“Se podrían bajar todos los impuestos que han subido”

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Daniel Lacalle, economista y gestor de fondos de inversión.

Daniel Lacalle, economista y gestor de hedge funds, tiene en su haber dos best sellers como Viaje a la libertad económica y Nosotros, los mercados (Deusto) en los que cuestiona lo incuestionable sobre la economía y la reciente crisis. Al hilo de ellos, Lacalle nos cuenta desde Londres su visión sobre diversos asuntos de actualidad.

Como profesional activo en el mundo de las finanzas, ¿cree que se demonizado con razón a los gestores durante la crisis? ¿Se ha criticado muchas veces sin tener conocimiento de los llamados
“mercados”?

Nunca nos quejamos de los mercados cuando abusamos de ellos. Lo que ha ocurrido es que nosotros hemos sido el mercado con esteroides. Hemos tenido una expansión de crédito muy grande, similar a la de China en los últimos 10 años. Mientras todo eso ocurría, la sensación de euforia nos hacía pensar que todos éramos los mejores inversores del mundo, que todo se justificaba, que el dinero era gratis etc. Cuando todo eso se acaba, demonizamos a lo que hemos abusado. Pero es que simplemente el mercado no es más que un instrumento. Lo más curioso es que se demoniza a los mercados cuando el 90% de los activos bajo gestión solo pueden comprar. Entonces cuando dejan de comprar, se les demoniza. El ejemplo de la deuda pública es fantástico, el dejar de comprar deuda pública se le llama atacar. Yo creo que la toma excesiva de riesgo ha sido algo consustancial no solamente a los gestores, sino también a los estados, las familias y las empresas. En eso todo el mundo tiene su responsabilidad.

¿La salida de la crisis puede ser un buen momento para que los inversores tomen algún tipo de riesgos o hay que ser por la línea conservadora?

Yo creo que ser conservador siempre es bueno. La razón de ello es porque nos dejamos llevar por lo momentos de euforia. Los inversores, sobre todo los minoritarios, suelen ser procíclicos  y ponen positivos en bolsa cuando ésta ha subido un 30%, nunca cuando ha bajado. Ese tipo de percepciones nos nubla la percepción del propio riesgo. Por otro lado, mucha gente, también sobre todo los minoritarios, hablan de las inversiones en términos absolutos, por eso yo creo que siempre es muy importante mantener la cordura y la prudencia y saber que no hay beneficios perdidos, sino pérdidas potenciales. Siempre tenemos que tener en cuenta cuánto estamos dispuestos a perder, no cuánto podíamos haber ganado.

Haciendo balance en España, vemos que se han subido muchos impuestos que en teoría no se iban a tocar. ¿Cuáles de ellos podrían bajar y cuáles no?

Se podrían bajar todos, porque se han subido desde una fiscalidad que ya era muy onerosa. No obstante, para mí hay una serie de impuestos esenciales que se tendrían que reducir. Para empezar el IRPF se tiene que reducir urgentemente porque es un impuesto injusto que penaliza el trabajo y la consecución de objetivos que son buenos para la sociedad. Del mismo modo, el impuesto sobre sociedades también se tiene que reducir porque en España más del 70% del valor añadido lo crean la Pymes y éstas son las que están sufriendo más esa fiscalidad que impide que estas compañías puedan crecer para convertirse en grandes empresas.

«El impuesto sobre sociedades también se tiene que reducir porque en España más del 70% del valor añadido lo crean la Pymes y éstas son las que están sufriendo más esa fiscalidad que impide que estas compañías puedan crecer para convertirse en grandes empresas»

Superada la recesión, ¿quiere decir que en estos momentos hay más creadores que destructores de riqueza?

No. Superar la recesión significa que un periodo en el que se comprime la economía termina. Hemos pasado de un periodo de enorme expansión a otro de compresión. En esta etapa no hay un proceso expansivo, estamos en lo que se llama estabilización, tras un gran caída (muy lenta) durante muchos años que ha sido muy dura para las familias y las empresas. A día de hoy, no hay más creadores de riqueza que destructores. Sobre todo porque todos los países de la Unión Europea salen más endeudados, con lo que la fragilidad del sistema es mayor aunque no se esté en recesión.

Además de la fiscalidad, uno de los problemas pendientes del gobierno es el del sector eléctrico. ¿Qué soluciones tiene esta problemática?

