Está claro que el perfil de los abogados de las asesorías jurídicas ha cambiado. Han pasado de ser unos perfiles reactivos, que sólo actuaban en caso de conflicto, a ser, en la actualidad, claves para las operaciones de negocio y para la estrategia de la propia compañía.
El marco regulatorio y la presión en cumplimiento normativo, han hecho que su criterio sea importante y de gran valor en las empresas.
El abogado interno era, en cierta manera, ajeno a conceptos empresariales como el marketing y la comercialización de productos.
Hoy en día, la tendencia general es que la función del abogado interno sea estratégica, ya que la resolución de determinados conflictos y arbitrajes, por ejemplo, tienen impacto en la propia cifra de negocio. Su criterio sin duda añade valor y perspectivas a las decisiones de negocio.
El relevo generacional se ha realizado en muchas de las empresas y algunos de los responsables actuales de los departamentos jurídicos han sido con anterioridad abogados en despachos, con lo que conocen perfectamente cómo funciona el mercado legal.
No obstante, en este camino de evolución de abogado reactivo a directivo, la formación juega un papel importante para esta evolución del perfil.
El abogado debe complementar sus conocimientos técnicos con aptitudes empresariales de gestión para poder participar mejor de los diferentes procesos de negocio y para poner en valor la función legal dentro de las estructuras.
El abogado interno presta un asesoramiento trasversal a casi todas las áreas de la empresa y su criterio previene y elimina riesgos no sólo económicos sino de impacto reputacional y de desgaste de la compañía.
El problema es que algunos directivos han visto a sus asesores legales como piedras en el zapato para poder conseguir sus objetivos, debido a la escasa formación legal que suelen tener los responsables de otras áreas. Por eso, parte de la labor del abogado interno está en formar y comunicar sistemáticamente para hacer entender y valorar la función.
En el mundo tan regulado en el que nos encontramos y con los riesgos existentes que suponen tanto en impacto reputacional como económico, es importante que los directivos tengan esa sensibilidad legal.
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¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el abogado interno?
Uno de los principales retos de los abogados en las asesorías jurídicas es hacer entender el valor de la función y crear sensibilidad hacia los temas legales. En definitiva, aportar cultura legal en la compañía.
Muchas veces la percepción de otros departamentos es que son los que siempre dicen no, los que ponen palos en las ruedas en las operaciones de negocio y los que nunca entienden nada.
Puede que históricamente haya podido ser así, pero hoy en día el abogado de una compañía se ha convertido en un directivo más, capaz de aportar criterio, a la vez que soluciones en determinados marcos legales.
El abogado de la asesoría jurídica, además de tener sólidos conocimientos jurídicos, debe referenciar su consejo dentro del entendimiento del negocio.
Deben ser dinámicos y activos, buenos gestores y, sobre todo, buenos coordinadores de equipos. Son los mejores conocedores de su sector y de su negocio.
No obstante, el abogado interno aún sigue pensando que la función no siempre es bien entendida y les preocupa la opinión de la dirección general al respecto, sobre todo cuando la empresa todavía no ha hecho el cambio de orientación empresarial hacia la función jurídica.
A pesar de que se presta un servicio transversal a todas las áreas de la empresa, aún existe un alto porcentaje que reporta al director financiero, lo cual denota que la función no está en el lugar que le corresponde o, desde luego, no es bien entendida por la organización.
La dependencia de la dirección financiera responde al reporting histórico del fiscalista, que normalmente es abogado. Es difícil ver la evolución de la función jurídica en estos casos porque no está bien entendida desde la propia dirección.
De quién depende el abogado y el departamento e incluso cuál es su nomenclatura, denota el nivel de desarrollo de la organización en cuanto a la gestión de riesgos legales y sobre todo, la importancia que le dan a la función.
En empresas americanas el abogado suele siempre reportar al director general y responde a la importancia y el marco regulatorio tan estricto que existe en los EE.UU.
A modo de resumen, el abogado de asesoría jurídica ha de ser generalista en varias áreas del derecho pero con un profundo conocimiento del sector y del negocio y de lo que ocurre en los departamentos internos de su empresa.
El abogado interno deber ser un buen project manager, capaz de gestionar equipos, y, a la vez, gestor de riesgos empresariales dentro del marco legal.
Además, en su papel debe asumir responsabilidades y añadir valor a las operaciones convirtiéndose en un directivo más, con un papel cada vez más estratégico.
Tal vez deba ser el directivo que disponga una visión más global de la empresa para poder detectar los riegos y poder crear esa cultura legal que muchas empresas aún no tienen.