Parece una obviedad, pero los agentes energéticos son claves para reducir la pobreza energética. Esta tesis que parece simple de entender ha sido objetivo de estudio por la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universitat de Barcelona y Fundación Naturgy, las cuales han dado a conocer una nueva investigación dirigida por la catedrática María Teresa Costa-Campi.
Datos de la pobreza energética en España
Pero antes, los datos. Según el estudio, España es uno de los países donde más impacto tiene la pobreza energética. En los últimos 10 años hasta 2022, la padece el 17,1% de los hogares nacionales frente al 9,3% de la media europea. Se trata de una cuestión económico, pues afecta a familias de bajos ingresos, pero también coexisten otros factores como la baja eficiencia de equipos y edificios o una escasa formación de los consumidores. Como un tipo de pobreza más, la energética afecta al bienestar de los individuos agrava situaciones de exclusión social.
“Estas graves consecuencias requieren la coordinación de los distintos agentes implicados en su resolución y establecer un modelo de gobernanza que los integre en su diversidad”, explica Costa, que añade que “la lucha contra la pobreza energética debe enfocarse de abajo hacia arriba, a través de las administraciones, las entidades del tercer sector, las instituciones académicas y los agentes del sector energético que actúan a un nivel local, ya que ofrecen una mayor cercanía a los colectivos en dificultades o en riesgo de exclusión social”.
Los agentes energéticos y la acción local
Para dar respuesta al complejo problema de la pobreza energética, el estudio destaca la necesidad de cooperación y ejecución de planes locales, así como el empoderamiento de las familias a través de la labor de los agentes energéticos. Actualmente, administraciones y ONG´s son las responsables de impulsar las iniciativas en un 87,5% y un 81,3% de los casos, respectivamente.
Uno de los retos pendientes que cita el estudio está en la falta de recursos humanos para facilitar planes o ejecutar medidas concretas. Se evidencia escasez de profesiones en el tercer sector y aquellos dedicados a solucionar las dificultades a la hora de acceder a ayudas y subvenciones de tramitación compleja.
Otro aspecto que debe mejorar la propia Administración es la burocracia, caracterizada por procesos lentos y con nivel bajo de digitalización.
La principal fortaleza que esgrime el estudio se da en la capacidad de las empresas del sector energético para apostar por la innovación y tener las herramientas para disponer de información valiosa sobre consumos. Estas armas son importantes para los expertos a la hora de dar una respuesta proactiva a la pobreza energética.
Más energías renovables
Hecho el diagnóstico, el análisis también se centra en la parte activa en la lucha contra la pobreza energética. A nivel local, se está trabajando en varios frentes, entre los que destaca la promoción de energías renovables. En esta vía, los expertos aseguran que la colaboración entre empresas energéticas y administración pública desempeña un papel fundamental en las iniciativas para fomentar el uso de fuentes renovables. Las empresas se encargan de realizar las instalaciones y conexiones a la red, así como de desarrollar aplicaciones de autoconsumo. Por su parte, las organizaciones locales aportan su conocimiento del terreno y promueven el empoderamiento energético de los ciudadanos a través de comunidades energéticas o asociaciones vecinales. Además, las universidades y los centros de investigación ofrecen asesoramiento técnico y respaldan el trabajo de campo y la elaboración de los planes de actuación.
Dicho así, suena muy sencillo, pero algunos testimonios de las entidades sociales aseguran que todo es bastante más complejo. “Las medidas de arriba a abajo en rehabilitación energética no terminan de llegar a las familias por la complejidad de la gestión de los fondos. Hace falta que las entidades sociales analicemos cómo realizar estas mejoras más profundas, que ayuden a las personas y al impacto ambiental. Al final, todas las entidades tenemos el mismo objetivo, por lo que deberíamos revisar esos engranajes para que lo que hagamos no sume, sino que multiplique”, ha señalado Xavier Mauri, de Fundació Hàbitat3.
Desde Cruz Roja Española, Sara Casas, revela unos datos que explican la complejidad de la pobreza energética. “En 2023, de las 23.000 personas atendidas por la institución, el 60% manifestaba que no contaba con confort térmico en su hogar ni capacidad económica ni recursos para salir de esa situación, con lo cual queda mucho trabajo por hacer en este ámbito”, indica Casas.
Por su parte, Arturo Zea, de la Fundación València Clima i Energia del Ayuntamiento de Valencia, ha declarado que “trabajamos una transición energética inclusiva y, para ello, nos apoyamos en la Oficina de la Energía en la que atendimos el año pasado a más de 8.500 personas, sobre todo en centros educativos, ya que es muy importante trabajar con las nuevas generaciones”.
La iniciativa de Meryem Madi, promotora de la eficiencia energética, parte de cero al asistir a familias que residen en un complejo residencial y que requieren formación para ser capaces de llevar una existencia independiente y saber administrar la energía cuando pudieran habitar en sus propias casas.
La pobreza energética es una preocupación en España, pero también en Europa. En este sentido, João Pedro Gouveia, del Centro europeo de asesoramiento sobre pobreza energética (EPAH-EU), ha destacado en la mesa redonda que ha contextualizado a la presentación del estudio que “aspiramos a convertir la iniciativa Energy Poverty Advisory Hub en una plataforma experta que ponga a disposición de autoridades locales, tercer sector y, en general, entidades que luchen contra el fenómeno de la pobreza energética, multitud de herramientas de apoyo tanto a nivel de conocimiento e incremento de habilidades, como en la ejecución de las iniciativas”.