La Fundación Sagardoy publicaba hace apenas unos días su último informe sobre la situación del mercado laboral en España. Entre los numerosos datos de interés que se aportan, destaca la tendencia marcadamente a la baja de la aprobación de convenios colectivos.
Señala el informe de la Fundación Sagardoy que el número de los convenios se ha reducido en un 53% desde 2008, lo que ha comportado que el número de trabajadores cubierto por ellos se haya reducido un 47%.
La razón de este descenso drástico de la negociación colectiva se achaca a que la crisis económica dificulta la capacidad de negociación de las partes implicadas, que se encuentran muy limitadas por la situación actual, lo que complica alcanzar acuerdos satisfactorios. Junto a lo señalado encontramos que la ultraactividad de los convenios vencidos ha quedado limitada a un año, lo que coloca a la empresa en una situación de cierta superioridad respecto a la parte sindical, que siempre había contado con esa herramienta inmovilista para perpetuar negociaciones.
Entre los datos del informe, también resalta el hecho de que cada vez son más los convenios colectivos de ámbito empresarial, dándose la circunstancia de que son los que recogen las mayores subidas salariales. Esto supone un cambio de tendencia radical, puesto que antes eran los convenios sectoriales los que recogían mayores subidas de salario.
Ante estos datos, podemos concluir que si bien la reforma laboral ha tenido influjo en la situación actual de la negociación colectiva, es esencialmente la realidad económica la que está variando las tendencias registradas hasta el momento.
La menor inscripción de convenios colectivos y la consecuente desprotección de los trabajadores afectados, supone un retroceso en el ámbito de las relaciones laborales cuya generalización no parece nada deseable.
El cambio del entorno de la negociación supone sin duda un esfuerzo para las partes implicadas en aras a lograr acuerdos satisfactorios. En estos momentos existe una mayor paridad en la mesa negociadora con intereses mucho más calibrados. Surge por tanto la necesidad de mostrar la calidad negociadora de ambas evitando que los convenios se conviertan en una “rara avis”.