A menudo cuando pensamos en grandes proyectos, siempre acabamos concluyendo que queremos proyectos sostenibles, pero realmente qué significa “sostenible” ¿?.
Esta reflexión no está de más en un contexto conyuntural que nos obliga a poner en duda o volver analizar muchas de las cosas que hacíamos con cierta “normalidad” o inercia años atrás.
Es por ello que aplicando la experiencia de últimos años financiando proyectos, en mi opinión, podemos llegar a la conclusión que el concepto sostenible aplicado a proyectos se resume en una triple dimensión:
Coherente + Respetuoso + Viable = Sostenible
Coherente: cuando se planifica un proyecto la coherencia pasa por algo tan básico como que sea necesario, funcional y que no duplique capacidades ociosas. Por ejemplo si estamos pensando en proyectos de infraestructura de transporte, la coherencia es que se tome la decisión viendo el global de las distintas infraestructuras existentes o potenciales para una zona en concreto. Igualmente tiene cierto sentido el concepto funcional en inversiones menores, significa en no encarecer innecesariamente las mismas en temas que pueden ser superfluos para el servicio o cometido que se le quiera dar.
Si por el contrario estamos pensando en proyectos de generación eléctrica quizá deberíamos sustituir la palabra coherencia por independencia, es decir en un modelo ideal si la generación depende de otra fuente de la que no disponemos y en manos de un tercero, a largo plazo potencialmente puede generar tensiones. Es obvio que estos razonamientos solo aplican para proyectos nuevos una vez cubierto las necesidades básicas de un territorio.
Respetuoso: En una doble visión, social y medioambiental
Respetuoso socialmente. De alguna forma en nuestro mundo desarrollado cuando se tramita un proyecto ya disponemos de los mecanismos legales que aseguran que socialmente tomen en consideración los intereses del colectivo de población en concreto afectado. Y precisamente por ello debemos mantener esa exigencia cuando se trate de proyectos en otros territorios.
Respetuoso con el medioambiente, creo que es lo que todos tenemos más claro, hay que minimizar siempre el impacto en el medio y deberíamos ser capaces de hacerlo. Pero no podemos confundirnos en pensar que el concepto de sostenible solo sea medioambiental.
Viable: También en una doble vertiente, técnica y económicamente viable
Técnicamente viable, en un gran proyecto no hay espacio a la improvisación tecnológica, sería un caos y una ruina. Ello con todos los avances de los que disponemos hace que sea posible certificar una viabilidad técnica en los grandes proyectos, y debemos dedicarle todos los esfuerzos necesarios.
Económicamente viable, a veces nos olvidamos de ello… Un proyecto tiene que ser viable por si mismo, de lo contrario a largo plazo genera tensiones. No obstante, en ocasiones resulta que hay que ayudar o subvencionar un sector para que despegue, o un proyecto en su fase de rump up. Ello es lícito pero tiene que tener un límite temporal, o un cap de importe, es decir no podemos generar proyectos o desarrollar sectores basados en subvenciones, no tiene ningún sentido a largo plazo.
Evidentemente nunca hay verdades absolutas, si hablamos de infraestructuras hay que pensar en un horizonte temporal de largo plazo y nos tocará hacer algunas en las que la rentabilidad se obtendrá a largo plazo, pero deberá existir sin hacer o asumir hipótesis en los modelos excesivamente optimistas.
Si miráramos atrás, en ocasiones no se ha considerado esta definición de sostenibilidad y el resultado es que se han generado un exceso de infraestructuras en las que unas han canibalizado las otras y a nosotros como país nos ha quedado una deuda a largo plazo innecesaria que nos hace perder competitividad en comparación con otros países más “austeros” en su planificación de grandes proyectos.
Con todo ello en mi opinión creo que los Bancos financiaremos mayoritariamente solo proyectos sostenibles, en este sentido más amplio de sostenibilidad. De alguna forma hoy la gran paradoja del mercado es que hemos pasado de pensar que los proyectos con garantía de la Administración o subvenciones eran los mejores, a decir que solo podremos financiar a largo proyectos con riesgo demanda (exagerando un poco) donde pagan los usuarios.
En este sentido la Comunidad financiera se sentirá cómodo en un proyecto brownfield (aquél que ya cuenta con experiencia de demanda) y por el contrario en un greenfield (proyecto nuevo) necesitará compartir el riesgo de rump up con inversores y probablemente administración.
Finalmente y para acabar de poner un punto más divertido, teniendo en cuenta las nuevas regulaciones bancarias, todo apunta a que la Banca Comercial tendrá imposiciones de ratios que le dificultarán la financiación a plazo de los proyectos y será el momento de entrar nuevas estructuras distintas al crédito convencional. Es decir, en alguno de los grandes proyectos a fin de conseguir una financiación a largo plazo se estructurará combinando Bancos con Inversores Institucionales en distintas modalidades como Project Bond, estructuras Mezzanines, o combinaciones de ello con el crédito sindicado tradicional.
En cualquier caso la Banca española tiene un gran expertise en ello, aplicándolo con éxito en otros países, y Banco Sabadell será uno de ellos, eso sí siempre que el proyecto concreto sea sostenible en su sentido más amplio.