Un reciente estudio realizado por Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) ha revelado que retrasar la edad de jubilación puede tener graves consecuencias para la salud de los trabajadores, especialmente en aquellos que desempeñan ocupaciones físicamente exigentes o que están sometidos a altos niveles de estrés emocional y mental.
Según el informe, posponer la jubilación en un año incrementa significativamente la probabilidad de morir antes de los 70 años, lo que sugiere que las políticas de retraso en la jubilación podrían tener un impacto adverso en la esperanza de vida de los trabajadores.
El contexto de la reforma de las pensiones
Desde la reforma de las pensiones de 2021, el Gobierno español ha centrado sus esfuerzos en incentivar a los trabajadores a prolongar su vida laboral y a retrasar su jubilación. Este enfoque busca aumentar los ingresos por cotizaciones sociales y reducir el gasto en pensiones públicas, dado que los trabajadores estarían cotizando durante más tiempo y comenzarían a recibir su pensión más tarde.
Sin embargo, aunque estas medidas pueden parecer beneficiosas para la Seguridad Social en términos fiscales, el estudio de Fedea subraya los posibles efectos colaterales de esta estrategia. Según los resultados, retrasar la salida del mercado laboral puede tener un costo significativo en términos de esperanza de vida.
Impacto del retraso en la jubilación
El estudio de Fedea concluye que retrasar un año la jubilación aumenta el riesgo de muerte prematura, especialmente entre los 60 y los 69 años. Este riesgo es particularmente elevado en sectores donde el trabajo es físicamente exigente o emocionalmente estresante. En estos casos, los trabajadores que continúan en el mercado laboral más allá de la edad de jubilación tradicional enfrentan un desgaste que podría acelerar el deterioro de su salud.
Por otro lado, el estudio también señala que este riesgo es mucho menor para los individuos que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial, los cuales les permiten reducir sus horas de trabajo gradualmente. Esta opción ofrece una transición más suave entre la vida laboral activa y la jubilación completa, mitigando algunos de los efectos negativos asociados con el retraso en la jubilación.
Coste Social vs. Beneficio Fiscal
Uno de los aspectos más destacados del estudio es el análisis del coste social de retrasar la jubilación en comparación con los beneficios fiscales obtenidos por la Seguridad Social. El informe estima que el retraso en la jubilación genera, en promedio, una ganancia fiscal de 5.213 euros por jubilado, derivada de mayores cotizaciones y menores pagos de pensiones debido a la mortalidad temprana. Sin embargo, esta ganancia es inferior a la pérdida social estimada en 8.564 euros por individuo, que resulta de una reducción en la esperanza de vida.
Esta disparidad entre el coste social y el beneficio fiscal sugiere que las políticas que incentivan el retraso en la jubilación pueden no ser beneficiosas en un sentido más amplio, si se considera el bienestar social. El estudio destaca que los ahorros fiscales no compensan la pérdida de vidas humanas asociada con la reducción en la esperanza de vida, lo que plantea serias dudas sobre la viabilidad y ética de estas políticas.
La necesidad de políticas de jubilación más flexibles
El estudio de Fedea también enfatiza la importancia de diseñar políticas de jubilación que tengan en cuenta las diversas exigencias físicas, emocionales y mentales de las distintas ocupaciones. No todos los trabajadores enfrentan las mismas condiciones laborales, y por lo tanto, no todos deberían estar sujetos a las mismas normas de jubilación.
Por ejemplo, en ocupaciones físicamente demandantes o emocionalmente estresantes, sería beneficioso ofrecer opciones de jubilación anticipada o parcial que permitan a los trabajadores modular sus horas de trabajo en la parte final de su carrera laboral. Este enfoque no solo podría reducir el riesgo de muerte prematura, sino que también permitiría a los trabajadores disfrutar de una mejor calidad de vida durante sus últimos años laborales.
Metodología del estudio
El análisis de Fedea se basa en un experimento natural generado por una reforma de 1967 que modificó la edad de jubilación anticipada en España. Esta reforma estableció que aquellos que comenzaron a cotizar al sistema de seguridad social antes del 1 de enero de 1967 podían jubilarse voluntariamente a los 60 años, mientras que aquellos que empezaron a cotizar después de esa fecha debían esperar hasta los 65 años.
El estudio utiliza un extenso archivo de datos administrativos sobre historiales laborales de individuos nacidos entre 1935 y 1955, lo que permite una comparación precisa entre diferentes cohortes de trabajadores. Los investigadores analizaron los efectos de esta reforma sobre la edad de salida del mercado laboral y cómo esta decisión impactó la mortalidad en edades cercanas a la jubilación.
Recomendaciones
Los hallazgos de Fedea plantean importantes preguntas sobre la efectividad y equidad de las políticas de jubilación actuales. Si bien extender la vida laboral puede parecer una solución lógica para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones, el impacto negativo sobre la esperanza de vida de los trabajadores no puede ser ignorado.
El estudio recomienda que el Gobierno diseñe políticas de jubilación más flexibles y adaptadas a las condiciones específicas de cada sector y ocupación. Además, subraya la importancia de introducir mecanismos de jubilación anticipada y parcial para aquellos trabajadores que enfrentan mayores riesgos debido a la naturaleza de su trabajo.
En última instancia, la conclusión es clara: cualquier reforma en las políticas de jubilación debe tener en cuenta no solo los beneficios fiscales, sino también el bienestar general de los trabajadores y los directivos. Solo así se podrá garantizar un sistema de jubilación justo, equitativo y sostenible para todos.
