Leemos, hablamos, sobre el nuevo empleo por venir. Algunos con curiosidad o inquietud, otros, abiertamente, con miedo, cuando no pánico. Si ya veníamos sometidos a unas fortísimas dinámicas de cambio, impulsados por el vendaval desatado de las tecnologías digitales, el inesperado parón impuesto por la pandemia del coronavirus parece anticipar un nuevo escenario para el mundo del trabajo.
De forma súbita, millones de personas han pasado a teletrabajar y hasta le han tomado el gusto. ¿Es el trabajo desde casa el nuevo modelo a implantarse? ¿Cómo trabajaremos en el futuro? ¿Servirán las leyes laborales actuales? ¿Se creará una nueva realidad laboral a consecuencia del virus maldito?
Avance de la sociedad digital
No, el Covid no creará un nuevo mundo, pero sí acelerará de manera ostensible algunas de las dinámicas previas que ya convulsionaban a la humanidad, como el avance imparable hacia la sociedad digital, por citar tan sólo el ejemplo más destacado.
O el abrazar con mayor convicción los ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible, por apuntar otra de las dinámicas que se verán reforzadas con toda claridad. Debemos cuidar al planeta que nos acoge, herido hoy por nuestra actividad agresiva.
La actual crisis también incrementará la pulsión preexistente de establecer fronteras y muros, bajo la falaz justificación de la defensa de la producción propia, cuando, en verdad, se pretende perjudicar a la ajena. Gran error que pagaremos caro, pero hoy no toca hablar de ello.
Para algunos, el empleo digital significa teletrabajo, cuando, en verdad, esta fórmula de trabajo que ya conocíamos bien, es tan sólo la punta del iceberg de las grandes transformaciones
El Covid acelerará estas dinámicas que ya sacudían el suelo que pisábamos antes de la pandemia, cocinadas a partir de ahora con la hipocondría social que priorizará cuestiones de sanitarias y de salud.
Como el Covid no crea un mundo nuevo, sino que acelera las dinámicas preexistentes, podemos, por tanto, anticipar algunas de las tendencias del empleo por venir, que exigirá cambios en la mentalidad y organización de las empresas mucho más allá del teletrabajo que nos ha permitido un mínimo de actividad incluso en los momentos más duros de la pandemia. ¿Cómo será, entonces, el empleo por venir?
El nuevo empleo que viene
Desde luego, será más digital. Para algunos, el empleo digital significa teletrabajo, cuando, en verdad, esta fórmula de trabajo que, por otra parte, ya conocíamos bien, es tan sólo la punta del iceberg de las grandes transformaciones en marcha y que podríamos agrupar en tres grandes categorías:
a.- Los sistemas digitales se convertirán en los reyes de los procesos y operaciones que configuran a la empresa. El trabajo humano quedará crecientemente condicionado y al servicio de los poderosos sistemas digitales que controlarán procesos, tareas, personas y finanzas.
Aunque el imperio de los sistemas condicionará a todo el organigrama de la empresa, serán los cuadros medios los que queden más afectados en sus tareas de control y organización.
Lo importante será el sistema, no la presencia física ni la oficina. Se tenderá a valorar resultados y cumplimiento de objetivos, no tiempo presencial o simplemente delante del ordenador.
b.- Se acelerarán la automatización y robotización. A la larga, cualquier puesto de trabajo repetitivo que pueda automatizarse, será automatizado. Este proceso eliminará posiciones manuales y administrativas en las empresas.
Nuestro Estatuto de los Trabajadores tiene ya 40 años y se manifiesta claramente obsoleto ante los nuevos retos laborales
c.- La Inteligencia Artificial procesará una ingente y creciente cantidad de datos, con los que tomará decisiones que hasta ahora adoptan los directivos y cuadros medios. ¿Cómo gestionar una organización en la que los algoritmos serán compañeros o jefes de las personas que allí trabajan?
El teletrabajo, pues, con todo lo novedoso que conlleva en cuanto formación, prevención de riesgos laborales, conciliación de vida familiar y laboral, jornada, medios y suministros, es tan sólo un primer paso, el más fácil si cabe, en este camino hacia el nuevo empleo en la sociedad digital.
Los sindicatos y las empresas tienen una enorme tarea por delante, la de comenzar a construir nuevos modelos de relaciones laborales, que logren, por una parte, la eficiencia necesaria para generar riqueza competitiva y, por otra, garantizar a los trabajadores condiciones de trabajo y retribuciones dignas.
La norma laboral debería emanar de la fuente del diálogo social en mayor medida que de los programas de los partidos políticos, más conocedores de la comunicación social que del mundo de la empresa y el trabajo.
Todo ello debería derivar en un nuevo marco laboral. Nuestro Estatuto de los Trabajadores tiene ya cuarenta años y se manifiesta claramente obsoleto ante los nuevos retos laborales. Hasta ahora, el contrato laboral era, en el fondo, un alquiler de tiempo.
Se contrataban días o años de trabajo. El mundo digital, que todo lo mide y en el que se podrá trabajar desde cualquier lugar del planeta, tenderá a pagar por resultados. ¿Cómo compaginar la norma laboral con los nuevos modelos de trabajo, cada vez más orientados al proyecto y a los resultados?
Son muchas las incógnitas abiertas, que podemos alumbrar con las certezas que también tenemos. Debemos ir adaptándonos a la sociedad y al empleo digital, antes de quedar orillados por otros actores internacionales más ágiles – como la Europa nórdica – en un mundo que no se detiene.
Barreras al nuevo empleo
Pero, atención, que medidas con el rígido Registro Horario o las contrarreformas laborales anunciadas pueden hacernos retroceder en esa carrera inevitable. Y el retroceder no se mide en metros, se mide en miles de puestos de trabajo destruidos.
La sociedad digital continúa su marcha, acelerada ahora por el Covid. No nos quedemos atrás, ahora que aún estamos a tiempo.