El mundo empresarial cambia con mucha rapidez. En este contexto inestable, el papel de los directivos es fundamental para los negocios. De hecho, con frecuencia tienen que adaptarse a nuevas necesidades de sus empresas.
Son sus habilidades las que impulsan el rendimiento de sus empleados. En otras palabras, tienen que ser auténticos líderes que supervisen todo, desde las ventas y la calidad hasta la compra de materiales, la gestión administrativa e incluso las etiquetas para imprimir. Por todo esto, han de tener una serie de cualidades que vamos a repasar.
Visión estratégica
En primer lugar, un buen directivo ha de poseer visión estratégica de su empresa. Podemos definir esta como la capacidad para planificar las actuaciones de la entidad y dirigirla hasta su éxito a medio o largo plazo.
A su vez, incluye varios puntos esenciales, que son los siguientes:
- Definición clara de los objetivos de la empresa.
- Análisis de la competencia y el entorno.
- Implementación de alianzas estratégicas.
- Innovación de procesos, gestión de riesgos y solución de crisis.
- Adaptación y flexibilidad a los cambios económicos.
Capacidad para construir equipos
Aunque un buen directivo ha de tener cualidades individuales, también debe rodearse de un buen equipo. Más aún, ha de saber construirlo y esto no consiste solo en reunir a un grupo de profesionales.
Crear un equipo sólido implica, en primer término, instaurar un ambiente en el que todos sus miembros se sientan importantes. También debe fomentarse la colaboración y las sinergias entre ellos. De esta forma, todos sentirán que tienen parte esencial en los éxitos, pero también que deben compartir los fracasos.
Otro aspecto muy importante a la hora de crear equipos es delegar en estos. El buen directivo sabe a quiénes puede encomendar ciertas tareas porque las culminarán con éxito.
A su vez, esto guarda relación con el desarrollo del talento, otra capacidad que ha de poseer el buen dirigente. Consiste en detectar las fortalezas individuales de cada empleado y establecer metas concretas para él, al tiempo que se le da autonomía y responsabilidades. Gracias a todo esto, se conseguirá trabajadores eficientes y realizados que rendirán mejor.
Tomar decisiones
Sin embargo, lo anterior no significa que el directivo eluda sus responsabilidades. Al final, debe tomar las decisiones más importantes que afectan directamente al éxito de la empresa. Ver que su líder es competente y toma decisiones informadas, eleva la confianza y la moral de sus equipos.
Empatía y habilidades sociales
Es básico que un directivo sea capaz de ponerse en el lugar de sus subalternos. Debe entender sus inquietudes, preocupaciones y necesidades. Así, se genera un ambiente laboral positivo, se fortalecen los vínculos entre empleados y en sentido más amplio, se crea un entorno más productivo.
Buen comunicador, creativo y cosmopolita
Para poner en práctica las cualidades anteriores y dar a conocer su empresa, el directivo ha de saber comunicar bien, más ahora, en tiempos de redes sociales e imágenes. En cuanto a estas nuevas herramientas, también ha de ser creativo, no dejarlo todo en manos de publicistas. Asimismo, en un mundo globalizado como el actual, debe ser cosmopolita.
Resiliencia y solución de problemas
Finalmente, el buen directivo ha de ser capaz de soportar la presión en momentos difíciles. Gracias a esta resiliencia y a otras cualidades, podrá solventar los problemas.
En conclusión, estas son algunas de las cualidades esenciales de todo buen directivo. Pero también podríamos añadir otras como, por ejemplo, la adaptabilidad o la claridad en los mensajes que transmite a sus empleados.