La inyección de la toxina botulínica debe estar muy controlada y se debe hacer un uso muy indicado de este procedimiento. Esta la máxima fundamental que debe guiar las intervenciones de este tipo. Pero no siempre es así. La SECOMCYC, Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial y Cabeza y Cuello ha lanzado un mensaje de alerto sobre los malos usos de esta sustancia que se están haciendo para tratar problemas como el bruxismo.
Según el doctor José Ignacio Salmerón, especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial, y expresidente de la SECOMCYC, “estamos viendo publicaciones científicas que apuntan a efectos secundarios graves por el uso reiterado de la toxina botulínica en los músculos masticadores, como atrofias de partes blandas, dificultad masticatoria permanente por la inactividad que produce la toxina sobre los músculos, e incluso reabsorciones del hueso mandibular donde se insertan los músculos maseteros”
«El problema que nos estamos encontrando es en relación a lo que llamamos dolores miofasciales, que son dolores de la musculatura masticatoria sin daño de la Articulación Temporo Mandibular. Fundamentalmente, vemos pacientes bruxistas o apretadores en los que, a consecuencia de esta parafunción derivada del rechinamiento o el apretamiento de los dientes, puede haber sobrecarga en la articulación y, como respuesta, sufren dolor a nivel de los músculos masticadores”, detalla el experto.
Cómo tratar correctamente el bruxismo
A fin de evitar este mal uso de la toxina botulínica, el expresidente de la Asociación indica que al tratamiento más indicado consiste en la colocación de una férula de descarga o miorrelajante, especialmente por las noches. “Al interponer estas férulas de resina entre los dientes superiores y los inferiores, se evita el apretamiento y/o la sobrecarga de la articulación, y también de los músculos”, explica el doctor Salmerón.
Además del uso de la férula, el tratamiento puede estar acompañado de sesiones de fisioterapia. Sólo estaría indicado el uso de la toxina botulínica para algunos casos que exista una parafunción muy específica, recalca el experto. No obstante, la realidad es que a veces se produce un abuso de esta sustancia porque se elimina el dolor en los pacientes, de manera que se piensa equivocadamente que es el remedio adecuado.
La realidad que describe el doctor Florencio Monje, especialista en Cirugía Oral y Maxilofacial, y también expresidente de la SECOMCYC, es que los pacientes con bruxismo acuden a una consulta para que se les inyecte la toxina con fines estéticos y el profesional terminan recurriendo a este tratamiento. Un error que puede salir caro, pues uno de los últimos casos que han identificado los expertos sobre esta relación es el de un paciente con atrofia en los músculos maseteros. Para evitar problemas como este, el doctor Monje sostiene que lo más seguro es utilizar un ecógrafo en el momento de la inyección para «saber que está pinchando la toxina dentro del músculo en concreto».