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Las empresas españolas están redefiniendo sus hojas de ruta en un entorno cada vez más interconectado, volátil y regulado. El informe Perspectivas España 2025, elaborado por KPMG y CEOE, confirma un cambio de enfoque que trasciende el corto plazo: la sostenibilidad e internacionalización en 2025 se consolidan como pilares estratégicos para asegurar el crecimiento, ganar competitividad y responder a los nuevos desafíos globales.

La internacionalización resiste en un entorno geopolítico inestable

Pese al clima de incertidumbre internacional —marcado por guerras, tensiones comerciales y políticas proteccionistas— el tejido empresarial español mantiene su vocación global. Un 43% de las compañías encuestadas afirma que ya tiene actividad internacional y la ampliará en 2025. Además, un 2% iniciará su proceso de expansión este mismo año.

La diversificación geográfica no solo se percibe como una oportunidad, sino como una estrategia defensiva ante la ralentización de algunos mercados europeos y las nuevas barreras arancelarias impulsadas por Estados Unidos.

Europa, América y Asia: mapas de oportunidad

Entre los destinos prioritarios, destacan Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, con sectores como alimentación, industria, turismo y tecnología liderando el movimiento exterior. Aunque las exportaciones españolas a EE.UU. solo representan el 4,7% del total, sectores como el agroalimentario, los productos farmacéuticos y la maquinaria pueden verse especialmente afectados por medidas proteccionistas.

Por ello, muchas empresas están explorando nuevos mercados en Asia, Oriente Medio y América Latina, buscando acuerdos con distribuidores locales, adaptando sus productos y digitalizando su estrategia comercial para reducir su dependencia de mercados tradicionales.

La UE reacciona: autonomía estratégica y competitividad

En paralelo, la Unión Europea ha comenzado a trazar un plan para recuperar protagonismo económico. El informe Draghi y la posterior Brújula de Competitividad proponen medidas para reforzar la autonomía estratégica, impulsar la reindustrialización y reducir la dependencia en sectores críticos como la energía, la defensa o la tecnología.

Esta agenda europea coincide con las demandas del tejido empresarial español, que reclama un marco que favorezca la competitividad global y potencie la capacidad de internacionalización de las empresas.

Sostenibilidad: de tendencia a exigencia estructural

Mientras tanto, la sostenibilidad deja de ser una opción reputacional para convertirse en una exigencia operativa y regulatoria. El informe muestra que el 33% de las empresas sitúa la sostenibilidad y los criterios ESG entre sus prioridades de inversión para 2025.

El avance de la agenda verde, la presión de los mercados financieros y la sensibilización del consumidor están forzando a las compañías a revisar su huella ambiental, sus políticas de gobernanza y su impacto social. Esto exige cambios profundos en la cultura organizativa, en los procesos y en la forma de medir resultados.

Nuevas métricas, nuevos riesgos, nuevos inversores

Adaptarse a este contexto implica incorporar indicadores no financieros, rediseñar cadenas de suministro con criterios éticos y sostenibles, y anticiparse a normativas europeas como la CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive), que amplía la obligación de reportar el desempeño ESG a miles de empresas medianas.

La sostenibilidad ya no se mide solo en emisiones de CO₂: también abarca la diversidad interna, la transparencia fiscal, el uso ético de la tecnología o la resiliencia frente al cambio climático. Las organizaciones que logren integrar estos elementos en su estrategia atraerán más fácilmente a inversores institucionales, accederán a mejores condiciones de financiación y consolidarán su licencia social para operar.

ESG como ventaja competitiva

Las empresas más avanzadas están transformando sus departamentos de sostenibilidad en motores de innovación. Proyectos de economía circular, eficiencia energética, digitalización verde y movilidad sostenible no solo responden a la regulación, sino que abren nuevos modelos de negocio.

Además, las grandes compañías están trasladando estas exigencias a sus cadenas de valor, presionando a sus proveedores —muchos de ellos pymes— para que adopten criterios ESG. Esto genera un efecto de arrastre positivo, pero también pone en riesgo a quienes no se adapten a tiempo.

Integrar internacionalización y sostenibilidad: el gran reto

Para muchas empresas, el desafío no es elegir entre internacionalizarse o ser sostenibles, sino hacer ambas cosas a la vez. Operar en nuevos mercados implica enfrentarse a legislaciones diversas, requerimientos sociales distintos y riesgos reputacionales amplificados. Pero también ofrece la oportunidad de exportar soluciones verdes, posicionarse como referentes sectoriales y contribuir a objetivos globales como los ODS.

Esta combinación exige gobernanza, flexibilidad y transparencia. Las empresas deben construir estructuras que les permitan operar con los mismos estándares éticos y ambientales en todos los países donde estén presentes, sin importar la presión local o la laxitud regulatoria.

Apoyo público e institucional, una pieza clave

El informe también refleja que, para que esta transformación sea viable, es imprescindible contar con políticas públicas alineadas con los objetivos empresariales. Los empresarios reclaman estabilidad regulatoria, un marco fiscal incentivador, programas de formación y acceso ágil a fondos europeos.

En especial, destacan la necesidad de facilitar la inversión privada en sostenibilidad e internacionalización, reduciendo las barreras administrativas y fortaleciendo las alianzas público-privadas. Sin un entorno favorable, muchas pymes no podrán asumir los costes de adaptación que exigen estos nuevos estándares.

Empresas que lideran el cambio

Algunas organizaciones ya están demostrando que es posible crecer siendo sostenibles e internacionales al mismo tiempo. Casos como el de Saica, en la industria papelera, o empresas del sector agroalimentario que combinan innovación ecológica con expansión en mercados emergentes, muestran que este enfoque no solo es viable, sino rentable.

Estas compañías integran en su estrategia herramientas de análisis de riesgo climático, auditorías ESG, criterios de diversidad y planes de descarbonización. Y lo hacen con una mentalidad que prioriza el largo plazo y el valor compartido.

Sostenibilidad e internacionalización en 2025: claves inseparables

Las conclusiones del informe son claras: el crecimiento empresarial en 2025 ya no puede desvincularse de su impacto social y ambiental, ni de su capacidad para competir en el exterior. Las empresas que integren sostenibilidad e internacionalización como parte estructural de su estrategia estarán mejor preparadas para resistir la incertidumbre, acceder a financiación, atraer talento y generar confianza.

Este nuevo paradigma no es una moda ni una reacción coyuntural, sino una transformación estructural que marcará la diferencia entre las empresas que sobreviven y las que lideran.