Carisma: la clave para influir, inspirar y conectar en la era de la IA

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Siempre se ha hablado del carisma para referirnos a un líder, ya sea en política o empresas u otros ámbitos. ¿Por qué nunca se ha aterrizado este concepto que tratas en tu último libro al pueblo llano o al empleado tipo? ¿Es un don que tiene exclusividad?

El carisma tiene esa reputación casi mística de ser un don reservado a unos pocos elegidos: líderes políticos, estrellas del cine o CEOs con aura. Pero esto es una percepción totalmente errónea. El carisma no es un privilegio ni un don exclusivo. Es un conjunto de habilidades que todos poseemos porque somos humanos, pero que no todos decidimos activar. Es como tener una herramienta potente en el bolsillo y no saber ni que está ahí.

En mi libro explico cómo el carisma es aprendible. Es cierto que algunas personas nacen con una predisposición a conectar más fácilmente con los demás, pero como con cualquier otra habilidad, podemos entrenarla. ¡A gustar se aprende! Y no se trata solo de ser encantadores o buenos oradores; el carisma es algo mucho más profundo. Es nuestra capacidad de influir, inspirar, conectar y ser auténticos. Esencialmente, el carisma nos recuerda que la esencia humana sigue siendo la mayor fuerza en un mundo que a menudo intenta mecanizarnos.

En esta obra pones ejemplos prácticos de carisma respaldados por la ciencia. ¿Qué dice la ciencia al respecto de esta habilidad?

La ciencia está llena de hallazgos que respaldan el impacto del carisma en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, ¿sabías que mirar a los ojos de alguien durante solo dos minutos puede incrementar los sentimientos de conexión y atracción en un 15 %? Es algo tan básico y natural que parece obvio, pero no lo hacemos lo suficiente. También se ha demostrado que el contacto visual mejora en un 30 % la capacidad de identificar emociones en otra persona. Es decir, el carisma comienza con algo tan sencillo como usar nuestra mirada para generar confianza y entendimiento.

La coherencia cardíaca, que menciono en el libro, es otro ejemplo fascinante. Cuando logramos sincronizar nuestro corazón y nuestro cerebro, irradiamos calma y presencia. El HeartMath Institute realizó estudios que demostraron que la coherencia cardíaca mejora la empatía en un 25 %, reduce conflictos en un 20 % y aumenta nuestra claridad comunicativa. ¿El resultado? Nos volvemos más magnéticos y efectivos en nuestras interacciones.

Además, los estudios de la Universidad de Harvard han mostrado que las mujeres optimistas tienen hasta un 52 % menos de riesgo de sufrir enfermedades graves. ¿Por qué menciono esto? Porque el carisma es inside-outside: lo que llevas dentro, se proyecta fuera. Una buena mentalidad y una salud emocional sólida son la base para desarrollar cualquier habilidad carismática.

Raquel Roca con libro El poder del Carisma

¿Crees que el efecto tan potente de la tecnología en la vida y en el trabajo va a tapar este valioso atributo que tienen las personas o va a suceder justamente lo contrario?

La tecnología ha cambiado las reglas del juego, pero no puede ni podrá sustituir nunca lo que nos hace humanos. La tecnología nos obliga a los humanos a mejorarnos a nosotros mismos. Ya no se trata de escribir un buen artículo, sino de darle significado. Estamos tan sobrecargados de información y estímulos que las personas buscan cada vez más aquello que les conecta de manera auténtica: relaciones reales, propósito y sentido. Y ahí es donde el carisma juega un papel fundamental.

Además, frente a la inteligencia artificial y el carisma computacional (sí, esto ya está aquí), nosotros tenemos algo que ninguna máquina puede replicar: nuestra humanidad. Los algoritmos son excelentes procesando datos, pero carecen de la capacidad para empatizar o conectar a un nivel emocional profundo. El carisma es nuestra ventaja competitiva, tanto en lo profesional como en lo personal, y cuanto más avance la tecnología, más valor tendrá aquello que nos hace únicos como especie.

¿Es el auge y los peligros de la IA los motivos por los cuales decidiste escribir este libro?

En gran parte sí, pues mi expertise se centra en las tendencias laborales, aunque no es el único motivo. Escribí este libro porque estoy convencida de que estamos en un punto de inflexión. Vivimos en un mundo que, en su carrera por digitalizarse, se ha olvidado de que seguimos siendo seres biológicos, con necesidades muy humanas. Hablar de carisma hoy no es solo hablar de liderazgo o comunicación, es hablar de supervivencia en la era de la inteligencia artificial. Es mi manera de decir: ¡recuerda quién eres! Somos «dioses biológicos», diseñados para conectar, inspirar y trascender.

La inteligencia artificial y los avances tecnológicos son herramientas poderosísimas, pero jamás podrán reemplazar lo que somos. Si no nos dejamos, claro. El carisma tiene que ver con mejorar nuestra habilidad social, con cómo nos relacionamos, con nuestra autenticidad y energía. Es el equilibrio entre la paz y el poder que emanamos. Si olvidamos esto, corremos el riesgo de deshumanizarnos, y yo no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo eso sucede.

