No han sido nada fáciles los últimos años para España ni, por lo que tenemos a la vista, tampoco lo serán los próximos. Nos toca gobernar nuestras vidas y nuestras haciendas en aguas bravas, de imprevisibles remolinos y vertiginosas cascadas. A las múltiples incertidumbres económicas padecidas, se añade una nueva: la inestabilidad política, que enervará, aún más, la furia de las aguas por las que nos tocará navegar.
2015 ya está llamando a la puerta, con su carga de esperanza e inquietudes. Ya han transcurrido tres cuartas partes de la legislatura y tan sólo nos resta el último año de la misma, en el que se celebrarán, por si fuera poco, elecciones municipales y autonómicas, sin que se puedan descartar unas catalanas anticipadas. Ahí es ná, que diría el castizo.
Y, en esta tesitura, la evolución política tendrá mucha repercusión sobre nuestra economía, ya que somos muy dependientes de la confianza que inspiremos en el exterior. Ya sabemos que la recuperación – si es que acaso ha comenzado – es débil, tenue e insuficiente, sometida a mil riesgos y sobresaltos ya que los grandes desequilibrios – déficits, deuda, desempleo – siguen lastrando nuestras posibilidades reales de crecimiento. Es cierto que también han mejorado algunos parámetros, pero no quisiera adentrarme en cuestiones puramente económicas, sino que querría esbozar los distintos escenarios políticos que enmarcarán nuestro quehacer próximo.
«Ya sabemos que la recuperación – si es que acaso ha comenzado – es débil, tenue e insuficiente, sometida a mil riesgos y sobresaltos ya que los grandes desequilibrios – déficits, deuda, desempleo – siguen lastrando nuestras posibilidades reales de crecimiento»
Según anticipan las encuestas – aunque aún es demasiado pronto y todavía pasarán muchas cosas – en la próxima legislatura ninguna formación obtendría una mayoría absoluta, lo que nos abocaría, en
su caso, a un gobierno fruto de un pacto parlamentario o, en su defecto, a gobiernos en minoría. El PP lo tendrá difícil para pactar con ninguna otra fuerza política, lo que, en principio el único pacto posible tendría que venir de la suma del PSOE, Podemos e Izquierda Unida, todavía que no parece probable que las fuerzas nacionalistas desearan entrar a formar parte de gobierno alguno.
Tampoco parece fácil la configuración de ese amplio gobierno de izquierdas, por lo que la tesis del gobierno en minoría del PP es, en principio la más probable. Ya hemos indicado que todavía es demasiado pronto para elucubrar, pues con tanta incertidumbre sobre nosotros – crisis económica, Cataluña, corrupción, étc.. – cualquier cosa puede pasar. En todo caso, y como única conclusión en principio posible, parece que a partir de 2016 nos adentraremos en un periodo de inestabilidad política que ya veremos qué nos depara.
«El PP lo tendrá difícil para pactar con ninguna otra fuerza política, lo que, en principio el único pacto posible tendría que venir de la suma del PSOE, Podemos e Izquierda Unida, todavía que no parece probable que las fuerzas nacionalistas desearan entrar a formar parte de gobierno alguno»
2015 será el último año de legislatura, por lo que el PP intentará mostrar su cara más amable, enterrando cualquier atisbo reformista que suponga sacrificio para sus votantes. A su favor jugaría la deseada recuperación económica y el inicio de la creación de empleo, si finalmente se produjera, así como el voto útil que el miedo al ascenso de Podemos generaría, y en su contra el desgaste propio de partido de gobierno, la gestión del asunto de Cataluña, los casos de corrupción que le afectan y, sobre todo, una posible recaída económica, que enterraría cualquiera de sus opciones.
Ya veremos cómo se resuelvan todas las incógnitas de esa ecuación compleja. Y no cabe duda que, aunque es posible que el efecto Podemos tenga un techo ya próximo, la irrupción de esta nueva formación generará inseguridad en los mercados financieros.
El tema catalán será determinante. No sabemos si Mas decidirá adelantar las elecciones catalanas a principios de 2015, como le piden muchos de su propio partido, o aguantará la actual legislatura. Para su ambición independentista, el escenario de inestabilidad política y ausencia de gobiernos fuertes le es mucho más favorable, por lo que no sería descartable que dedicara 2015 a resolver cuitas internas – entre otras la lucha por el liderazgo independentista con ERC -, manteniendo su política de reto y tensión con el gobierno para intentar lanzar la siguiente iniciativa secesionista en la primavera de 2016. La suicida vía independentista emprendida por el nacionalismo no nos traerá sino tensión, incertidumbre e inseguridad, sin que a día de hoy se logre atisbar ningún camino cierto y satisfactorio de solución.
Por todo ello, en estos próximos años no serán tan sólo las cuestiones económicas las que determinen nuestra renta ni la vida de nuestras empresas. También lo será en alto grado el marco político, que volverá a adquirir un protagonismo olvidado desde hace ya años. A los capitanes de empresa les tocará navegar por aguas aún más bravas, peligrosas y revueltas. Confiemos en su pericia y acierto para llevar su barca a buen puerto.