Un nuevo insight de Esade mantiene además que la tasa de paro alcanzaría un pico del 22%. La organización pide construir capacidades en una economía de bajo contacto.
“Actualmente, España no dispone de las suficientes capacidades operativas para implementar una estrategia completa de medición, rastreo y aislamiento individual equiparable a las de otros países, más acostumbrados a lidiar con epidemias respiratorias”, ha afirmado Toni Roldán, director de Esade Center for Economic Policy & Political Economy (EsadeEcPol), en el nuevo documento (Insight) que acaba de publicar, titulado ‘Impacto económico y políticas públicas para orientar la fase de transición’.
La severidad del impacto económico será función directa de los escenarios sanitarios y, por ello, desde EsadeEcPol proponen que “todos los esfuerzos del gobierno deben estar centrados en construir las capacidades para vivir en una ‘economía de bajo contacto’ y en extender todo el apoyo que sea necesario en el periodo de transición de la forma más ágil posible”.
“Calculamos que en España podría haber entre diez y treinta veces los casos detectados, entre un 6% y un 18% de prevalencia sobre el total de la población. Ello implicaría que, tras el ‘aplanamiento’ actual de la curva de contagios y fallecimientos, aún quedaría una mayoría de la población susceptible de ser contagiada”, ha señalado Antonio García Pascual, miembro del consejo asesor internacional de EsadeEcPol, profesor visitante de la Johns Hopkins University y co-autor del Insight. En este sentido, “los escenarios económicos que se abren para España dependerán de lo escarpado de cada nuevo brote, que a su vez vendrá determinado por la capacidad del país para mitigar la incidencia del virus” ha afirmado García Pascual.
Impacto económico: una caída del 15% del PIB en 2020
“El programa de ‘desescalamiento’ por fases planteado por el gobierno no evita resurgimientos parciales del brote en momentos y áreas concretas del país, que podrían llevar a cuarentenas parciales intermitentes y regionalizadas durante 2020”, ha asegurado Jorge Galindo, director de economía política en EsadeEcPol y co-autor del documento. Con los datos disponibles de movilidad en las pasadas semanas, los autores del Insight calculan que esas cuarentenas parciales se traducirán en una reducción de la movilidad entre el 40% y el 50%. Eso implicaría, en el escenario base, una caída del PIB cercana al -15% en 2020 y un rebote en el 2021 del 12%.
La tasa de paro alcanzaría un pico del 22%; por encima del 30%, si incluyéramos los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). En el escenario optimista, en el que se logra un control relativo de la epidemia y un menor coste en términos de movilidad gracias a la ampliación de capacidad de pruebas, el PIB se contraería en torno al 9% en 2020. En el escenario pesimista, asumiendo que se reproduce un rebrote similar al de marzo-abril, el PIB se contraería en un -20%.
Efectividad de las políticas públicas
La probabilidad de que España se acerque más a uno u otro escenario depende, en buena parte, de la efectividad de las políticas públicas que se implementen. Según los autores del Insight de EsadeEcPol, en el ámbito sanitario, para acercarse al escenario optimista, “España necesita (1) ampliar a gran escala la capacidad de medición, seguimiento y aislamiento individual de casos; (2) diseñar un modelo de distancia física de precisión, modular, condicional y territorializado, guiado por indicadores de alerta temprana y basado en el criterio de mayor impacto en reducción de tasa de contagio al menor coste socioeconómico posible.
Además de las medidas ya anunciadas, para mitigar la destrucción de tejido productivo y reducir al máximo el sufrimiento social, España debe de forma prioritaria (1) asegurar la puesta en marcha de sistemas más ágiles de cobertura para pymes, autónomos y colectivos vulnerables que no están cubiertos o no están recibiendo la liquidez necesaria a tiempo; y (2) flexibilizar y extender en el tiempo el acceso a los ERTE como instrumento clave para evitar despidos en el largo periodo de transición, que será largo.
Por su parte, la Unión Europea debe (1) mejorar las condiciones de los préstamos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para asegurar que resultan atractivos para los países que los puedan necesitar; y (2) concretar la financiación y el contenido del fondo europeo de recuperación.