También hay un componente de tendencia de mercado que no podemos ignorar. Estudios recientes sobre la heurística del esfuerzo demuestran que valoramos más lo que requiere tiempo, práctica y dedicación… humana. Esto es aplicable al carisma, porque no es algo inmediato ni automático. Para desarrollarlo hay que invertir en autoconocimiento, en trabajar nuestras habilidades blandas y en ser coherentes con lo que proyectamos al mundo.

Justamente por eso, en un contexto de IA que prioriza la velocidad y la inmediatez, el carisma se convierte en un atributo aún más valioso: no solo refleja autenticidad, sino que es una prueba tangible del esfuerzo y dedicación (cariño, tiempo, customización, etc.) que podemos poner en la elaboración de algo. Por eso, se pagará mas dinero en el futuro. Y escribo sobre ello también porque es un tema precioso, sobre le que llevo más de una década trabajando (formaciones, asesorías), que nos hace que la vida nos vaya mejor.

 

Seducir sin convencer o inspirar sin esfuerzo son acciones muy propias de la comunicación no verbal. ¿Qué grado de importancia tiene la comunicación no verbal en el carisma de las personas?

La comunicación no verbal es muy relevante, es el lenguaje más antiguo, más universal y más poderoso que tenemos. Piensa en esto: antes de aprender a hablar, ya estábamos comunicando con nuestras expresiones faciales, con el tono de nuestro llanto, con nuestras miradas. Y eso no cambia a lo largo de nuestra vida. De hecho, el 93 % del impacto de nuestro mensaje viene determinado por la comunicación no verbal (según el clásico estudio de Mehrabian).

En el libro hablo del poder, por ejemplo, de la mirada. Gracias a nuestra esclerótica blanca, única en los humanos, podemos transmitir emociones con una claridad que ningún otro ser vivo posee. Mirar a los ojos no solo genera conexión, sino que nos ayuda a entender lo que la otra persona siente sin necesidad de palabras. Si sumamos la postura, el lenguaje corporal y la energía que proyectamos, tenemos la receta perfecta para ser memorables. Como digo siempre: Carisma es irradiar. Es un inside-outside: lo que llevas dentro es lo que los demás perciben.

El carisma no es un privilegio ni un don exclusivo, es una herramienta que todos poseemos pero que no todos activamos

 

A nivel político, el panorama político mundial genera mucha polarización. La opinión generalizada de la calle indica que faltan líderes con carisma. ¿Qué atributos y qué mensajes deben rodear a un político actual para considerarlo carismático?

Un líder político carismático necesita mucho más que discursos bien redactados o presencia escénica. Como explico en el libro, el carisma no es solo una cuestión de palabras, sino de energía, autenticidad y conexión emocional. Los líderes carismáticos destacan porque logran que la gente sienta que son escuchados, valorados y comprendidos. Pero luego tienen que ser coherentes entre lo que dicen ¡y lo que hacen!

Un buen ejemplo es la importancia del lenguaje corporal. Estudios han demostrado que el contacto visual mejora la percepción de confianza y persuasión en un 16 %. Además, los políticos que usan un tono emocional y apelan a valores universales como la justicia, la igualdad o la esperanza tienden a generar más impacto. Pero insisto en que no basta con parecer carismático; hay que serlo de verdad. Esto significa actuar con coherencia, cumplir lo que se promete y conectar desde la empatía, no desde el ego.

En un mundo digitalizado, el carisma no es solo liderazgo o comunicación, es supervivencia

Pónganos un ejemplo de persona carismática (actual o histórica) y desarróllenos su planteamiento…

Me encanta contar la historia de Benjamin Disraeli, un político británico del siglo XIX. En el libro hablo de una famosa anécdota que lo enfrenta a su rival William Gladstone. Mientras Gladstone impresionaba a todos con su vasto conocimiento y su elocuencia, Disraeli lo hacía de otra manera: centrando toda su atención en la otra persona, escuchando, preguntando y haciendo que su interlocutor se sintiera como la persona más importante de la sala. Eso es carisma en estado puro: no se trata de demostrar tu grandeza, sino de destacar la grandeza de los demás.

Otro ejemplo más contemporáneo podría ser Oprah Winfrey. Ella no solo comunica, sino que conecta de una manera profunda con su audiencia. Su capacidad para mostrarse vulnerable, auténtica y empática es lo que la hace tan magnética. Es el tipo de carisma que deja huella, porque se basa en algo real y auténtico.

El carisma no es magia ni misterio, es práctica, intención y coherencia emocional en acción.

 

Oprah Winfrey y Benjamin Disraeli son ejemplos de carisma auténtico: conectan desde la empatía, no desde el ego

Portada_El poder del carisma

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