Ha habido muchas noticias de calado en estos años, pero hay una en concreto que destacó por sus implicaciones sobre los liderazgos en el marco de la globalización actual: la muerte de Nelson Mandela.
La historia de este gran mandatario nos llama la atención precisamente porque sólo de vez en cuando aparecen en nuestro mundo líderes que sobresalgan tan considerablemente al compararlos con los demás. Y es que, en general, el nivel medio de estos últimos no suele ser especialmente resaltable.
Nelson Mandela nos remite, por ejemplo, a dirigentes de la altura de Gandhi. Ambos fueron líderes transformacionales. En el caso de Mandela, es más que encomiable su entereza y perseverancia durante el largo periodo de tiempo que permaneció encarcelado.
Asimismo se mostró dotado de una gran clarividencia para comprender cómo los cambios disruptivos pueden hacerse realidad. Como decía Einstein, no hay que intentar resolver los problemas con la misma mentalidad con la que fueron generados en su momento.
Por otra parte, fue remarcable su capacidad para descubrir las fórmulas originales que abren los posibles caminos de solución. Fue especialmente singular el Mandela que entendió y manifestó que, para hermanar a su pueblo, alguien tenía que empezar a dar un buen ejemplo en el sentido correcto.
[blockquote style=»1″]Nos rodean muchas personas excepcionales que nunca llegan a ser públicamente reconocidas. Son líderes humildes y silenciosos que dificilmente son conocidos por el gran público[/blockquote]
Luchas heroicas de líderes de verdad
Todo ello a pesar de la oposición generalizada, tanto de extraños, como de conocidos. Representó una lucha heroica, casi en solitario, apta para muy pocos. Lo que nos remite al ejemplo de Hanna Arendt cuando defendió sus tesis sobre la banalidad del mal.
¿Por qué no surgen más a menudo líderes de dicha talla? Quizás sólo los momentos excepcionales, en los que hay que crear nuevos horizontes, dejen espacio para que este tipo de personas pasen a primer plano; cuestión de necesidad, seguramente.
Después, en cuanto se regresa a la vida ordinaria vuelven los líderes rutinarios, mediocres, a los que vamos conociendo cada vez más gracias a la mayor información que circula hoy en día. ¿Están los líderes de nuestro país a la altura de los desafíos planteados?
Por ejemplo, el de la transformación de nuestro sistema productivo; cosa que parece haberse olvidado ahora que ya se anuncia con autobombo precoz la salida de la crisis.
Por otra parte, destacan asimismo el encaje de Cataluña o el final de ETA. ¿Hay algún líder español que ayude a hermanar dando ejemplo de forma original? Porque de eso se trata ¡Qué difícil topar con líderes de verdad!
Por último, y paradójicamente, nos rodean muchas personas excepcionales que nunca llegan a ser públicamente reconocidas. Sin llegar jamás a ser líderes coronados por la fama, o destacados como Mandela y Gandhi, tienen la misma energía y convicciones y luchan con coherencia por sus ideales durante todas sus vidas.
Son líderes humildes y silenciosos que difícilmente son conocidos por el gran público. Esperemos que algún día surja, quizás en la red, alguna forma de reconocerlos y que su ejemplo inspire en mayor medida nuestra sociedad.