De Burundi al Hospital Ruber Internacional de Madrid: una cirugía compleja salva la vida a una niña con encefalocele

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Muchos médicos tienen una faceta humanista y humanitario que suele pasar desapercibida. Este aspecto no necesita publicidad porque lo verdaderamente importante está en las personas. Sin embargo, hay casos a los que conviene dar altavoz. El de Delicia, una niña de Burundi, es uno de ellos.

Delicia, de cinco años y perteneciente a la etnia Batwa, una de las más empobrecidas del país de África Oriental, ha sido operada con éxito en el Hospital Ruber Internacional de Madrid para corregir una grave malformación congénita que estaba poniendo su vida en peligro. Concretamente, la joven padecía encefalocele, un grave defecto congénito que provocaba que parte de su cerebro se saliera del cráneo, lo que no solo afectaba su apariencia, sino que también la ponía en constante riesgo de muerte.

La colaboración de la Fundación Kyrikú

La atención de Delicia ha sido posible gracias a la intermediación de la Fundación Kyrikú, dedicada a mejorar la calidad de vida de las personas en situación de vulnerabilidad extrema en Burundi. Su caso llamó la atención a los responsables del proyecto, quienes se pusieron en contacto con el Hospital Ruber Internacional, el cual colabora asiduamente con iniciativas solidarias. Dados los recursos limitados con los que cuenta el país africano y la gravedad del caso de la joven, se hacía necesario trasladarla a un centro que pudiera abordar su situación.

«El caso de Delicia era especialmente grave. Aunque llevaba una vida relativamente normal, la familia desconocía el riesgo que corría», explica Patricia Sendagorta, coordinadora del proyecto y patrona de la fundación. Todo se coordinó para que Delicia pudiera llega a Madrid y fuera asistida por un equipo médico encabezado por el doctor Francisco González-Llanos, neurocirujano, y el doctor César Colmenero, cirujano maxilofacial.

La intervención para corregir el encefalocele

La operación, descrita como una de las más complejas realizadas en este tipo de malformaciones, se desarrolló en varias fases. “Primero expusimos el encefalocele, luego lo reconstruimos y finalmente corregimos las órbitas”, detalló el Dr. González-Llanos. Por su parte, el Dr. Colmenero se encargó de la parte estética, utilizando injertos óseos y una malla de titanio para restaurar la nariz y las órbitas de la niña.

“La primera parte fue abrir la piel y quitar hueso para exponer ese encefalocele. La segunda fue la reconstrucción de lo que era el encefalocele, y una tercera parte final fue la reconstrucción de las órbitas para conseguir el mejor resultado funcional y estético”.

Todo el proceso ha contado con toda la tecnología disponible, la cual incluye TAC de alta definición o planificaciones virtuales para hacer guías de corte y, por supuesto, la pericia y conocimiento de todo el equipo que llevó el caso, conformado por reconocidos profesionales de la medicina española.

Equipo cirujanos y Fundación Kyrikú

Cumplidos los objetivos funcionales y estéticos, la intervención fue exitosa y hoy Delicia tiene un panorama mucho más esperanzador por delante. Tras varios días de cuidados postoperatorios, su pronóstico es positivo y los médicos esperan que la niña no tenga secuelas neurológicas graves más allá de la pérdida del sentido del olfato. Su visión ha sido corregida y podrá llevar una vida normal, tanto a nivel funcional como estético.

Delicia permanecerá en España hasta que los médicos confirmen que no hay complicaciones postoperatorias, y mientras tanto, estará al cuidado de una familia voluntaria en Madrid. Posteriormente, regresará a Burundi, donde la Fundación Kyrikú continuará supervisando su recuperación mediante revisiones periódicas.

Un compromiso solidario

Los médicos que participaron en la operación destacaron la importancia de estas iniciativas. “Este tipo de colaboraciones le dan sentido a nuestra profesión”, señaló el Dr. González-Llanos, mientras que el Dr. Colmenero agregó: “Nuestro objetivo es ayudar, no solo a salvar vidas, sino a garantizar que esos pacientes puedan vivir con normalidad”.

La Fundación Kyrikú, con apenas un año de existencia, no solo se enfoca en intervenciones quirúrgicas, sino también en programas de formación médica y nutrición en Burundi. En la ciudad de Ngozi, la organización ha creado el primer laboratorio de anatomía patológica del país y organiza campañas quirúrgicas que benefician a miles de burundeses.

El caso de Delicia es un testimonio del poder transformador de la cooperación internacional, donde el compromiso social y la excelencia médica se unen para salvar vidas y ofrecer esperanza a quienes más lo necesitan.

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