CEINSA, referente nacional en consultoría de remuneración, ha publicado una comparativa sobre las diferencias en los salarios entre hombres y mujeres desde al año 1994 hasta hoy. La brecha apenas se ha reducido.
En 1994, CEINSA realizó y después publicó un estudio pionero sobre los salarios de las mujeres en relación con el de los hombres. Ahora, coincidiendo con su 25 aniversario, la compañía ha decidido repetir dicho estudio para mostrar cómo ha evolucionado durante este largo periodo este importante aspecto laboral.
Según los datos de CEINSA, las mujeres cobran de media un 13% menos que sus homólogos masculinos, es decir, que aquellos hombres que están realizando la misma labora en la misma empresa.
Esto supone una reducción de apenas 3 puntos respecto a las cifras observadas hace 25 años. «Ya entonces los niveles de formación eran similares entre hombres y mujeres, como lo son hoy, lo que excluye la posibilidad de que este desvío se deba a la formación», explica Josep Capell, CEO de CEINSA.
Un entorno que explica la poca reducción de la brecha salarial
La menor presencia femenina en los puestos de alta dirección (lo que hemos denominado brecha ocupacional) explica una gran parte de las grandes diferencias salariales en valores absolutos entre ambos sexos. Estas se sitúan alrededor del 30%, según información disponible en nuestra base de datos. Esta diferencia es algo inferior (28%) en retribución fija y superior (32%) en retribución total.
Al realizar el contraste con la ratio retributiva, a fin de neutralizar las diferencias debidas a la brecha ocupacional, observamos que, a igualdad de puesto de trabajo, el desfase se reduce del 30% al entorno del 13%, con los porcentajes que se pueden apreciar en la imagen a continuación.
«Con todo, el salario no es lo más llamativo en los cargos directivos. Como mostramos en un anterior estudio, solo un 28% de los puestos de dirección o de mandos intermedios están ocupado por mujeres en la actualidad», explica Josep Capell, CEO de CEINSA, que añade: «esta brecha ocupacional demuestra la dificultad que están teniendo las mujeres para alcanzar esos puestos».
Entre los mandos intermedios las diferencias salariales entre ambos sexos, a igualdad de puesto, son ligeramente inferiores a las observadas en los directivos, con un porcentaje de varianza residual, tras incorporar el efecto de tres variables (número de colaboradores, rango profesional y edad de ocupante), también en torno al 6,5%.
La edad en los puestos directivos
El análisis de la edad del ocupante aporta información interesante sobre las diferencias entre ambos sexos en la evolución de la trayectoria profesional en puestos ejecutivos, destacando el hecho de que las mujeres registran un porcentaje superior de abandono o renuncia parcial a mitad de carrera, que lastran su progresión profesional y económica, especialmente en los cargos directivos.
Tanto en hombres como en mujeres, el promedio de edad de los ocupantes de puestos directivos ha crecido sustancialmente con respecto al año 1994: de 44 años a 51 en los hombres y de 37 a 47 en las mujeres. La edad típica de acceso a puestos directivos, en ambos casos, también ha subido, pasando de los 25 años a los 30, como se puede apreciar en la siguiente gráfica ( Imagen 2 )
«En el informe original con los datos de 1994, pronosticábamos un estrechamente progresivo de la brecha de edad, que efectivamente se ha producido. Lo que no previmos entonces es un “envejecimiento” de la población global de tal magnitud», explica Capell.
«Aunque los datos de las encuestas no proporcionan información sobre sus causas, creemos que es atribuible principalmente al retraso en la incorporación al mercado laboral. Este retraso, aparte de otros factores sociológicos, está relacionado con la prolongación de la etapa formativa y la exigencia de titulaciones de postgrado, actualmente muy superior a la existente hace 25 años».
El impacto retributivo de la antigüedad en el puesto, que todavía era relevante en 1994, he ido decayendo desde entonces. Como, además, se han equilibrado los promedios de hombres y mujeres, su incidencia en la brecha salarial es mínima.
Los niveles de formación ya eran similares en promedio de hombres y mujeres en 1994 y lo siguen siendo en 2018, lo que excluye la posibilidad de cualquier repercusión en la brecha salarial. Sorprende la escasa correlación (0,07) del nivel de formación con la ratio salarial, de la que se deduce que la posesión de una titulación superior no asegura un mayor salario con respecto a los ocupantes menos formados.