La transformación digital constituye una diferencia competitiva notable para las organizaciones del siglo XXI.
Desde 2014, la UE ha dedicado parte de sus esfuerzos a construir un índice para medir el nivel de digitalización de los países comunitarios y de sus empresas. El resultado de esta iniciativa fue la implantación del Índice de Economía y Sociedad Digital o DESI, por sus siglas en inglés.
Según este índice, en 2019 España se posicionó en el undécimo puesto de este ranking, cuatro puntos por encima de la media europea, pero perdiendo una posición respecto a la que tenía España en 2018. Este descenso se ha debido a un estancamiento en el desarrollo e implantación de los servicios Cloud y el comercio electrónico.
Con el objetivo de revertir esta situación, se debe potenciar la inversión en formación de capital humano y cultura digital, no solo a nivel académico sino también a nivel empresarial. Como resultado de la implantación de estas mejoras, se podría producir un aumento del 10% en este índice europeo que contribuiría, en promedio, a un punto porcentual al crecimiento del PIB per cápita real.
Mientras que España se sitúa actualmente por delante de países comunitarios vecinos como Francia o Italia, no todos los sectores ni empresas avanzan en la misma dirección o al mismo ritmo, lo que revela que todavía hay un largo camino por delante de aprendizaje e implantación digital.
Los que van por delante en la transformación digital
En términos generales, los sectores que más han apostado por esta digitalización son los negocios B2C, entre ellos se destacan los servicios financieros, las telecomunicaciones, el retail o el turismo, seguidos de otros sectores como el transporte o el sector energético. Telefónica, CaixaBank, Inditex o Mapfre son algunas de las empresas nacionales que se encuentran a la cabeza de esta transformación digital.
Este liderazgo se debe a que estas empresas han sabido satisfacer las principales demandas del nuevo cliente digital: una rápida incorporación del comercio electrónico, la automatización de procesos, el impulso de la omnicanalidad y una hiperpersonalización constante de productos y servicios, se encuentran entre los nuevos requisitos para hacer del Customer Experience algo único.
Las pequeñas empresas, rezagadas en la digitalización
No obstante, las diferencias también se evidencian según el tamaño de las organizaciones españolas. Mientras que la mayor parte de las grandes empresas disponen de todo tipo de avances digitales, únicamente el 7% de las empresas con menos de 10 empleados cuentan con servicios de Big Data y herramientas en la nube.
Dato que resulta ciertamente preocupante, si se tiene en cuenta que más del 90% del tejido empresarial lo conforman estas Pymes.
Para poder conseguir avances homogéneos a nivel digital, es necesario crear los mecanismos pertinentes y las alianzas estratégicas adecuadas para velar por una implantación más uniforme de estos planes en todo tipo de empresas, sin importar el sector al que pertenezcan o el tamaño de las mismas.
De hecho, el Gobierno de España ha aprobado un crédito de 200 millones de euros, mediante su plan Acelera Pyme, para agilizar al máximo la digitalización ante la crisis del coronavirus.
En definitiva, el mercado ahora evoluciona al mismo ritmo que las demandas y nuevas necesidades de los consumidores, es decir, si el cliente digital ha llegado para quedarse, las organizaciones se están viendo forzadas a adaptarse a este nuevo ecosistema para sobrevivir, dañada por la situación de emergencia sanitaria que vive el mundo.
Así, mientras que muchas empresas ya han puesto a disposición de sus empleados todos los mecanismos y soluciones posibles para facilitar el trabajo digital en tiempos de crisis, aquellos negocios que no incorporen estos avances quedarán en el olvido y, muy posiblemente, desaparecerán.
Por José Luis Cortina – Presidente de NEOVANTAS