La Doctora Estela Plaza es una neurocirujana con amplia experiencia en el campo de la neurocirugía infantil. Estudió en la Universidad Complutense de Madrid y realizó su residencia en el Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia, donde empezó en el año 2007.
Tras finalizarla, en 2012, comenzó a dedicarse en dicho hospital al campo de la neurocirugía pediátrica, junto con su equipo, el doctor Miranda y el doctor Pancucci. En estos años, ha ido acumulando una valiosa experiencia, por tratarse de un centro de referencia nacional en Patología Neuroquirúrgica Pediátrica Compleja y donde, obviamente, se trata un gran volumen de pacientes.
En dicha institución, además, el trabajo en equipo es fundamental y confluyen la valoración estrecha y cercana por los profesionales, con la valoración multidisciplinar de los casos, así como su seguimiento prolongado.
En estos años, ha tratado a miles de niños junto con su equipo y en este momento de su vida ha decidido ampliar su horizonte de trabajo para empezar a dedicarse a la neurocirugía pediátrica desde su clínica privada.
Durante su trayectoria, el acercarse a la excelencia en el trato y hacia el mejor resultado clínico posible ha sido su sello y por ello la hemos querido invitar, para aprender y entender en qué consiste su trabajo y qué pacientes se pueden beneficiar de su atención.
Las enfermedades que abarca la doctora Estela Plaza
Primero de todo saludarte y preguntarte acerca de tu trabajo en línea generales. ¿Podrías describir que tipo de enfermedades sueles tratar?
Buenos días y gracias por ofrecerme esta oportunidad de hablar sobre lo que hacemos los neurocirujanos pediátricos. Creo que la neurocirugía es una especialidad tremendamente bonita y que permite ayudar a mucha gente con problemas verdaderamente importantes y cuyo manejo puede modificar claramente el rumbo de sus vidas.
Aunque también tiene otra triste cara, y es que hay enfermedades del cerebro que requieren múltiples cirugías, que conllevan déficits permanentes e incluso a veces, el desenlace es inevitablemente fatal. La enfermedad ya está puesta y eso no lo podemos cambiar, pero sí podemos intentar reducir las secuelas y, por supuesto evitar la muerte.
Y si hablamos de los niños, imagínate, con los años que les quedan por delante, y con un sistema nervioso que aún está en fase de desarrollo. En ellos todos eso cobra más importancia aún.
En neurocirugía en general y en este momento hablando específicamente de la parte pediátrica, estar actualizado respecto a la literatura en cada patología, conocer las alternativas de tratamiento, ser preciso y estar entrenado en las diferentes cirugías y poder hacer un buen seguimiento del niño pueden determinar significativamente la calidad de vida posterior del paciente.
Si hacemos un breve repaso del tipo de enfermedades que solemos ver y tratar, nuestra atención abarca desde enfermedades menos serias como deformidades benignas del cráneo, algunos Chiaris, quistes de líquido, algunas espinas bífidas que no necesitan tratamiento… y que son banales también hay que saberlo ver para no meterte en un jardín innecesario; hasta otras patologías graves como tumores, trastornos en la circulación del líquido cefalorraquídeo, craneosinostosis, médulas ancladas, hemorragias… que hay que saber enfocar y tratar bien de entrada sabiendo exponer las alternativas de manejo en cada caso.
¿Cómo es el día a día de tu trabajo?
Nuestro día a día es muy dinámico. Que nadie piense que la vida de un neurocirujano es tranquila y sosegada pues este oficio requiere de una dedicación inmensa tanto en casa estudiando diariamente, como en el hospital atendiendo a los niños.
Ya, en consulta, intento explicar con detalle a los padres las características del padecimiento del niño, repasamos las imágenes, las posibilidades de manejo y resolvemos muchas dudas que van apareciendo en cada revisión.
Luego está la parte de los pacientes ingresados. Este momento es fundamental. No vale operar a un paciente y después no estar pendiente de cómo está yendo todo. En este momento, el niño nos necesita mucho pues pueden aparecer complicaciones importantes que hay que saber ver y manejar a tiempo.
Cada caso requiere de tanta implicación que ningún niño es uno más, sino que en el periodo en el que lo estás tratando lo tienes tan interiorizado que lo sientes como si fuera de tu entorno más cercano. Después pasa el tiempo y hay que dar paso a otros casos, pero cada paciente va dejando su semilla y siempre nos enseñan algo.