El sector eléctrico es muy sencillo y muy complicado a la vez. La razón de su sencillez es porque se soluciona con medidas de mercado. Más del 60% de la tarifa que paga el consumidor son impuestos, subvenciones y tasas procedentes del gobierno. El ejecutivo puede bajar la luz cuando quiera. La parte complicada es que es un problema de sobrecapacidad y de subvenciones. Todo el mundo propone cerrar plantas que no son eficientes y que están subvencionadas, pero cuando eso ocurre saltan gobiernos regionales, sindicatos… y no hay manera de cerrar. En este momento tenemos sobrecapacidad (es muy caro), una demanda que ha caído y por eso la parte proporcional que paga el consumidor sube. La única manera de solucionar este tema es reduciendo capacidad ociosa, eliminando las ineficiencias y cercenando estas partidas de subvenciones y tasas que controla el gobierno. Eso supone para un sistema que por definición tiene unos costes fijos que solo han subido durante toda la crisis.

Estos últimos meses las noticias económicas hablan de la recuperación española y el estancamiento francés. ¿Qué razones existen para hablar del caso de Francia?

El caso de Francia es muy sencillo, es un sistema que lleva mostrando esa señal de fragilidad y estancamiento desde hace muchos años. El gobierno y los votantes han tomado la decisión consciente de esconder la cabeza y esperar. No se puede cambiar un sistema económico dirigido en el que los costes fijos fagociten más del 57% de la actividad. Se ha creado un incentivo perverso por el cual se pierde algo muy importante de la economía francesa que es su corazón emprendedor. Llega un punto de saturación de esa intervención, del gasto público (57% del PIB) y la presión fiscal (46%). Es un sistema que ha pasado a ser confiscatorio que entorpece su propio crecimiento. En este sentido, Francia tiene que acometer reformas muy agresivas.

Usted habla del Bitcoin como una startup de moneda, pero aún muchos desconocen qué es y los usos que tiene. ¿Puede explicar brevemente su presente y futuro?

Bitcoin es un experimento en el que todavía está por definirse la verdadera demanda. No puede ser una moneda, cuando tiene mucha más volatilidad que cualquiera de las monedas del mundo, incluido el peso argentino. Es imposible que se implante a gran escala cuando la variación de un día a otro puede ser de un 35%. Así pues, para mí es complicado valorarlo nada más como un producto financiero. Es un futuro sobre una cuota de mercado dentro del comercio electrónico. No me parece nada más que eso, una startup.

Estando la financiación casi cortada para las empresas, ¿qué alternativas tienen los emprendedores para arrancar sus proyectos? ¿El sector privado se está involucrando?

La financiación bancaria como la hemos conocido se ha acabado. Evidentemente, con una tasa de mora del 13% no va a haber facilidades para el crédito aunque se impulsen todo tipo de medidas. Los emprendedores tienen que empezar a buscar financiación privada a través de varios medios. Los agentes privados se implican en el riesgo y en el proyecto de una manera más profunda, no es lo mismo que un banco. Es la única manera de que fluya el crédito. En Reino Unido y Estados Unidos se ha hecho ese traslado de la financiación hacia un modelo privado. Aún así, no se trata de sustituir, sino de que uno y otro modelo confluyan.

Usted que reside en Londres nos podrá hablar sobre la economía del Reino Unido. ¿Hay una burbuja inmobiliaria en estos momentos?

Sí. Aunque la economía haya crecido, los salarios no han aumentado desde 2007. La capacidad de endeudamiento tampoco ha mejorado de forma significativa y sin embargo, los precios de las viviendas se han disparado por unas políticas muy similares a las que tuvimos en España de incentivar la compra. Al contrario que en otros países, en Reino Unido una burbuja inmobiliaria no tiene el mismo efecto. Allí no existe ninguna duda de que si te equivocas comprando una casa te fastidies. La gente es muy consciente del riesgo que toma. En España se habla de la dación en pago del Reino Unido sin conocer realmente sus consecuencias, porque realmente cuando sucede algo así allí te conviertes en un paria crediticio que no puedes ni comprarte una tarjeta de transporte mensual.

En resumen, efectivamente hay burbuja inmobiliaria pero se desconoce cuándo podrá pincharse porque está muy concentrada alrededor de Londres.

¿Qué nexo de unión existen entre Viaje a la libertad económica y Nosotros, los mercados? ¿Qué impacto han tenido estas dos obras?

Estoy encantado con el impacto que están teniendo ambos. Si a mí me dicen al comienzo que iba a escribir dos best sellers, uno con cinco y otro con 13 ediciones, no me lo hubiera creído. Yo creo que hay tres razones por las que han tenido ese impacto. Primero, porque son rigurosos y fáciles de entender. Están escritos de una manera que no exigen que el lector sea un experto, porque lo que busco es divulgar y poner sobre la mesa datos económicos de una manera que sea fácilmente entendible. La segunda razón es que no son libros que tratan de ser un dogma, ya que el lector puede sacar sus propias conclusiones. La tercera razón es que cuestiono lo que se nos vende como incuestionable.

 Si Keynes levantará la cabeza y viera todo lo que se está diciendo en su nombre…
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