Reconstrucción de la mandíbula utilizando hueso del peroné: un acto de orfebrería quirúrgica

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A menudo, la actividad quirúrgica puede ser muy rutinaria, pero lo cierto es que cada caso es nuevo para el cirujano y de vez en cuando surgen planteamientos poco frecuentes en las que el conocimiento, la habilidad y la tecnología pueden resolver situaciones complejas. En este post hablaremos de un caso de reconstrucción de la mandíbula empleando parte del hueso de un peroné. El procedimiento ha tenido lugar en el Hospital Universitario Luz y lo explica el doctor Néstor Montesdeoca, jefe Asociado de Servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología de este centro madrileño.

La raíz del procedimiento surge a partir de un amelobastoma, un tipo de tumor poco frecuente en la mandíbula que termina por destruir el hueso, generando problemas derivados como fracturas, desplazamientos de los dientes o lesiones en los nervios. Según el doctor, los amelobastomas representan menos del 5% de los tumores en la boca, pero es necesario un proceso de reconstrucción de la mandíbula de las personas afectadas. “Para ello, utilizamos hueso del propio paciente, uno que, biomecánicamente, tiene que ser denso, cortical, porque la mandíbula es un hueso móvil, de los que más carga por centímetro cuadrado soportan del cuerpo durante la masticación”, detalla Montesdeoca.

Primer paso: extraer parte del peroné

La primera fase de la intervención consiste en la extracción de la parte central del peroné para poder usarla posteriormente en la reconstrucción de la mandíbula. El cirujano explica que en esta primer intervención no se daña ni la articulación del tobillo ni la rodilla. Además, subraya que la ausencia de esta parte del peroné en los pacientes no los condiciona ni incapacita para su vida diaria. Esta cirugía debe ser de la forma menos invasiva posible, según sostiene el también jefe asociado del servicio, el doctor José Luis Cebrián. «La sutura de los vasos del peroné a una arteria y vena del cuello se realiza accediendo a través de una pequeña incisión cervical que coincida con una arruga. En ocasiones la vascularización del peroné la realizamos mediante la sutura a vasos intraorales. Además, al no ser un tumor maligno, aunque sí agresivo, se intenta preservar, en la medida de lo posible, los nervios sensitivos y motores que están alrededor de la mandíbula”, sostiene Cebrián.

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Segundo paso: colocar el hueso del peroné en la mandíbula

Con suma precisión, el siguiente evento del procedimiento es la colocación del hueso del peroné en la mandíbula. Una vez que se posición, se suturan de una forma muy fina a una arteria y a una vena del cuello, para lo cual es indispensable el uso de un microscopio. La unión debe ser permeable y el hueso ha de estar siempre vascularizado para evitar rechazo o infecciones.

“Después, poco a poco, si todo va bien, la reconstrucción se comportará como una fractura de mandíbula. Es decir, el peroné se va uniendo al remanente que queda de la parte delantera y posterior de la mandíbula, creándose una neomandíbula que unos meses más tarde puede ser rehabilitada con implantes dentales, restituyendo totalmente la funcionalidad del paciente”, indica el Dr. Cebrian.

Una reconstrucción de la mandíbula totalmente planificada

Una de las claves del procedimiento pasa por la planificación del evento, para lo cual los expertos desarrollan previamente una cirugía virtual. «Tenemos planificado en el ordenador la resección exacta del tumor, nos hemos movido por dentro del peroné buscando dónde está la mejor perforante y la mejor anatomía para adaptarse al segmento de mandíbula que nos va a faltar. Para ello realizamos guías de corte del peroné y la mandíbula y guías de posicionamiento para cada caso”, explica el Dr. Montesdeoca.

Posteriormente, en el quirófano se trabaja con dos equipos, uno dedicado a la pierna y el otro a la zona mandibular. Uno extirpa el tumor con márgenes y otro reconstruye el peroné. Para fijar la mandíbula, se debe ser muy preciso en la colocación de la parte del peroné, pudiendo ser necesario la angulación de este hueso. Es un hueso largo y para adaptarlo a la forma de la mandíbula hay que hacer varias osteotomías. El material que se usa se adapta a cada caso para que la reconstrucción de la mandíbula queda perfecta.

La operación dura en torno a seis horas y pasado el acto hay que prestar mucha atención a posibles posibles de sangrado o trombosis en las siguientes 72 horas. El paciente permanece ingresado una media de entre cinco a siete días con dieta líquida al principio y posteriormente dieta blanda. “Si, a la semana, todo funciona bien y no hay rechazo, es raro que surja alguna complicación. Normalmente, a las cuatro semanas, el hueso del peroné habrá consolidado en la mandíbula, resultando una sola pieza”, afirma el Dr. Montesdeoca, quien subraya que la tasa de éxito de este procedimiento es “muy alta, generalmente en torno al 90%”.

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