Háblanos de las cirugías. Cómo es la preparación en quirófano, qué atmósfera se vive, qué tecnología se usa…
El momento de la cirugía, como cirujanos, es el que más nos estimula pues es el momento en el que lo que has estudiado, indicado y hablado con la familia confluye y cómo vaya todo después depende de cómo lo hayas hecho en esas pocas horas. Es el momento en el que tienes que tener todos los detalles en tu cabeza y en el que no se te debe pasar nada.
Es emocionante cuando el niño despierta y ves que todo ha ido bien. Por suerte para nuestros pacientes y sobre todo para los pequeños no implica un momento de sufrimiento porque no saben lo que implica este acto. Entran a quirófano y lo siguiente es que despiertan con la cirugía ya realizada e intentamos que enseguida estén con sus padres otra vez.
En niños mayores y según la psicología de cada uno hay que ir a su nivel de entendimiento y adaptarse a lo que cada niño necesita saber, obviamente sin mentirles, pero evitando los detalles que puedan crear más agobio o preocupación. Esto no quiere decir que sus padres previamente no conozcan ya todos los detalles acerca de cómo va a transcurrir esperablemente la cirugía y cómo será el postoperatorio. Los padres deben estar bien informados.
En quirófano hay unos tiempos en los que todo fluye de manera relajada y son necesarios para que los cirujanos lleguen preparados, atentos y con los reflejos a punto a los momentos de máxima precisión y concentración. Cuando uno tiene experiencia sabe perfectamente adaptarse a cada situación y pasar de un estado a otro. Además, la experiencia es necesaria para ser capaz de adaptarse a las variantes que cada paciente puede presentar, que son muchas.
El quirófano de neurocirugía es complejo y requiere de cierta tecnología que se aplica a unos u otros casos. Los más frecuentes un buen microscopio, el neuronavegador, la monitorización neurofisiológica intraoperatoria, endoscopios, motores de alta velocidad, microinstrumental…
Por ello, las cirugías se deben hacer en hospitales bien equipados y que además cuenten con un equipo de anestesia y cuidados intensivos con experiencia en el manejo del niño postoperado de neurocirugía.
Los procesos de neurocirugía pediátrica: la atención a los niños
¿Cómo llevan los niños el paso por el hospital o los postoperatorios?
En mi hospital, con la vivencia del niño de su paso por un ingreso se es muy cuidadoso y, creo que esta es la única forma válida de atención. Ten en cuenta que su personalidad se está construyendo y este momento de su vida puede crear unos recuerdos desagradables que después los marcarán.
Por ello, se les intenta mantener entretenidos con profesores, lectura, animación, áreas de ocio… Se les deja estar con sus padres en la habitación o en la mayoría de pruebas que se les realizan… Se les seda para hacer intervenciones que puedan ser molestas…
Y se intenta tratar lo mejor posible el dolor u otros síntomas que puedan aparecer… Asimismo, nosotros intentamos ser muy accesibles para el paciente, su familia o el enfermero que esté a su cuidado.
¿Por qué te has animado a empezar esta aventura nueva mediante la apertura de tu clínica?
Pues mira, creo que estoy en un punto en el que tengo ya la seguridad y experiencia suficiente para poder valorar pacientes que estén un poco perdidos buscando una opinión por su cuenta, o que no tengan buen acceso a un neurocirujano con experiencia o que están perdiendo un tiempo innecesario… Creo que puede ser de ayuda que puedan consultar libremente cuando lo necesiten con un médico de su confianza.
Y, ¿cuáles pueden ser estos casos?
Así, por ponerte ejemplos, los niños con craneosinostosis, que se pueden operar con menor invasividad si se hacen pronto; durante el manejo de las plagiocefalias, en el que surgen muchas dudas acerca de si están yendo por el buen camino; algunas hidrocefalias, que van dando problemas o tienen síntomas crónicos; los tumores, que se pueden abordar de una u otra manera; las médulas ancladas, tengan síntomas (en las piernas o en el control de los esfínteres fundamentalmente) o no… Y una larga lista de posibles presentaciones.
En nuestro medio tenemos la gran suerte de que tenemos una seguridad social que nos cubre los tratamientos sin restricciones, pero, claro, hay pacientes que no tienen seguridad social, otros que están por aquí de paso, otros que quieren segundas opiniones, otros que aun teniendo seguridad social quieren que se les vea rápido, otros que quieren que les trate un neurocirujano concreto, otros que se han hecho mayores y han perdido el seguimiento con su neurocirujano pediátrico… En todos estos supuestos, el paciente puede verse con la necesidad de buscar por su cuenta a un médico que cubra sus necesidades.
¿Por qué este formato? ¿Qué crees de aporta?
