En abril, el número de afiliados a la Seguridad Social se situó en 18.458.667 en media mensual lo que supone una reducción de 548.100 afiliados con respecto el mes anterior, aproximadamente 691.000 corregidos de variaciones estacionales.
El efecto acumulado de la caída de afiliación durante el periodo marzo-abril es de 1.100.000 efectivos y de 1.382.000 si se corrigen sus efectos estacionales. Desde este análisis se puede visualizar con estos datos la magnitud de la crisis del Covid-19 sobre el empleo.
En términos de desempleo, el paro registrado aumentó en 289.891 personas situándose en los 3.831.203. En términos desestacionalizados, el aumento del desempleo con respecto el mes anterior es aún mayor (370.173 parados más). El efecto acumulado del incremento del desempleo durante los dos últimos meses se sitúa en 585.200 y 681.200 personas más en su serie original y corregida de sus variaciones estacionales, respectivamente.
El efecto de la crisis sanitaria, por lo tanto, se está manifestando, a primera vista, en mayor medida en el mercado de trabajo sobre los registros de afiliación que sobre los de desempleo. No obstante, cuando se observa la cuantía de trabajadores afectados por ERTE´s en abril (casi 3,4 millones de trabajadores) es posible visualizar el impacto sobre la población activa puesto que dichos trabajadores, al seguir dados de alta en la Seguridad Social no computan en las bajas de afiliación y, aunque están inscritos como demandantes de empleo, al tener la consideración de demandantes ocupados, no incrementan las cifras del paro.
5,5 millones de personas en prestación por desempleo
En este sentido, si sumamos los beneficiarios de la prestación por desempleo de marzo junto a los acogidos a esta situación de suspensión temporal de empleo tenemos un total de casi 5,5 millones de personas beneficiarias de una prestación por desempleo, registro histórico de la serie.
Por lo tanto, es preciso extender la vigencia de las medidas de flexibilidad laboral ya aprobadas, de manera que se permita adecuar las plantillas de las empresas a la gradual recuperación de la actividad y poner en marcha otras iniciativas que permitan minimizar el impacto de la crisis sobre la actividad y el empleo, fundamentalmente a través de una estrategia de normalización y reactivación que configure un clima y entorno de expectativas positivas para la inversión y la actividad empresarial.
Un análisis del Instituto de Estudios Económicos – IEE