En España existe un problema cultural y educativo de raíz que puede entorpecer el logro de futuras generaciones de emprendedores con éxito. Un estudio no muy lejano reveló que el 75% de los jóvenes españoles querrían ser funcionarios, mientras que en Estados Unidos no alcanzaba el 17%. En el caso de China, cada habitante quiere ser emprendedor. Unos datos que conducen a pensar que la mentalidad española no es muy propicia al quehacer emprendedor y apuntan a que esto tiene que cambiar radicalmente si no nos queremos quedar atrás del resto del mundo. Esta Era, en la que nos ha tocado vivir, donde todo es cada vez menos previsible, necesita cada vez más de ciudadanos emprendedores.
Para atajar el problema desde la raíz y combatir las carencias educativas en este ámbito, sería muy beneficioso introducir el emprendimiento en el sistema educativo desde los cinco años de edad y a lo largo de todo el recorrido escolar de una forma continua y rigurosa. En vez de enseñar asignaturas tediosas a los niños, se les debería dar desde muy jóvenes unas nociones para aprender a emprender y otras materias creativas obligatorias que fomenten la iniciativa. Todo dirigido a proporcionarles estímulos que les ayuden a pensar en tareas cómo montar una empresa innovadora entre varios, y con el propósito conseguir multiplicar la inteligencia del grupo y el trabajo en equipo. En este sentido, habría que reeducar a los responsables de la educación pública y privada e incitarlos a cambiar su mentalidad, inclinándolos más hacia las nuevas tecnologías y el emprendimiento. Profesores ya formados y convenientemente ayudados por otras personas de diversa índole que se tienen que acercar al sistema educativo para apoyar la intención de los docentes, como expertos, padres, empresarios, e investigadores. Entre todos deberíamos ser capaces de inculcar aspiraciones diferentes a los más pequeños, valorar su creatividad, fomentar su flexibilidad, empujarles a arriesgarse y no tener tanto miedo al fracaso, y enseñarles a ver al empresario como algo positivo.
No cabe duda de la importancia que tiene recibir educación emprendedora desde la escuela y las repercusiones positivas que ello supone en el futuro de estos jóvenes. La Unión Europea lleva al menos desde el año 2000, cuando se aprobó la Estrategia de Lisboa, insistiendo a los países sobre la necesidad de ese tipo de formación, empezando por la Educación Primaria. Hay países como Estados Unidos, Noruega o Gran Bretaña, que llevan decenios destinando importantes cantidades de dinero a sus presupuestos para promover la Educación Emprendedora y que podrían servirnos como ejemplo de partida. Con miras más ambiciosas, en España, deberían implantarse varios programas generalizados que abarcaran desde la edad de 5 años hasta el final del bachillerato, tal como se implantó obligatoriamente la Educación Física en los años 60 a lo largo de todo el sistema educativo. El problema para generalizar la Educación Emprendedora en España, sería convencer tanto a los responsables educativos del Ministerio de Educación como a las 17 Consejerías correspondientes. Tarea que se contempla ardua y difícil.
También más tarde en la universidad sería fundamental el poder continuar con una instrucción de formación emprendedora también obligatoria, pero ya adaptada a las condiciones y necesidades de cada una de las ramas formativas ofrecida, un cambio que parece podría ser demasiado lento. En contraposición a lo que está pasando en nuestras escuelas de negocio, que se están convirtiendo cada vez más rápido en verdaderas impulsoras del emprendimiento y la innovación.
Detectamos también una urgente falta de oferta de prácticas para estudiantes universitarios que necesitan créditos exigidos por el Plan Bolonia. Sería interesante implantar programas de becarios enfocados a proporcionar prácticas de estudio útiles y gratificantes, que establecieran relaciones laborales entre un amplio número de estudiantes destacados y empresas start-ups innovadoras. Unas becas que tratasen por una parte en despertar el emprendimiento y la innovación en la élite de los estudiantes universitarios, y por otra en apoyar a las start-ups innovadoras con potencial de crecimiento en volumen de negocio y plantillas.
Hay una acuciante necesidad para la elaboración de un programa de educación emprendedora aplicable en todas las comunidades autónomas y que englobara desde primaria hasta el bachillerato y la formación profesional. En la actualidad hay bastante desigualdad de una comunidad a otra, además de varios intentos desesperados de muchas organizaciones que tienen programas puntuales, intermitentes y de poca duración que intentan paliar esta carencia generalizada. Existen libros blancos para emprendedores, escuelas de emprendedores extra escolares, programas piloto dentro de las escuelas, jornadas con emprendedores de éxito, premios a jóvenes emprendedores y todo un universo que merece un reconocimiento y aporta su granito de arena, pero que no basta. Entre todos, tenemos que mejorar nuestras competencias en cómo enseñar a emprender y cómo fomentar que nuestros jóvenes emprendan más.