La mayoría de las noticias relevantes en el ámbito económico y empresarial tienen que ver con la inteligencia artificial. No en vano, la irrupción de DeepSeek ha supuesto un terremoto en los mercados americanos. Mientras las grandes inversiones en el mundo se centran hoy en el desarrollo tecnológico, la inteligencia humana y las habilidades propias de las personas parecen relegadas a un segundo plano.
El debate entre la interacción entre la inteligencia humana (IH) y la inteligencia artificial (IA) está servido y en estos momentos está redefiniendo el futuro del empleo. Con motivo de la publicación de su último libro, El poder del carisma (LID), Raquel Roca alimenta esta conversación tan trascendental para poner luz al próximo horizonte del mercado laboral.
Claves, ventajas y desafíos de la inteligencia humana e inteligencia artificial
La base de la reflexión de la autora se basa en perder el miedo a la IA y tratar de entenderla desde sus fortalezas y debilidades. A partir de este entendimiento, Roca concluye que las capacidades de la IA no están diseñadas para reemplazar la riqueza y complejidad de la inteligencia humana, sino para complementarla. Esta sinergia entre ambas no solo destaca las limitaciones actuales de la tecnología, sino también las fortalezas únicas del ser humano.
Procesamiento, razonamiento y contexto: el dominio de la IH
Mientras la IA procesa grandes volúmenes de datos, identifica patrones y realiza predicciones con una precisión extraordinaria, carece de la habilidad para razonar con flexibilidad y comprender la complejidad del mundo real. Por el contrario, la IH es capaz de integrar factores económicos, sociales, emocionales y éticos en la toma de decisiones, un enfoque que las máquinas no pueden replicar.
La capacidad humana de interpretar contextos ambiguos y percibir sutilezas convierte al ser humano en un actor insustituible en áreas donde la empatía, la intuición y la ética son clave. Un ejemplo claro de esta comparativa se observa en el ámbito de la abogacía: aunque la IA puede generar contratos o analizar normativas legales, no puede defender a un cliente en un tribunal ni comprender plenamente las implicaciones emocionales de un caso.
Creatividad y autenticidad: terreno exclusivo de los humanos
Lo anterior conduce a la siguiente reflexión: la creatividad humana no tiene rival. Si bien la IA ha demostrado su capacidad para producir arte, música y texto, lo hace a partir de patrones existentes y sin una comprensión real de lo que crea. Este fenómeno, conocido como creatividad combinatoria, se limita a mezclar elementos preexistentes sin aportar la originalidad ni la autenticidad que caracteriza al pensamiento humano.
Un diseñador o arquitecto humano, por ejemplo, puede captar las emociones y necesidades de un cliente y transformarlas en proyectos únicos e innovadores. Mientras tanto, la IA puede acelerar el desarrollo de prototipos y optimizar procesos, pero siempre necesita la dirección y visión humana.
Flexibilidad y concentración: herramientas para enfrentar la incertidumbre
Una de las principales diferencias entre humanos y máquinas es la flexibilidad cognitiva. Los humanos tienen la capacidad de adaptarse rápidamente a contextos cambiantes, resolver problemas complejos y desarrollar nuevas habilidades. La IA, por su parte, está limitada a las tareas para las que ha sido programada y carece de la capacidad de improvisar en escenarios inesperados.
En un mundo donde las crisis y los cambios radicales son cada vez más frecuentes, habilidades como la concentración y la gestión emocional se vuelven esenciales. Prácticas como la meditación no solo mejoran la calma y el enfoque, sino que también preparan el terreno para la llegada de la inspiración, un recurso clave en la resolución creativa de problemas.
El papel de la IA en la toma de decisiones
Aunque la IA puede analizar datos y proporcionar predicciones precisas, no tiene la capacidad de entender el impacto emocional, ético y social de sus decisiones. La responsabilidad de tomar decisiones informadas sobre cómo y cuándo implementar la IA recae exclusivamente en los humanos.
Delegar el juicio ético y el instinto humano a un algoritmo conlleva riesgos importantes. Por ejemplo, en el ámbito empresarial, depender exclusivamente de la IA para decisiones estratégicas podría ignorar factores subjetivos esenciales, como las dinámicas interpersonales o las implicaciones a largo plazo en la reputación de la empresa.
Un futuro complementario: la inteligencia humana y la inteligencia artificial como aliados
La interacción entre la IA y la IH tiene el potencial de potenciar las capacidades humanas, liberando tiempo para actividades creativas, estratégicas y centradas en la conexión interpersonal. En lugar de competir con las máquinas, el futuro del trabajo humano radica en ser más humanos: cultivar habilidades blandas como la empatía, la comunicación efectiva, la creatividad y el liderazgo.
Un ejemplo claro es el sector de la atención al cliente. La IA puede gestionar consultas rutinarias y procesar pedidos en tiempo récord, pero cuando se requiere resolver un problema complejo o atender a un cliente insatisfecho, el toque humano sigue siendo irremplazable. La consideración y la empatía pueden marcar la diferencia entre una experiencia mediocre y una memorable.
Como este ejemplo se pueden detallar otros muchos en distintos sectores, sin olvidar que, por otro lado, la IA está transformando actividades muy diversas, desde el diseño hasta la salud. En todas ellas, la tecnología no busca suplantar al trabajador humano, sino liberar a las personas de tareas repetitivas y tediosas. Esto permite dedicar más tiempo a actividades gratificantes e interpersonales que requieren un toque humano.
Por ejemplo, en la industria del diseño, la IA puede generar múltiples prototipos en cuestión de minutos, pero la conexión emocional y creativa que un diseñador establece con un cliente sigue siendo fundamental para el éxito del proyecto.
En este contexto de complementariedad entre la técnica y las soft skills eminentemente humanas, Raquel Roca reivindica en su obra activar lo que algunos llaman las competencias J.A.G.U.A.R. (Jovialidad, Asombro, Gentileza, Único, Atractivo, Respeto). Este perfil ayudará a fomentar la creatividad, la empatía, la comunicación y la inteligencia social. Estas habilidades no solo distinguen a los humanos de las máquinas, sino que también les dan una ventaja competitiva frente a otros profesionales que no las desarrollan.
El desafío del sentido común en la digitalización
Por tanto, adoptar la tecnología de manera equilibrada será esencial para garantizar su éxito. Las empresas deben digitalizarse, sí, pero con un propósito claro, entendiendo el porqué y el para qué de cada avance. El uso adecuado de herramientas como la IA puede mejorar la velocidad, la creatividad y la precisión, pero nunca debe perderse de vista el valor humano que define a una organización.
Dicho todo esto, para Raquel Roca, el trabajo humano no desaparecerá, pero evolucionará. Los empleos del futuro serán aquellos que permitan a las personas sentirse conectadas, seguras y socialmente satisfechas. Las empresas que destaquen en el mercado serán aquellas que ofrezcan experiencias memorables y sorprendentes, tanto para sus clientes como para sus empleados.
En última instancia, el éxito no radica en lo que hacemos, sino en cómo lo hacemos. La combinación única de habilidades humanas seguirá siendo la piedra angular de un mundo donde la tecnología es un aliado, no un competidor.