El Dr. Javier Pardo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y la Dra. Araceli García, coordinadora de la Unidad Ictus de este hospital, nos explican cómo trabaja este servicio recientemente incluido en la Red Ictus de la Comunidad de Madrid para mejorar la atención inmediata. Nunca mejor dicho, todo debe funcionar como un reloj.
La Unidad Ictus de la FJD está avanzando a pasos agigantados. Primero fue su certificación y después su inclusión en la Red Ictus de la Comunidad de Madrid. ¿Qué supone este último paso para el servicio?
J.P. La Unidad Ictus de nuestro hospital atiende a pacientes con patología cerebrovascular aguda desde hace ya varios años, con neurólogo de guardia, residentes, enfermería especializada y con un control exclusivo para los pacientes con esta enfermedad. Tiene, además, una disposición geográfica aislada dentro del propio hospital.
El hecho de que ahora estemos incluidos dentro de la Red Ictus de la Comunidad de Madrid supone que tenemos avisos prehospitalarios. Hasta ahora solo aplicábamos el Código Ictus dentro del hospital (el paciente llega por sus propios medios a la Urgencia) y a partir de nuestra inclusión en la Red tenemos una labor extra al atender a pacientes que son asistidos previamente por el Samur en la vía pública o el domicilio.
A.G. Nuestro objetivo desde la Unidad es optimizar la atención a los pacientes con ictus. En el año 2015 obtuvimos la acreditación técnica para iniciar la actividad, pero sin formar parte de la Red de la Comunidad de Madrid. Así que atendíamos a pacientes que venían por su propio pie a Urgencias.
Fuimos dando pasos hacia adelante desde un punto de vista de un trabajo más coordinado y de la optimización en los tiempos de la asistencia. En agosto de este año fuimos incluidos en la Red Ictus regional, lo cual ha supuesto una mejora muy importante porque se activan protocolos rápidamente ante cualquier sospecha de caso de ictus desde el aviso de las emergencias extrahospitalarias. Esto nos da el tiempo suficiente para prepararnos en la coordinación de equipos y tratamientos posibles.
Hay conceptos capitales dentro de su unidad como el Código Ictus o la experiencia de los pacientes afectados por esta patología. ¿En qué se ha mejorado dicha experiencia en los últimos tiempos?
A.G. Cada vez estamos más concienciados sobre la necesidad de medir la experiencia de los pacientes en nuestra unidad. De hecho, estamos llevando a cabo diversos trabajos sobre ello. Buscamos obtener datos acerca de todo el recorrido que hace el paciente desde el inicio de su proceso, lo cual incluye su acceso a las Urgencias, la Hospitalización, Rehabilitación… Es decir, toda la estancia hospitalaria de los pacientes. En los canales digitales, hacemos seguimientos posteriores con nuestra herramienta del Diálogo Web, que es otra fuente de información para medir la calidad de nuestro servicio.
Recuperación del ictus
¿Cuáles son las claves para que un paciente pueda salir airoso de un ictus?
A.G. Lo más importante es una detección precoz de los síntomas. Para ello es clave que la población esté formada y sepa cuál es la sintomatología de un ictus para poder solicitar ayuda lo más rápidamente posible. Por lo tanto, creo que hay que incidir mucho en campañas de sensibilización y de prevención. Por otro lado, hay que destacar en estos factores críticos la detección por parte de los servicios de emergencias y la rápida activación del Código Ictus. Este Código no es más que la organización de la estructura asistencial para que el paciente tenga un acceso a su tratamiento lo antes posible.
La Federación Española de Daño Cerebral Adquirido sostiene que el 80% de los casos de personas que viven con daño cerebral proceden de un ictus. ¿Qué se está haciendo para la prevención de esta enfermedad o qué medidas está tomando su hospital?
J.P. El daño cerebral adquirido, como bien dice, es la consecuencia del ictus, que puede deberse a la propia enfermedad aún con una correcta atención en tiempo y forma a los pacientes, o bien porque haya un retraso en la asistencia. Esto último hace que el daño cerebral sea mayor y menor el potencial de recuperación del paciente.
Nos centramos en evitar la aparición del ictus. Para ello, es fundamental el control de los factores de riesgo cerebrovascular, fomentar los hábitos de vida saludables y concienciar a la población sobre el conocimiento de la sintomatología del ictus para poder actuar con rapidez.
¿Cómo se estructura el equipo multidisciplinar de la Unidad Ictus y qué tipo de coordinación existe con otros especialistas del hospital?
A.G. Como bien dice, en nuestra unidad es fundamental el trabajo en equipo. De este modo, nos encontramos, por un lado, con neurólogos para atender a los pacientes con enfermedad vascular cerebral, apoyados por enfermería especializada y auxiliares.
