El impacto que está causando el cambio climático sobre los recursos hídricos es uno de los argumentos para intensificar la lucha contra este fenómeno mundial. La acción de Agbar puede servir como ejemplo para transformar la gestión del agua y afrontar así un periodo marcado por el estrés hídrico que padece España.
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Todas las noticias que se relacionen con el cambio climático son cada vez más importantes. Con un problema cada vez más acuciante e imparable, es trascendental pasar a la acción y así lo han hecho muchas instituciones y empresas privadas.
No en vano, personas muy implicadas en la próxima COP26 mantienen que es el momento, es la hora de actuar tras los acuerdos alcanzados en las últimas cumbres, especialmente la de París. Negociación sí, pero lo que se necesita es más actividad y sensibilización de la sociedad para combatir un problema que tendrá un mayor impacto que la pandemia de la Covid-19.
Justamente ese es el objetivo del Día Internacional Contra el Cambio Climático (hoy, 24 de octubre): acercar este mensaje de compromiso con el planeta a toda la ciudadanía y organizaciones. Hay muchos temas encima de la mesa como el aumento de la temperatura en los océanos, la reducción de los glaciares o la pérdida de la biodiversidad que son esenciales para la conservación del planeta.
Dichos impactos empiezan a ser bastante palpables por los especialistas, aunque no tanto por el ciudadano de a pie, sin embargo hay un recurso que sí tiene mucha incidencia en el día a día de las personas y que también está sufriendo el efecto del cambio climático: el agua.
Falta de recursos hídricos
Quizás el agua es el gran motivo para sensibilizar a la sociedad respecto al fenómeno climático porque es nuestro bien más preciado, es salud y nuestra vida depende fundamente de ella. ¿Qué ocurriría si de repente deja de caer agua del grifo? ¿O que no hubiera suficiente para abastecer las necesidades agrícolas? Cuestiones como estas que parecen lejanas son las que se están empezando a sufrir en diversas zonas de España y buena parte del problema está generado por el cambio climático.
Basta hacer un breve repaso mental sobre los últimos años para darnos cuenta de la aparición cada vez más constante de fenómenos meteorológicos extremos como los episodios de DANA o temporales como Gloria.
España es uno de los países de la UE que más sufren este tipo de situaciones últimamente, por lo que nuevamente cabe decir que hay pasar a la acción. La situación es compleja por lo paradójica: mientras que en unos episodios hay exceso de agua e inundaciones, en otros se dan contextos de mucha sequía. La conclusión es que nuestro país padece mucho estrés hídrico, bastante más que otros países europeos.
En este contexto, los recursos hídricos se están viendo seriamente afectados ante es mayor variabilidad del ciclo del agua. Esto supone un previsible pérdida en la calidad del agua y más dificultades en la previsión de la disponibilidad de recursos. De no poner freno a esta evolución, las consecuencias se irán agravando. Tanto es así que las estimaciones indican que el 47% de la población vivirá en zonas de estrés hídrico para el año 2030.
Pero hay que añadir un problema más: el demográfico. La población seguirá creciendo y con ello una mayor demanda de recursos. Se necesitará hacer más con menos. La agricultura, la industria y las ciudades aumentarán sus necesidades de agua.
Aquí la previsión es que la demanda de agua crecerá entre un 20% y un 30% de aquí al año 2050. En esta década y en las posteriores, es urgente tomar medidas y desarrollar conjuntamente proyectos que refuercen la resiliencia de zonas rurales y ciudades. Así podrán soportar de la mejor forma todos los cambios bruscos del clima y sus consecuencias.
De la mano de los referentes
Decimos en colaboración porque esto no hay quien lo resuelva solo. El sector público y privado deben unirse en este tremendo reto, en el que hay actores que tienen mucho que decir por su experiencia y conocimiento. Ahí está el caso de Agbar, con una trayectoria de más de 150 años y con soluciones innovadoras y sostenibles para los tres entornos claves del futuro climático: industria, agricultura y ciudades. Actualmente, el Grupo da servicio de agua potable a 12 millones de personas en más de 1.000 municipios españoles.
Sin embargo, las cifras quedan en un segundo plano si tenemos en cuenta la visión estratégica de la compañía y la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Agbar está totalmente alineada con la Agenda 2030 de Naciones Unidas con el claro objetivo de evitar que la temperatura del planeta se caliente por encina de 1,5º.
