El mercado laboral en España está pasando por un buen momento en términos generales, pero arrastra desde hace muchos años un problema que, lejos de resolverse, es la gran asignatura pendiente del país: el desempleo juvenil. Comparando este indicador con la Unión Europea, España lidera la estadística con un 27,4% de los jóvenes menores de 25 años en situación de desempleo. Este dato contrasta con el alto nivel de formación de las generaciones millennial y Z, quienes, pese a contar con más recursos y herramientas educativas que ninguna otra generación anterior, enfrentan barreras significativas para acceder al mercado laboral.
En el marco del Día Internacional de la Educación, UNIVERSAE, una red global de instituciones educativas, pone el foco en los programas de Formación Profesional (FP) como una herramienta fundamental para combatir esta situación, cuyo análisis habla de un gap entre oferta y demanda.
Una brecha entre oferta y demanda laboral
En las últimas décadas, el sistema educativo español ha priorizado las titulaciones universitarias sobre la Formación Profesional, lo que ha generado una descompensación en el mercado laboral. Hoy en día, muchas empresas encuentran dificultades para cubrir vacantes que requieren perfiles técnicos especializados. Este desequilibrio es particularmente evidente en sectores que demandan competencias prácticas y específicas, donde la FP se posiciona como la solución ideal.
Según el informe Cómo impulsar la Formación Profesional en España: recomendaciones sobre la base de los modelos alemán y austriaco, se estima que para 2025, la mitad de las oportunidades de empleo estarán reservadas para personas con cualificaciones en FP. Este dato refleja un cambio en la estructura del mercado laboral, donde las habilidades prácticas y la especialización adquieren un protagonismo creciente.
La empleabilidad como eje central de los programas de Formación Profesional
La tasa de empleabilidad de los titulados en Formación Profesional en España se sitúa en un 42,2%, superando el 38,5% de los graduados universitarios, según cifras del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Este dato refuerza el atractivo de la FP como una vía rápida y eficiente para acceder al mercado laboral, especialmente en un contexto donde muchas profesiones emergentes exigen formación especializada y actualizada.
El aumento en la demanda de FP también se refleja en las matrículas. En el curso actual, el número de estudiantes inscritos en programas de Formación Profesional asciende a 1.144.800, un incremento del 5,5% respecto al año anterior, según datos del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. Este crecimiento subraya la confianza de los estudiantes en esta modalidad educativa como una opción viable y atractiva para garantizar su futuro profesional.
La perspectiva de los expertos sobre los programas de Formación Profesional
Manuel Gazapo, director de Relaciones Institucionales de UNIVERSAE, destaca los beneficios de la FP: “La Formación Profesional es una excelente opción por sus elevados niveles de empleabilidad, además de ser una gran forma de fomentar la formación continua para aquellos perfiles que necesitan actualizarse o especializarse”.
Gazapo también mantiene que el compromiso de UNIVERSAE con la formación es la de forjar un talento cualificado: “Nos esforzamos por dotar a nuestros alumnos de herramientas y habilidades que les permitan afrontar con éxito las demandas del mercado laboral. El futuro confirma que nuestra apuesta académica es la acertada”.
Un modelo a seguir: inspiración internacional
El sistema de FP en España puede beneficiarse de la adaptación de modelos internacionales exitosos, como los de Alemania y Austria, donde la colaboración entre empresas y centros educativos es clave. Estos modelos han demostrado que la vinculación temprana entre los estudiantes y el entorno laboral real mejora significativamente las tasas de empleo y la satisfacción profesional.
La promoción de esta modalidad educativa, acompañada de iniciativas que fomenten la colaboración entre empresas y centros de formación, podría marcar el inicio de una nueva era para la educación y el empleo en España. Como concluye Gazapo: “Invertir en Formación Profesional es apostar por un futuro más competitivo y equitativo para todos”.