Si algo deja claro el informe Perspectivas España 2025, elaborado por KPMG y CEOE, es que la tecnología ha dejado de ser un área funcional para convertirse en un eje transversal de la transformación empresarial. En concreto, la automatización y la inteligencia artificial generativa están acelerando cambios profundos que afectan no solo a las fábricas o los departamentos de TI, sino también a la toma de decisiones, al modelo organizativo y a la interacción con los clientes.
La empresa que no automatice ni integre IA en 2025 corre el riesgo de quedarse fuera del juego.
Automatización: de la industria al back office
La automatización ya no es un fenómeno exclusivo de la industria manufacturera. En sectores como la banca, los seguros, la logística o los servicios profesionales, se están implementando sistemas automatizados para ejecutar tareas repetitivas, analizar grandes volúmenes de datos o gestionar incidencias en tiempo real.
Según el informe, el 69% de las empresas encuestadas invertirá en tecnologías digitales y nuevas herramientas durante 2025. Entre ellas, los sistemas de automatización inteligente ocupan un lugar destacado.
Este tipo de soluciones no solo mejoran la eficiencia operativa, sino que también liberan tiempo para que los equipos se centren en tareas de mayor valor añadido. Eso sí, su implementación exige reestructurar procesos, redefinir roles y capacitar a los empleados para colaborar con sistemas automatizados.
La revolución de la IA generativa ya ha comenzado
Lo que hace un año era una promesa, en 2025 es una realidad palpable: la IA generativa está integrándose a velocidad récord en el ecosistema empresarial. El informe revela que el 85% de las compañías españolas ya ha adoptado esta tecnología o lo hará en los próximos meses.
El impacto de la IA generativa va mucho más allá de la creación de texto o imágenes. Se está aplicando a:
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Automatización del diseño de productos.
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Generación de propuestas comerciales personalizadas.
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Elaboración de informes estratégicos en segundos.
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Simulación de escenarios de negocio.
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Optimización de decisiones en tiempo real.
Lo que antes era una tarea compleja, ahora puede resolverse en minutos. Esto está reduciendo costes, mejorando la agilidad y permitiendo una capacidad de adaptación sin precedentes.
Cambios en la estructura y en la cultura empresarial
La incorporación de IA generativa no es solo una cuestión técnica. Está obligando a las empresas a repensar cómo trabajan. El diseño de procesos, la asignación de responsabilidades y hasta los sistemas de evaluación de desempeño están siendo revisados para adaptarse a esta nueva realidad.
Muchas compañías han comenzado a crear equipos mixtos donde conviven perfiles técnicos, creativos y estratégicos. Se trata de estructuras más líquidas, colaborativas y orientadas a objetivos, en las que la tecnología actúa como copiloto, no como sustituto.
Gobierno de la IA: clave para escalar sin riesgo
La velocidad de adopción de la IA generativa ha superado las expectativas, pero también ha generado preguntas cruciales. ¿Cómo garantizar que estas herramientas se utilicen de forma ética? ¿Qué hacer si un sistema automatizado comete un error crítico? ¿Cómo se evitan sesgos o resultados opacos?
El informe señala la necesidad urgente de establecer modelos sólidos de gobernanza tecnológica. Las empresas que quieran escalar el uso de IA con seguridad deben desarrollar políticas internas sobre:
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Validación y supervisión de algoritmos.
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Trazabilidad de resultados.
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Protección de datos.
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Evaluación de riesgos éticos y legales.
La falta de un marco robusto no solo puede comprometer la eficiencia, sino también exponer a la empresa a daños reputacionales o problemas regulatorios.
Automatización industrial y ciberseguridad: doble frente
En los sectores más intensivos en automatización —como la industria, la energía o el transporte—, los avances tecnológicos traen consigo nuevos puntos vulnerables. Las fábricas conectadas y los sistemas robotizados deben protegerse de ataques que ya no solo buscan robar información, sino paralizar operaciones.
El informe advierte que muchas empresas industriales siguen sin tener una estrategia clara de ciberseguridad OT (tecnologías operacionales). A diferencia de los entornos IT, los sistemas industriales tienen características que dificultan su actualización, segmentación y protección.
Los expertos recomiendan medidas como:
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Separar las redes industriales de las redes corporativas.
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Limitar accesos remotos.
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Establecer protocolos de respuesta ante incidentes.
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Realizar auditorías periódicas de ciberseguridad.
No se trata de frenar la automatización, sino de acompañarla con un blindaje digital adecuado.
Nuevas competencias, nuevos líderes
La automatización e inteligencia artificial en 2025 no solo redefinen los puestos de trabajo, sino también los perfiles que deben liderarlos. Surgen nuevos roles como:
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AI Product Manager.
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Especialista en automatización de procesos.
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Arquitecto de sistemas inteligentes.
Estos perfiles requieren una mezcla poco habitual: conocimientos técnicos, comprensión del negocio y visión ética. Las empresas que no comiencen desde ya a formar o captar este talento, sufrirán un cuello de botella en la implementación de sus planes tecnológicos.
Automatizar con propósito: la nueva visión empresarial
El informe deja una advertencia clara: no basta con automatizar por automatizar. Las empresas más maduras están aplicando estos avances con un propósito definido: aumentar la calidad del servicio, mejorar la sostenibilidad, aumentar la resiliencia operativa o potenciar la experiencia del cliente.
La IA generativa y la automatización deben integrarse dentro de una estrategia corporativa más amplia, donde los beneficios no sean solo económicos, sino también sociales, organizativos y ambientales.
El 2025 marcará un punto de inflexión tecnológico
El escenario es claro: estamos ante una transformación irreversible. Las organizaciones que entiendan la automatización y la IA como aceleradores de inteligencia colectiva y no como simples herramientas, marcarán la diferencia.
La automatización e inteligencia artificial en 2025 no sustituyen el pensamiento estratégico, lo elevan. No eliminan el talento, lo liberan de tareas repetitivas. No cierran puestos, abren funciones nuevas.
El reto no es si implementarlas, sino cómo hacerlo bien.