El mercado del lujo se expande por toda Asia a la vez que el crecimiento económico del continente.
Surgen nuevas clases altas cada vez más sofisticadas a quienes gusta ostentar su nuevo status económico y social, un comportamiento que forma parte del acervo cultural oriental.
Tokio fue la capital asiática del lujo. Hoy rivaliza con las galerías y tiendas abiertas en Hong-Kong, Singapur, Seúl, Taipei, Shanghai, Abu Dabi y Dubai. Las grandes marcas occidentales lo saben bien. Asia es el nuevo “El Dorado” del sector del lujo.
Las boutiques abiertas en China se triplicaron entre 2008 y 2011. Las 20 principales marcas mundiales cuentan con más de un millar en el país. Louis Vuitton que abrió la primera en Pekín en 1992, tiene 40 boutiques en 25 ciudades chinas.
Y Hong-Kong es algo más que un centro financiero. Es la nueva capital asiática del mercado del arte y atrae a los grandes coleccionistas y galerías de la región. Los artistas chinos ya son muy valorados.
Para Christie’s, la mayor casa de subastas mundial, sus ventas en Hong-Kong pasaron de representar el 3% en 2008 al 30% en 2012. En otoño abrirá otra sala en Shanghai.
China, por su dimensión territorial y humana, se convierte en el primer mercado mundial del sector. El número de millonarios chinos alcanzó los 1,4 millones en 2012. Gastarán cada vez más en artículos de lujo y arte.
Los turistas chinos son los clientes más apetecidos en las tiendas de París, Londres, Milán, Madrid y Barcelona donde compran productos caros, pero a un precio inferior, entre un 30% y un 40%, a lo que les costaría en una tienda de Shangai o Pekín.
Según un estudio de la consultora Bain & Company, China aportó en 2012 uno de cada cuatro consumidores mundiales del lujo
Sin embargo, las ventas de lujo en China se frenaron en los primeros meses de 2103 tras años de frenético crecimiento. El Gobierno chino, alarmado por las crecientes desigualdades entre ricos y pobres que provocan tensiones territoriales y sociales, lanzó en febrero una campaña política contra los casos de corrupción de funcionarios públicos que solían recibir ostentosos regalos.
También para controlar la excesiva ostentación de los nuevos millonarios, muchos ligados al Partido Comunista. Incluso prohibió los anuncios de productos muy caros en la radio y televisión china.
El gran cliente chino
Pero los millonarios chinos comprarán más en el extranjero. Son los nuevos clientes de las tiendas en los “duty free” de los aeropuertos internacionales que les ofrecen artículos cada vez más adecuados a los gustos orientales.
De todos modos, el mercado del lujo, aunque a un ritmo menor, seguirá creciendo en China a medida que lo hacen las clases altas y medias. Y también el número de turistas chinos que viajarán al exterior: 83 millones en 2012 que gastaron la friolera de 75.500 millones de euros, un 40% más que en 2011.
China es el primer mercado emisor de turismo en concepto de gasto, superando a Alemania y EE.UU. Una buena noticia para el mercado del lujo español que en los últimos tres años retrocedió un 9%.
Los turistas chinos ya copan las ventas de las tiendas de lujo en Madrid y Barcelona. Así ocurrió en la capital catalana durante el último Mobile World Congress. Son y serán siempre bienvenidos. Las marcas españolas del sector del lujo deben seguir apostando por el mercado asiático.
Empresas como Lladró y Tous marcan el camino a seguir. Y es posible que los asiáticos inviertan en el deprimido sector inmobiliario de nuestro país, como ya hacen en Londres y París. Muchos millonarios desean tener una residencia en Europa. Deberíamos establecer un marco legal más adecuado para atraerlos.
Pero Asia es mucho más que China. Entre los países del Golfo Pérsico, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar concentran una gran riqueza. También en India y en los países del Sudeste asiático surgen nuevas clases altas y medias.
Un dato: la francesa L’Oréal, líder mundial de cosméticos, abrió en Indonesia cerca de Yakarta, su mayor centro productor en el extranjero para vender en el sudeste asiático, una de las áreas económica que más crece en el mundo. L’Oréal vende el 39,41% de su producción en los países emergentes mientras Europa representa el 35,5% y EE.UU. el 25%. Una tendencia que irá a más.