La previsión es que la demanda de agua crecerá entre un 20% y 30% de aquí al 2050. Es urgente tomar medidas y desarrollar conjuntamente proyectos de resiliencia en zonas rurales y ciudades»
En el entorno europeo, la organización se adhiere al Green Deal para impulsar al viejo continente en su meta de ser neutro para 2050. En esta región del mundo, será clave el instrumento financiero de los Fondos NGEU sobre tres áreas primordiales como son la salud, transición ecológica y digitalización. Al respecto de este programa, Agbar ya ha presentado 75 proyectos punteros en materia de agua y medio ambiente, que aspiran a acelerar la transición ecológica.
La tecnología tiene mucho que aportar contra el cambio climático y las soluciones digitales serán un gran aliado para favorecer la resiliencia de entornos. Agbar cuenta con el valor añadido que ofrece la red Dinapsis, desde la cual varios hubs repartidos en España trabajan soluciones digitales de referencia para la transformación digital de la gestión del agua y la salud ambiental de los territorios. Además, cada hub está especializado en una temática según la necesidad del territorio de su influencia.
Una estrategia para luchar contra el cambio climático
Cada uno de estos proyectos resumen la esencia estratégica de la compañía, basada en cuatro líneas de actuación.
- Reducciónes de emisiones – El objetivo que se ha marcado la entidad es emitir un 45% menos de emisiones contaminantes para el año 2030. Para ello será fundamental la generación de energías renovables desde sus propias instalaciones. Solo en 2020, el Grupo generó 87,3 GWh de energía limpia procedente en su mayoría del aprovechamiento del biogás de las estaciones depuradoras. Por otro lado, la organización ha inyectado a su red eléctrica otros 23,2 GWh de energía verde. Una fuente energética que se emplea en las propias instalaciones y en su flota de vehículos.
- Planes de resiliencia – Esta otra línea de trabajo se basa en acciones concretas que preserven los ecosistemas y los ‘mecanismos de defensa’ de entornos frente a adversidades climáticas. En este eje destaca el Proyecto Guardián en el Parc Natural del Túria en Valencia. Allí se ha desarrollado un sistema para la reutilización del agua el sistema de riego y para actuar frente a incendios forestal. El Proyecto cuenta con 40 cañones de agua y una red de sensores que monitorizan el bosque en tiempo real. Una estación regeneradora de agua con las últimas tecnologías depura el agua y la convierte en apta para su uso en este entorno. El proyecto es impulsado por el Ayuntamiento de Riba-roja de Túria y el Ayuntamiento de Paterna, en el que colaboran Hidraqua (empresa del grupo Agbar que opera en comunidad valenciana), Medi XXI, Universidad de Valencia, Universidad Politécnica de Valencia y Cetaqua, y que en estos momentos se busca replicar en otras ciudades españolas.
- Biofactorías – Es la evolución sostenible de las tradicionales depuradoras. Este modelo de instalaciones son un claro ejemplo de economía circular por el aprovechamiento de recursos y la neutralidad de residuos. El balance energético es cero porque se produce toda la energía que la planta necesita. Toda el agua que depura la planta se reutiliza al 100%. En España destaca el caso de la Biofactoría Sur de Granada en donde toda el agua depurada se reutiliza para el riego de cultivos y además casi la totalidad de los lodos de arenas y grasas se revalorizan como abono para la agricultura. Una planta autosuficiente y sostenible que es referencia internacional y que ha sido reconocida por la publicación European Circular Economy Stakeholder Platform.
- Modelos para una economía baja en carbono – En este caso se buscan desarrollar modelos responsables del clima que además protejan la biodiversidad. Por ejemplo, en el Delta de l’Ebre, Agbar gestiona humedales artificiales de depuración, que depuran el agua utilizada para el cultivo del arroz mediante el uso de la vegetación acuática y los microorganismos. Estos humedales han sido declarados reserva natural de fauna salvaje por el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña y son espacios óptimos para la alimentación y la nidificación. A día de hoy es una zona de alto interés ornitológico, que ofrece espacios idóneos (refugios, zona de alimentación y nidificación) para la observación de aves, algunas de ellas amenazadas, paseos naturalistas y educación ambiental.