hables de lo que haces en tu día a día, de cómo es tu profesión, con lo que su vocabulario crece enormemente en un momento importantísimo para el aprendizaje del bebé.
Las investigaciones de Kathleen McGuinn (Universidad de Harvard) nos muestran cómo el hecho de que la madre trabaje mejora las posibilidades de trabajo y la remuneración de las hijas y mejora la capacidad de conciliación en los hijos. Otro análisis, el de Nicholas Christakis y James Fowler, demuestra la influencia del ejemplo y la actitud. Y podríamos seguir con más estudios que muestran que compatibilizar maternidad y trabajo no les resta nada a los hijos, sino que les suma.
Ser madre no resta valor a la mujer trabajadora
Es necesario desterrar el sentimiento de culpabilidad de las madres que trabajan, erradicando tópicos que no son ciertos y mostrando todo lo que la ciencia sí demuestra. Y es necesario acabar con el paradigma en negativo de maternidad y trabajo en las empresas para ponerlo en positivo, porque está demostrado que el hecho de ser madre no resta valor a la mujer para las posiciones de liderazgo.
El día que ser madre no reste, conseguiremos mejorar el nivel de liderazgo en el mundo. Porque el liderazgo que necesitamos tiene como pilares fundamentales la empatía, el trabajo en equipo, el desarrollo de personas, la toma de decisiones participativas, la honestidad y una alta dosis de vulnerabilidad. Viendo todo ello, estoy convencida de que el liderazgo que necesitamos tiene ADN femenino.
El día que ser madre no reste tendremos un mundo mejor, porque las personas están mejor cuando sus líderes son empáticos en lugar de autoritarios, colaborativos en lugar de soberbios y vulnerables en lugar de arrogantes.