Un contundente informe de la Organización Meteorológica Mundial alerta sobre la subida de emisiones de gases contaminantes. La tierra tiene la misma concentración de CO2 que hace 3 millones de años.
Los niveles de gases de efecto invernadero sobre la atmósfera han alcanzado otro nuevo récord, según indica la Organización Meteorológica Mundial, dependiente de Naciones Unidas. En su Boletín de Gases de Efecto Invernadero, la OMM ha mostrado que las concentraciones medias mundiales de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron 407,8 partes por millón en 2018, frente a las 405,5 partes por millón (ppm) de 2017.
Esta tendencia continua en el largo plazo significa que las generaciones futuras se enfrentarán a los efectos cada vez más graves del cambio climático, como el aumento de las temperaturas, la intensificación de las condiciones meteorológicas, el estrés hídrico, el aumento del nivel del mar y la perturbación de los ecosistemas marinos y terrestres.
Aumento de emisiones de gases contaminantes
Sin duda, estos indicadores y sus posibles consecuencias a nivel planetario serán uno de los temas calientes en la próxima Cumbre Climática de Madrid. La reducción de emisiones se sitúa como el eje central de estas cumbres, para lo que se pide comprimo y actuaciones contundentes.
Habrá que esperar el tono en el que se desarrolla esta COP25 de Madrid tras conocerse que el aumento de CO2 de 2017 a 2018 fue muy cercano al observado de 2016 a 2017 y justo por encima de la media de la última década. Los niveles globales de CO2 superaron el punto de referencia simbólico y significativo de 400 partes por millón en 2015.
Asimismo, las concentraciones de metano y óxido nitroso también aumentaron en cantidades mayores que durante la década pasada, según las observaciones de la red de Vigilancia de la Atmósfera Global, que incluye estaciones en el remoto Ártico, áreas montañosas e islas tropicales.
Desde 1990, ha habido un aumento del 43% en el forzamiento radiactivo total -el efecto de calentamiento sobre el clima- por los gases de efecto invernadero de larga duración. El CO2 representa alrededor del 80% de esta cifra, según las cifras de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos citadas en el Boletín de la OMM.
Compromisos y acción contra las emisiones de efecto invernadero
«No hay señales de una desaceleración, y mucho menos de una disminución, de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a pesar de todos los compromisos contraídos en virtud del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático», mantiene el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas. «Tenemos que traducir los compromisos en acciones y aumentar el nivel de ambición en aras del bienestar futuro de la humanidad», añade.
«Vale la pena recordar que la última vez que la Tierra experimentó una concentración comparable de CO2 fue hace 3-5 millones de años. En aquel entonces, la temperatura era de 2 a 3°C más cálida, el nivel del mar era de 10 a 20 metros más alto que ahora»
Petteri Taalas, Secretario General de la OMM
Estas afirmaciones del experto, invitan a pensar en la necesidad de que las iniciativas planteadas se vean traducidas en cifras y acciones contundentes. Y es que ll informe Unidos en la Ciencia, que reunió a las principales organizaciones asociadas en el ámbito de la investigación sobre el cambio climático mundial, subrayó la evidente -y cada vez mayor- brecha entre los objetivos acordados para hacer frente al calentamiento del planeta y la realidad real.
«Las conclusiones del Boletín de Gases de Efecto Invernadero de la OMM y del Informe sobre la Brecha de Emisiones del PNUMA nos indican una dirección clara: en este período crítico, el mundo debe adoptar medidas concretas e intensificadas sobre las emisiones», dijo Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Hallazgos Clave del Boletín de Gases de Efecto Invernadero
El boletín incluye un enfoque sobre cómo los isótopos confirman el papel dominante de la combustión de combustibles fósiles en el aumento del dióxido de carbono atmosférico.
Existen múltiples indicios de que el aumento de los niveles atmosféricos de CO2 está relacionado con la combustión de combustibles fósiles. Los combustibles fósiles se formaron a partir de material vegetal hace millones de años y no contienen radiocarbono. Por lo tanto, quemarlo añadirá a la atmósfera CO2 libre de radiocarbono, incrementando los niveles de CO2 y disminuyendo sus emisiones de radiaciones.