Esto es interesante. Quiero aportar dos maneras posibles diferentes de valorar pacientes. Una es la valoración presencial en consulta que es la tradicional e ineludible cuando se requiera explorar al niño para dar una impresión de la enfermedad que padece y en qué fase está; y otra es la valoración telemática que tiene sus ventajas e inconvenientes.
Sus ventajas son la comodidad, puesto que desde casa se puede hacer una historia clínica, se pueden revisar las pruebas y se puede aproximar cómo se puede hacer el manejo del paciente. Si a la vista de lo comentado se estima que hay que explorar presencialmente al paciente para hacer una valoración completa se le citaría presencial sin coste adicional.
Otra ventaja es que eliminamos las barreras geográficas o de disponibilidad de los padres, puesto que esto se puede hacer desde cualquier punto donde uno viva. Otra es la rapidez, puesto que semana a semana revisamos los horarios para que no haya una demora mayor de una o como mucho 2 semanas en la valoración.
¿Tiene algún inconveniente?
Pues mira, uno puede pensar que puede llegar a tener dificultades a la hora de remitir las pruebas necesarias o puede pensar que la valoración del niño va a ser incompleta si le faltan pruebas o que puede no explicar bien la situación del niño en función de los informes que tiene.
En este sentido, me gustaría decir que a la hora de hacer una reserva, si el padre o madre pone una breve reseña del problema que tiene el niño, la secretaría técnica se pondrá en contacto para prepararlo todo para la consulta (incluida la parte de remitir las pruebas) y así evitar tener que pedir varias citas o retrasar la valoración.
Y, en cualquier caso, si no se llega a ello y hay que hacerlo en más de un día todo se consideraría una misma valoración a efectos de coste, claro. Por tanto, no le veo inconvenientes.
Cuéntanos algunas historias concretas que te hayan marcado o que últimamente hayas vivido…
Te podría contar tantas…
Una de ellas, de hace un mes más o menos es la de un niño que ahora tiene 10 años y que conocemos desde los 5 por una hidrocefalia secundaria a una meningitis y que lleva una derivación de líquido cefalorraquídeo permanente.
Esta hidrocefalia no ha sido fácil de manejar pues ha tenido muchas desestabilizaciones y requerido de múltiples ajustes con los cuales, eso sí, el niño ha estado haciendo una vida normal. Imagínate, cuántas conversaciones hemos tenido en este tiempo.
Solemos acabar conociéndonos bien y esto también es importante, porque da mucha confianza a los papis y a los niños. Pues bien, recientemente vino con un fallo de la válvula con un comportamiento inesperado al revisarla. Este, y ya lo habíamos comentado con la familia, era un momento que podíamos aprovechar para intentar hacerle un tratamiento con endoscopia e intentar que funcionase sin derivación.
Esto parece fácil y esperanzador dicho así, pero estas cosas suceden tan rápido y sin avisar que hay que pensar en ello justo en el momento adecuado. Pues bien, así lo hemos hecho, hicimos una resonancia y viendo que era factible decidimos hacerle a continuación una ventriculostomia endoscópica y dejarle la válvula cerrada. ¡Y ahora está sin derivación y esos problemas por tanto han acabado!
Otra más, nuestro chico de 3 años con un tumor de fosa posterior. Era un ependimoma en el ángulo pontocerebeloso. Un tumor enorme y que envuelve todas las estructuras de la zona, arterias y nervios que van a inervar los músculos oculares, faciales, de la lengua, cuerdas vocales, faringe… y que vino después de varias semanas con dolor en el cuello y vómitos.
Después de 2 cirugías de 12 horas cada una hemos conseguido resecar todo el tumor y el niño está muy bien y sin apenas déficits. Esta no es la norma, pues no es raro que estos tumores produzcan problemas en todas estas regiones citadas aunque en ocasiones sean pasajeros.
No ha sido el caso en este momento después de poner todo el empeño en ello. Hemos tenido todos esa suerte. Ahora le queda un largo camino a este paciente pero por el momento tiene opciones y todo ha ido muy bien. Cómo no te vas a implicar con casos así…
También hay pacientes con craneosinostosis simples que, cogidos a tiempo, se tratan con una cirugía de pequeñito con recuperación habitualmente rápida y, a vivir su vida.
Cada caso es diferente y todos requieren de mucho estudio.
Bien, con todo esto vamos a dar por finalizada la entrevista. Gracias por tu tiempo. Con esto uno se puede hacer a la idea de lo que es tu profesión y te deseamos mucha suerte en tus siguientes casos, tanto en el hospital como en tu clínica Neurocirugía Pediátrica Estela Plaza.