El auge de la hiperconectividad y la comunicación de las redes sociales deja muchas reflexiones en el aire… Demográficas, sociológicas, económicas…
En la era de las redes sociales, la paciencia no parecer «ser tendencia». En 2018, los usuarios de INSTAGRAM, propiedad de FACEBOOK y valorado en 100.000 millones de dólares, publicaron casi 50.000 fotos por minuto.
En TWITTER, cada minuto se publicaron unos 470.000 tuits sobre la plataforma. Incluso las redes sociales profesionales, como LINKEDIN (MICROSOFT) muestran cifras vertiginosas, con casi 120 personas nuevas que se suman cada minuto a dicha red.
El auge de estas plataformas nos invita a reflexionar sobre nuestro modo de vida en comunidad. Detrás de estas cifras, cuyo crecimiento exponencial muestra una población mundial cada vez más conectada, se esconde otra realidad.
En The Rise of Living Alone and Loneliness in History (El auge de la vida en solitario y la soledad en la Historia), el investigador K.D.M.Snell, profesor de la Universidad de Leicester, se interesa por el problema de la soledad en la historia y en nuestra época.
El descenso de la natalidad
Mientras que la década de 1960 los hogares compuestos por una sola persona eran la excepción (el 10% de la población), el auge de las viviendas individuales alcanza actualmente niveles excepcionales en las grandes ciudades de Europa, Estados Unidos o Japón, donde las personas que viven solas suponen hasta el 40% de la población.
El creciente proceso de urbanización o la subida de los precios inmobiliarios son responsables en parte de la disminución del número de miembros por hogar. En París, por ejemplo, el número de niños matriculados en preescolar ha descendido un 10% con respecto a 1999 (Le Monde, 28/8/2018).
Esta soledad aumenta todavía más cuando decimos que en Estados Unidos, donde los seguidores de las redes sociales se cuentan por millones, el número de personas consideradas «allegadas» o íntimas (de confianza) se ha reducido en más de un tercio.
Las consecuencias de este fenómeno pueden agravarse a largo plazo. El crecimiento de una economía puede modelarse y explicarse por tres factores: el capital físico, el capital humano y la productividad.
Independientemente de saber si el efecto de esta soledad cada vez mayor es la causa o el reflejo del descenso de la natalidad, del aumento de los divorcios o incluso del menor número de matrimonios, es fácil prever que va a afectar al crecimiento económico mundial. Pero sería simplista quedarnos ahí.
Países como Japón —que tiene 75 millones de trabajadores, un tercio de los cuales se jubilará de aquí al año 2050— realizan inversiones enormes en capital físico y productividad. Para resolver el déficit de mano de obra, ofrecen una solución tecnológica: robots elevados a la inteligencia artificial.
Por ejemplo, NIDEC, empresa japonesa especializada en motores de precisión, ha anunciado sus previsiones de reducción de plantilla de 80.000 a casi 48.000 empleados, para hacer frente a las jubilaciones, aumentando al mismo tiempo la capacidad de producción.
Retos de la economía de la hiperactividad
Nuestras economías desarrolladas siguen paso a paso el camino trazado Japón o incluso China, y estas tendencias de fondo tendrán un fuerte impacto en nuestra economía, nuestros modos de vida y las sociedades que se desarrollarán en ese nuevo contexto.
Seguimos siendo optimistas con respecto a estos cambios y tenemos ya en cuenta estos desafíos: ¿cuáles serán las necesidades de las personas mayores (Silver Age), que supondrán 2.000 millones de consumidores para el año 2050? ¿Cómo hacer frente a la falta de mano de obra? ¿Cuál será el impacto sobre los precios y los usos inmobiliarios (coworking, movilidad, tamaño de los pisos, etc.)?
En la era de la hiperconectividad, de momento mantenemos nuestras referencias y nuestras costumbres… ¡No hay nada mejor que compartir nuestras reflexiones sobre el mundo del mañana con nuestras comunidades!
Por Didier Le Menestrel – presidente de La Financiére de l´Echiquier