2024 se antoja como un año importante para el ámbito de los semiconductores en el viejo continente tras la entrada en vigor (en otoño del 2023) de la Ley Europea de Chips. La UE se ha marcado un reto mayúsculo como es el de liderar este campo tradicionalmente abanderado por Estados Unidos y países asiáticos.
La pandemia y la subsiguiente crisis de los semiconductores evidenciaron la urgencia de actuar a nivel europeo. Varios sectores, desde la industria automotriz hasta la de dispositivos sanitarios, se vieron obligados a cerrar fábricas debido a la escasez de estos componentes críticos para las cadenas de suministro industriales.
La carencia de chips plantea desafíos logísticos significativos, llevando a las empresas a reevaluar sus cadenas de suministro y procesos de fabricación para adaptarse a la falta de estos componentes clave. Esto ha trastocado considerablemente el panorama logístico mundial.
“Las empresas tienen que reorganizar las operaciones logísticas para optimizar la distribución de los chips disponibles y minimizar el impacto en la producción. En este contexto, la gestión eficiente de inventario y la planificación de la demanda se vuelven aún más importantes “ explica Mikel Lavin, General Manager en Intermodal Forwarding.
Las organizaciones han tenido que idear soluciones logísticas creativas para enfrentar esta escasez y asegurar la continuidad operativa. Como actores logísticos, hemos tenido que adaptar significativamente nuestros procesos para mitigar los efectos negativos. La optimización del transporte, las rutas y la distribución de chips disponibles ha sido clave para agilizar su llegada y mejorar la eficiencia en las cadenas de suministro, agrega Mikel Lavin.
Europa busca resolver su dependencia tecnológica con la Ley Europea de Chips
La situación subrayó que Europa no puede depender únicamente de las cadenas globales de suministro de chips ni de las pocas instalaciones de fabricación existentes, especialmente en un contexto geopolítico complejo.
Además, el problema tiende a empeorar, ya que se espera que la demanda de chips se duplique para 2030. “Si a esto le sumamos que del billón de microchips que fueron fabricados en todo el mundo en 2020, solamente un 10% corresponde a la cuota de mercado europea, las dificultades para satisfacer la creciente demanda europea debían de abordarse y solucionarse antes de que aumentasen aún más” puntualiza Lavin.
A través de la Ley Europea de Chips, la UE busca duplicar su cuota de mercado hasta alcanzar el 20% en 2030. Para lograrlo, se movilizarán más de 43.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas, junto con medidas para anticipar y responder rápidamente a futuras interrupciones en la cadena de suministro, en colaboración con los Estados miembros y socios internacionales.
«Promover el aumento de la fabricación de chips dentro de Europa tendrá un impacto positivo en la gestión de la cadena de suministro ya que la logística se simplificaría y el suministro estaría garantizado en diversos sectores, lo que impediría una nueva ruptura de las cadenas de suministro», finaliza el General Manager en International Forwarding
Las grandes corporaciones miran a Europa para el desarrollo de chips
La Ley Europea de Chips o la necesidad de dar un paso adelante en este campo han captado la atención de varias de las grandes organizaciones en el mundo que en estos momentos tienen un gran conocimiento en el desarrollo de semiconductores. Intel, por ejemplo, ha invertido 17.000 millones en la construcción de la primera gigafábrica de chips en Europa, ubicada en Magdeburgo, sumándose a las ya existentes en Polonia e Irlanda.
En Dresde, Alemania, TSMC abrirá su primera fábrica europea de semiconductores para sectores automotrices e industriales, en respuesta al interés de fabricantes alemanes como Volkswagen AG y Porsche AG.
Por otro lado, en Francia, STMicroelectronics y GlobalFoundries construirán la primera fábrica de semiconductores francesa en Crolles, al sureste del país, prevista para operar en 2026.
En España, Broadcom, una destacada productora de chips a nivel mundial, invertirá 900 millones en una nueva fábrica especializada en la fase final de producción de chips, conocida como back-end. “Nuestro país es muy interesante para las empresas que están buscando nuevos emplazamientos y oportunidades. La fábrica de Broadcom puede ser el primer granito en torno al cual se concentren otras instalaciones relacionadas con esta industria” anticipa Mikel Lavin.
Para seguir ampliando capacidades, se requerirá más espacio físico para ofrecer servicios logísticos y llevar a cabo operaciones intraeuropeas y futuras exportaciones de este producto producido en el continente y distribuido globalmente, apunta el experto.