Donald Trump será el 47° Presidente de Estados Unidos con el respaldo legislativo

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El recién electo presidente Donald Trump tomará posesión como el 47° Presidente de los Estados Unidos, consolidando un regreso inesperado a la Casa Blanca con el control tanto de la Cámara de Representantes como del Senado. Este escenario, aunque sorpresivo en el aspecto legislativo, le ofrece una ventaja estratégica considerable, permitiéndole avanzar en la implementación de su programa de gobierno sin grandes obstáculos. A continuación, se presentan las principales propuestas económicas de Trump y su potencial impacto en la economía de Estados Unidos. La gestora de capital AtlCapital analiza para directivos y empresas, lo que supone la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos a partir del 20 de Enero de 2025 , día en el que asumirá oficialmente la presidencia.

1. Extensión del recorte de impuestos de 2018

Una de las promesas más destacadas de Trump ha sido extender los recortes de impuestos establecidos en 2018 bajo su primer mandato, los cuales estaban previstos a vencer en 2025. Esta medida supone una inversión cercana a los 3,8 billones de dólares distribuidos a lo largo de diez años y está dirigida a aliviar la carga fiscal tanto para empresas como para ciudadanos. Sin embargo, esta extensión incrementaría el déficit fiscal, lo que podría resultar en una mayor emisión de deuda y, eventualmente, en una carga de intereses más elevada para el Tesoro estadounidense.

La medida, en teoría, podría incrementar la renta disponible de los ciudadanos y fomentar el consumo, lo cual sería beneficioso a corto plazo. Sin embargo, el creciente déficit fiscal y la dependencia de la emisión de deuda para financiar este recorte fiscal podrían elevar la carga financiera del país a largo plazo. Además, el gasto extra presionaría al alza los tipos de interés, afectando indirectamente a la economía estadounidense y haciendo más probable una extensión de los tipos elevados por parte de la Reserva Federal (FED) hasta 2025.

2. Desregulación económica enfocada en energía y finanzas

Trump ha expresado su intención de implementar una política de desregulación que se centrará especialmente en los sectores energético y financiero. En el ámbito energético, se espera que se flexibilicen las regulaciones ambientales y de producción, con el objetivo de incrementar la producción nacional de petróleo y gas natural. Esta mayor oferta de crudo podría llevar a una reducción en los precios del petróleo a nivel mundial, lo cual beneficiaría a los consumidores al reducir los costos de combustible y energía.

En el sector financiero, la desregulación podría estimular la actividad económica mediante la reducción de restricciones y la facilitación del crédito a empresas y consumidores. Sin embargo, una política de desregulación tan amplia también implica riesgos significativos, especialmente en relación a la estabilidad financiera y la sostenibilidad ambiental. La eliminación de regulaciones podría favorecer el crecimiento económico a corto plazo, pero también podría aumentar el riesgo de prácticas empresariales menos responsables en el largo plazo, especialmente en sectores sensibles como la energía y la banca.

3. Impuestos y aranceles en bienes importados

La política de comercio exterior de Trump se caracteriza por su tendencia proteccionista, con propuestas de imponer aranceles del 10% al 20% a productos importados, y hasta el 60% a mercancías provenientes de China. Aunque estas medidas tienen como objetivo promover la producción nacional y reducir la dependencia de bienes extranjeros, también son altamente inflacionistas, ya que los costos de los productos importados subirían significativamente.

La posibilidad de una guerra comercial o arancelaria con bloques económicos como la Unión Europea o China podría intensificarse si estas naciones respondieran con sus propios aranceles. Esto afectaría no solo el comercio mundial, sino también el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses, quienes verían reflejado en los precios el impacto de estos aranceles. Además, las tensiones comerciales afectarían a las empresas estadounidenses que dependen de las exportaciones y de cadenas de suministro globalizadas.

4. Reversión de incentivos a inversiones ESG y acuerdos climáticos

Otra de las medidas controvertidas en el programa de Trump es la eliminación de incentivos a las inversiones ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza) y la posible retirada de acuerdos internacionales sobre cambio climático. La administración de Trump considera que los requisitos ESG y las políticas climáticas limitan el crecimiento económico y la competitividad de las empresas estadounidenses, por lo que planea reducir estos incentivos.

