Una vez regulado el juego online, el jugador y el sector se muestran reticentes a la normativa aprobada en mayo que ha dejado en Hacienda una cantidad importante de millones de euros.
España es tradicionalmente un país jugador de cartas y muy aficionado a las apuestas. Dos ingredientes para que triunfara el poker online entre la sociedad. Desde hace pocos años, numerosas casas de apuestas han diseñado atractivas webs para alojar jugadores amantes de este juego de cartas. Estas empresas empezaron a operar libremente y el número de participantes sentados en sus mesas crecía a ritmos vertiginosos, generando altos ingresos, tanto a apostantes que consiguieran batir a sus rivales, como a las propias firmas.
Era una escenario libre, sin regulaciones ni normativas oficiales, con lo que la palabra tributar no entraba en ninguna de las salas virtuales. Hasta el año pasado. El gobierno parecía tener ese as en la manga cuando decidió regular el poker online y conceder licencias exclusivamente a los dominios .es y a quien estuviera al frente de los pagos de los ejercicios pasados. Y como es sabido, Hacienda pocas veces va de farol. Consciente de que en 2011 las empresas del sector movieron cerca de 370 millones de euros, el ejecutivo diseñó y aprobó una normativa vigente desde mayo, momento en cual las firmas empezaron a desembolsar un 25% sobre sus ingresos netos.
A partir de ese momento, todo quedó legalizado y el fisco cuenta ahora con un dinero que anteriormente no preveía recaudar. Además, quizás esos importes sean mayores de los que se pudieran estimar en un principio, dado el crecimiento de este tipo de actividades. Es más, hay quien cifra esa recaudación en 140 millones de euros Pero no todos están contentos, ya que hay jugadores que están pensando en darse de alta en otras webs de países como Tailandia, Brasil o el Reino Unido. A los usuarios no les gusta que en la misma mesa esté sentado Hacienda, porque los jugadores pagan por el dinero que obtienen pero no pueden deducir las pérdidas. Por otra parte, según admiten algunas fuentes, los torneos previos a la ley del juego online podían admitir jugadores de fuera, con premios jugosos, mientras que en la actualidad la competición es solo entre españoles.