Directivos y Empresas

Messi, el liderazgo del genio


Por Gonzalo Martínez de Miguel CEO de INFOVA


A la hora del anuncio de la salida de Messi del Fútbol Club Barcelona, se le afea la falta de liderazgo. No sé si el reproche es legítimo. Es como pedirle a Miguel Angel que, además de esculpir La Piedad o el David, fuera un líder. O a Einstein le exigiéramos haber sido un gran líder por haber escrito la teoría de la relatividad.

 Y es que, en el fondo nos gustaría que los genios fueran extraordinarios también como líderes, como seres humanos, como padres y madres y como vecinos. Pero la mayoría no lo son.

Leo-Messi pidió por burofax irse del Barcelona.

Son extraordinarios en un área de la vida, y ya está. Ramón y Cajal, que revolucionó la medicina, era un pésimo padre y un marido desastroso. Hemingway, premio Pulitzer y premio Nobel de Literatura, se pasaba todo el día ebrio.

Dalí era un marciano amoral para su época. Picasso tenía fama de ser mala persona. Muchos de los iconos de la sociedad han sido o son pésimos referentes en muchos aspectos.

Messi es una persona más bien tímida y un poco introvertida, no le gustan mucho los focos, ni hacer muchas declaraciones, ni tener mucha exhibición de su vida privada.  Messi deja que su juego hable por él. No es un líder en el sentido más exigente de la palabra. Hay otros jugadores más expansivos, más abiertos, con el carácter adecuado para liderar al equipo en el campo, aunque no sean tan brillantes como Leo Messi. 

En los clubs de fútbol es más visible el liderazgo del entrenador y de la dirección del club, que el de los jugadores. Si falta liderazgo en el club, deberíamos mirar ahí. El liderazgo consiste en crear las condiciones para que el resto del equipo pueda hacer su trabajo. Ese papel es del entrenador y la presidencia. 

Messi ha ganado muchísimo más de lo que ha perdido, pero sabe que, en un mundo insaciable, la derrota arrasa con todo, también con la imagen de los genios. Los grandes líderes y los grandes genios son especímenes diferentes

Liderar es influir en los demás para que decidan dar lo mejor de sus capacidades en pro de un objetivo. Liderar también es ser un referente de comportamiento para el grupo. Desarrollar al equipo e inspirarlo. Y, por supuesto, liderar es ponerse delante y tirar del equipo en los momentos difíciles. Quizás aquí es donde se le reprocha a Messi haberse visto superado por algunas situaciones difíciles, derrotas dolorosas, donde el equipo estaba perdido y necesitaba un faro que les diera dirección.

La ausencia del liderazgo de Messi

La realidad es que Messi ha sido referente en el campo durante décadas, ha dado dirección, ha marcado el nivel de excelencia de todo el equipo, ha inspirado a todos los jugadores para superarse, ha tenido un comportamiento deportivo ejemplar, se ha enfrentado a sus miedos para estar a la altura de la figura que se ha creado a su alrededor. Sí ha liderado. Pero no tuvo la presencia que se le requería en momentos muy visibles. 

A los genios no se les tolera la derrota. Así, por ejemplo, la figura de Elon Musk se deteriora cada vez que Tesla tiene un traspiés. El carisma de los actores desaparece en cuanto una película no funciona en taquilla. El fracaso se lleva por delante el carisma y el liderazgo, y la imagen de cualquiera. Para el gran público el fracaso no tiene explicación.

Los genios no tienen por qué ser líderes. Steve Jobs, el fundador de Apple, fue un genio de la comunicación, el marketing, la conceptualización de productos y la definición de la experiencia de usuario, pero tenía grandes carencias como líder. 

Tenía el carisma de los triunfadores, resultaba atractiva su forma visionaria de entender el negocio y la sociedad, su pensamiento divergente, su capacidad para detectar lo que realmente aportaba un valor diferente y su atrevimiento a la hora de romper el statu quo del mercado. 

Tenía muchas virtudes, pero no necesariamente era un buen líder. Como líder parece que le faltaba empatía con sus colaboradores, consistencia personal para manejar la frustración, humildad para reconocer sus errores, inteligencia social para las relaciones humanas… tenía muchas lagunas de carácter para ser el epítome del liderazgo.

No digo que fuera un pésimo líder, pero su liderazgo no estaba a la altura de su genio y de sus productos.

Messi ha ganado muchísimo más de lo que ha perdido, pero sabe que, en un mundo insaciable, la derrota arrasa con todo, también con la imagen de los genios.

En definitiva, los grandes líderes y los grandes genios, ambos imprescindibles y merecedores de aplauso, son especímenes diferentes. 

Salir de la versión móvil