Por Pablo Gil, jefe de estrategia de XTB
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Si algo hemos aprendido los últimos años sobre los mercados financieros, es que ya no se comportan como lo hacían antaño. Si antes la evolución macroeconómica era la que dictaba la tendencia de las bolsas y los bonos, ahora son los Bancos Centrales los que intervienen el mercado de renta fija a su antojo y financian políticas fiscales ultra expansivas, que permiten crear una ilusión de seguridad entre los inversores, invitándolos a asumir riesgos para los que no están preparados.
Durante la mayor recesión del último siglo hemos observado atónitos, como las bolsas marcaban nuevos máximos históricos, como los bonos de peor calidad también llamados “bonos basura” cotizaban incluso por encima de los precios previos a esta pandemia, de la que estamos aún lejos de ver su final.
El único motivo que ha permitido este comportamiento, ha sido un trabajo orquestado por Bancos Centrales del mundo entero inyectando liquidez y tendiendo una red de seguridad, como jamás se había hecho, en torno a los activos de riesgo, a la vez que se aseguraban de situar el coste real del dinero en tasas negativas.
La reducción artificial de la prima de riesgo, la inundación de liquidez y la represión del ahorrador han hecho el resto, y el resultado es una búsqueda desesperada por encontrar activos con rentabilidad positiva con independencia del riesgo que tenga dicha inversión. En este entorno la bolsa es la gran ganadora con independencia de las valoraciones históricas a las que cotiza, al menos de momento.
La llegada de Joe Biden…
La victoria de Biden en las últimas elecciones trae consigo aquello que más gusta a los inversores, la promesa de más estímulos. Sacar adelante el nuevo paquete fiscal de casi dos trillones de dólares adicionales no debería ser un problema, ahora que los demócratas controlan la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado. El otro obstáculo que podría surgir es el tema concerniente a la financiación de todo el déficit adicional que supondrá el nuevo paquete de estímulo.
Pero también, en este aspecto, Biden ha demostrado astucia nombrando a la expresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, como nueva secretaria del Tesoro estadounidense. La capacidad de entendimiento entre la expresidenta Yellen y el actual presidente de la FED, Powell, será máximo, lo que abrirá una relación de “dime que necesitas que yo te lo doy” sin precedentes. Todo indica que el resultado será un nuevo máximo histórico en el nivel de endeudamiento crónico, no solo de la primera potencia mundial, sino a nivel global.
A corto plazo, los inversores seguiremos respondiendo a los estímulos, como el perro de Pavlov, y no me extrañaría nada que las bolsas mantengan su tendencia alcista, inflando esta burbuja histórica aun más.
A largo plazo me cuesta ver escenarios positivos y me decanto por uno de estos dos desenlaces: el más probable es que para finales de este año se produzca una recuperación económica inicialmente fuerte, algo que tendría sentido tras la represión del consumo durante la pandemia, pero provocará presiones inflacionistas y obligará a plantear subidas de las tasas de interés en un mundo con un nivel de deuda estratosférica.
El escenario menos probable es que la pandemia se vuelva estructural y no coyuntural, lo que provocaría un mayor endeudamiento, destrucción del tejido económico, mayores tasas de desempleo y, muy probablemente, una profunda crisis social. Es solo cuestión de tiempo que los grandes desequilibrios en los que sustentamos nuestro modelo económico lleguen a su fin, pero eso es tema de otro artículo.