El secretario general de UGT en Madrid, José Ricardo Martínez, ha reconocido este jueves que su dimisión es una «posibilidad muy razonable» después de que su nombre haya salido entre los consejeros de Caja Madrid que habrían usado fraudulentamente tarjetas de la entidad para gastos privados por valor de 15 millones de euros.
MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
En declaraciones a la Cadena Ser, recogidas por Europa Press, Martínez ha aclarado que desde la Ejecutiva Confederal de UGT no ha recibido ninguna petición de dimisión pero que se lo está planteando desde el punto de vista «personal» y que en los próximos días, la semana que viene, comunicará su decisión a los órganos de su sindicato.
«Estoy reflexionando de manera muy profunda sobre la posibilidad de presentar mi dimisión, no porque considere que hay motivos objetivos, pero hay sinceramente una presión injustificada sobre mi organización en base de una actuación y de una presencia mía en el consejo de Caja Madrid y estoy valorando la posibilidad de presentar mi dimisión», ha asegurado.
Sobre los gastos que ha tenido con la supuesta 'tarjeta b', Martínez ha explicado que están relacionados con actividades de su papel como consejero en el Consejo de administración y que no la ha utilizado para tener a su disposición efectivo. «He hecho un uso de tarjeta razonable y razonado como consejero de Caja Madrid», ha aseverado.
Tras indicar que él personalmente no estaba de acuerdo con el uso de tarjeta y que veía «más razonable» justificar los gastos en base a las facturas, ha explicado que el salario que percibía como consejero terminaba todo en la organización. «La transparencia es algo que intentamos que prime y lo conseguimos sinceramente a nivel general», ha apostillado.
Preguntado por si usó la tarjeta para comprar objetos personales, Martínez ha indicado que cree que «no», o al menos, no tiene «conocimiento ni conciencia». Todos los gastos, ha insistido, tenían que ver con cuestiones o compromisos institucionales.
En todo caso, y volviendo a su posible dimisión, ha indicado que es una «posibilidad muy razonable» porque, en su opinión, el sindicato «no tiene que verse sometido a ningún tipo de presión más allá del trabajo habitual» y si él está «en el ojo del huracán,» hay que blindar» al sindicato «necesariamente del funcionamiento normal».