La retirada de Estados Unidos de acuerdos climáticos y la eliminación de incentivos ESG tendrían implicaciones negativas en la sostenibilidad a nivel global. Estados Unidos es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, y la retirada de estos compromisos afectaría las metas de reducción de emisiones y el avance hacia una economía más verde.

5. Revisión de tratados de la OTAN y aumento del gasto en defensa

Trump ha expresado su intención de revisar los tratados de la OTAN, cuestionando los compromisos financieros de Estados Unidos con la organización y demandando que otros países miembros asuman una mayor parte de los costos. Además, planea aumentar el gasto en defensa, una medida que también impactaría el presupuesto federal.

Este incremento en el gasto militar fortalecería el sector de defensa estadounidense y, posiblemente, incentivaría a otros países europeos a incrementar su propio gasto en defensa. Sin embargo, la revisión de los compromisos de la OTAN podría tensar las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados tradicionales, en especial si implica una disminución del apoyo en términos de seguridad.

6. Expulsión de inmigrantes

Uno de los puntos más polémicos en la agenda de Trump es la propuesta de expulsar inmigrantes indocumentados del país. Esta medida, de ejecutarse a gran escala, afectaría al mercado laboral de Estados Unidos, el cual depende significativamente de la mano de obra inmigrante en sectores como la agricultura, construcción y servicios. La reducción de la oferta de mano de obra incrementaría los salarios debido a la escasez, lo cual añadiría presión inflacionaria a la economía.

Sin embargo, la implementación de esta medida presenta serios desafíos logísticos y legales, y es poco probable que pueda ejecutarse en su totalidad. No obstante, la mera amenaza de expulsiones podría tener efectos en el comportamiento del mercado laboral, como una mayor rotación de trabajadores y un impacto negativo en la estabilidad económica de sectores que dependen de esta mano de obra.

Impacto en la economía estadounidense

La combinación de menores impuestos, mayor gasto público y una política comercial proteccionista tendría repercusiones significativas en la economía de Estados Unidos. A corto plazo, estas políticas podrían estimular el crecimiento económico y beneficiar a los mercados de riesgo, especialmente al mercado de valores estadounidense. Empresas medianas con un enfoque en el mercado local podrían experimentar un crecimiento, gracias a la demanda interna impulsada por el aumento de la renta disponible y la menor competencia extranjera.

Sin embargo, los tipos de interés más altos resultantes de los déficits fiscales probablemente retrasarían las bajadas de tipos por parte de la FED, aunque es probable que se mantengan reducciones modestas de 25 puntos básicos en noviembre y diciembre. La fortaleza del dólar, impulsada por tipos de interés elevados, afectaría las exportaciones, haciéndolas menos competitivas en el mercado internacional.

En cuanto a los riesgos, la financiación de este programa económico implicaría déficits fiscales más altos, lo cual llevaría a un aumento en la emisión de deuda. A medida que el nivel de endeudamiento crezca, es posible que en algún momento los mercados de deuda se vean estresados, especialmente si la FED mantiene su política de endurecimiento monetario para combatir la inflación.

El retorno de Donald Trump a la presidencia plantea un cambio de dirección en la política económica de Estados Unidos. Durante su primer mandato, el mercado de valores registró un crecimiento del 63%, pese a la pandemia, mientras que en la administración de Joe Biden el rendimiento fue similar, en torno al 50%. Estos datos subrayan que el desempeño del mercado de valores depende menos del partido en el poder y más de factores económicos como la rentabilidad empresarial, los márgenes de beneficio y la inflación.

A largo plazo, las políticas de Trump plantean un desafío en términos de sostenibilidad fiscal y estabilidad económica. El aumento del déficit y la deuda podrían crear presiones sobre el sistema financiero, pero a corto plazo, las medidas fiscales y desregulatorias impulsarán la actividad económica, especialmente en sectores clave como la energía y defensa.

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