Por otro lado, es básico y fundamental otro equipo de Neurorradiología Intervencionista, formado por radiólogos y neurólogos, que tienen un papel primordial en los primeros minutos de la atención a los pacientes para poder extraer trombos.
Intervienen en este servicio especialistas en Radiología, Cirugía, Medicina Intensiva, rehabilitadores, expertos en disfagia e incluso cardiólogos. El equipo es muy amplio y es fundamental que exista coordinación.
Tratamiento del ictus
Ya en el centro hospitalario, ¿cuál es el tratamiento más habitual que reciben los pacientes y cuál es el que resulta más efectivo?
J.P. En cuanto a tratamientos, nosotros seguimos un patrón estandarizado y aplicamos los que dice la guía internacional sobre la enfermedad. Dependiendo de las características del paciente y sus antecedentes, se puede administrar una medicación por vía intravenosa (fibrinolíticos); pero en otras circunstancias, por ejemplo si se observa en una prueba de imagen que hay un trombo en una zona determinada del cerebro, se puede llevar a cabo una extracción mecánica de dicho trombo (trombectomía).
Evidentemente, cuanto antes se apliquen los tratamientos disponibles, mayores probabilidades habrá de recuperación y de evitar las secuelas funcionales del ictus sobre los pacientes.
¿Cómo procede la Unidad Ictus de la FJD tras dar de alta a un paciente ictus? ¿Existe una monitorización o un seguimiento posterior especial?
A.G. Tras un ictus isquémico o una hemorragia cerebral, muchos de los pacientes ingresan en la Unidad Ictus del hospital, de ahí salen a la planta de hospitalización general y posteriormente se dan de alta. Ese sería el típico recorrido de una persona en la Fundación Jiménez Díaz. Tras el alta y todas las indicaciones y pautas farmacológicas pertinentes, hacemos seguimientos en consultas y tenemos la opción de abrir un Diálogo Web dentro de la aplicación propia del hospital, el Portal del Paciente.
Con esta herramienta, los pacientes pueden contactar con nosotros aunque no tengan agendada una consulta presencial. No es una consulta médica, pero sirve para aclarar dudas sobre su estado de salud. Adicionalmente, estamos trabajando en un programa de cuidados y ejercicios para poder ofrecer unas directrices personalizadas sobre nutrición y ejercicio físico a los pacientes con isquemia cerebral transitoria.
En cuanto a la comunicación, ¿qué herramientas tienen dispuestas para con los pacientes?
J.P. A través de la aplicación propia que tiene el hospital, tenemos varias vías de comunicación. Hablamos con los pacientes como si fuera por WhatsApp por medio de una herramienta llamada Diálogo Web. A través de esa plataforma se comunica información importante sobre la enfermedad, como los posibles efectos adversos, patologías que pueden aparecer después, etc.
Asimismo, resolvemos dudas que puedan surgir en los pacientes. Adicionalmente, en el Portal del Paciente disponemos de formularios para que las personas puedan comentar cuál está siendo la evolución de sus procesos. Y al margen de lo digital, tenemos la Escuela del Ictus para ayudar a pacientes y cuidadores en el manejo de la enfermedad.
A.G. Periódicamente nuestra Escuela del Ictus ofrece pautas sobre los factores de riesgo de la enfermedad, enseña qué se debe hacer para prevenir la patología, tratamientos, procesos de rehabilitación y muestra ayuda desde el punto de vista social. Toda esta información es aportada por especialistas de distinto tipo que conforman nuestros equipos de trabajo.
¿Qué incidencia ha tenido el ictus en los pacientes tras la llegada de la Covid-19? ¿Hay relación entre el virus y la enfermedad?
J.P. Al principio de la crisis, la gente tardaba en demandar la asistencia sanitaria, ya fuera por el propio colapso del sistema o por el miedo que pudiera haber en el paciente. De hecho, atendimos a un número importante de personas con ictus en evolución o fuera de tiempo.
Sobre la incidencia del virus a nivel clínico, fundamentalmente tiene un impacto cardiovascular. El hecho de que la Covid-19 provoque insuficiencia respiratoria puede derivar en trombos o émbolos que pueden ser responsables del ictus. Efectivamente, todo puede estar relacionado, no de manera directa, pero sí indirecta.
¿Qué fiabilidad tienen los dispositivos médicos existentes como relojes o pulseras inteligentes para gestionar nuestra salud vascular?
J.P. Nosotros estamos trabajando con Ioon Technologies en el desarrollo de un dispositivo wearable que nos ayude a la detección precoz del ictus. Estamos pendientes de realizar un estudio que nos permita demostrar su utilidad. Hasta ahora, lo que hay en el mercado no ofrece fiabilidad en cuanto a la detección precoz de la enfermedad.