Tres son los fundamentos del liderazgo: Influencia, motivación e inspiración.
El primero de ellos, la influencia, activa las conductas y es el ejemplo quien los fusiona.
La conducta en el liderazgo se expresa a través del comportamiento siendo, por tanto, el líder el principal constructor de las pautas de actuación.
El siguiente fundamento tiene que ver con la actitud que se activa mediante funciones motivacionales que el líder envía a modo de mensaje para obtener una respuesta.
Motivar viene del latín moveré –mover- a alguien a algún lugar previamente visionado por el líder.
Liderazgo como motivación
La importancia de la motivación la determina la persona que recibe el mensaje, el cual tiene que estar provisto de emociones positivas y de expectativas de futuro.
La motivación va a ser la esencia del liderazgo en las próximas décadas. El líder que domine el arte de motivar estará en condiciones de satisfacer sus objetivos.
Las organizaciones necesitan líderes motivacionales que estimulen al individuo, que le muevan, que desgasten la capacidad de resistencia a lo nuevo.
Una vez dominado este fundamento, a continuación viene la inspiración que ataca directamente a la pasión por hacer, por descubrir, por seguir, en definitiva por no caer cuando los obstáculos así lo han determinado.
No se puede iniciar la toma de decisiones si previamente no se ha constituido una visión. Saber dónde se va y cómo se va resulta indispensable. Sin visión no hay motivación
El líder inspirador cree fuertemente en sí mismo, esa autoconfianza la exporta a sus seguidores, a los miembros de su equipo y es cuando surge el momento mágico: El líder descubre el potencial de los individuos que trabajan junto a él, los hace mejores, les aporta la energía suficiente que transforma voluntades, rompe barreras y los hace crecer en su desempeño.
Para implementar los fundamentos del liderazgo, el líder necesita tres aptitudes: La decisión, la visión y la comunicación.
Decidir y liderar
La toma de decisión es la clave. Decidir es dar seguridad al entorno y es autocrecimiento personal.
Decidir no es acertar siempre, el líder aprende con los errores y crece con los éxitos pero se consolida con las decisiones. Lo contrario a decidir es dudar, o entregar la última propuesta al equipo.
El músculo del liderazgo lo agranda las decisiones y los tendones son la manera en que motiva.
La decisión supone riesgos, pero va con la condición.
Una vez tomada la decisión, la fase siguiente pasa por asumir con responsabilidad lo decidido.
Responsabilidad para pensar en global, pensar competitivo. Es en este momento cuando toma protagonismo una importante cualidad, determinante para ganarse el respeto de los demás, que es la valentía.
Los líderes valientes transforman con responsabilidad de presente y con visión de futuro. Deciden para hacer presente y caminar hacia el futuro.
Valentía y liderazgo
Valentía para tomar una decisión y para mantenerla es lo que constituye los parámetros de la personalidad del líder.
No se puede iniciar la toma de decisiones si previamente no se ha constituido una visión. Saber dónde se va y cómo se va resulta indispensable.
Sin visión no hay motivación, sin decisión no ha influencia y sin comunicación no hay inspiración.
Tres son las herramientas que la comunicación pone al servicio del líder: la empatía, la asertividad, y la retroalimentación positiva.
Empatía no es sólo ponerse en el lugar del otro, es la capacidad para escuchar, para visionar estados de ánimo y manejarlos con inteligencia.
Acostumbrados estamos a los líderes que destacan porque hablan muy bien, pero ahora se trata de emplearse a fondo en la otra parte de la comunicación que es la escucha.
El líder y la empatía
Empatía es prestar atención al entorno, colectivo e individuo, captar el mensaje e incorporarlo al discurso.
La empatía genera confianza y aportar niveles elevados de lealtad porque escuchar es prestar importancia a quien habla y eso es definitivo.
Un libro que viaja a la historia para rescatar acciones que sirvieron para definir a la realidad como un reto. Todos, hasta los más crueles, vieron la realidad como una oportunidad para ganar el futuro
Completada la empatía por la vía de la escucha, ahora toca expresar el mensaje con asertividad, es decir, transmitiendo confianza y seguridad en aquello que se dice.
El líder asertivo se alimenta de la tolerancia, sustento necesario para no derribar con la agresividad lo contrario, si no para admitirlo y crecer, también, con las opiniones contrarias.
La comunicación asertiva es básica para la negociación y para convencer en la visión.
Asertividad para que el líder tenga la habilidad para unir alrededor de su idea. Los líderes que separan acaban separados de la gente.
La retroalimentación es necesaria para convertir a nuestro equipo, a la organización es lo que queremos que sea.
Es la respuesta positiva que elimina confusión en las acciones y construye personalidades. Sucede lo que esperas cuando lo preparas para que suceda.
El libro 100 líderes, Viajes de Liderazgo a través del tiempo, recoge a 100 personajes que tuvieron la oportunidad de transformar y poner las bases para el cambio.
100 líderes para la historia
Algunos lo hicieron con más responsabilidad, otros con más insensatez. Su historia es el ejemplo motivador para los líderes actuales y de futuro. Los líderes malvados que aparecen en el libro también son ejemplo de lo que no se debe hacer o de lo que no se debe volver a hacer.
Es un libro que viaja a la historia para rescatar acciones que sirvieron para definir a la realidad como un reto. Los líderes presentes en sus páginas tuvieron seguidores y todos combinaron su interés personal –que lo hubo y es necesario- con el interés colectivo, con su colectivo.
Todos, hasta los más crueles, vieron la realidad como una oportunidad para ganar el futuro.
Claro que difirieron en los métodos; claro que nos quedamos con los que tuvieron presente a la humanidad y al humanismo en su acción.
Claro que nos quedamos con los que utilizaron el talento para hacer el bien y este debe ser el legado, el aprendizaje que nos muestra el liderazgo de siempre y para siempre.
El talento para mejorar y para hacer mejor.
Sin duda en el libro no son todos los que están pero si están todos los que son. Dentro de unos años habrá que viajar a la historia más cercana para hacer un repaso a líderes que siguen cambiando para mejor la historia. Cambiar no con frivolidad, sino para facilitar y hacer feliz.
Es duro decir que la historia se olvida pero por ello los escritores sobre liderazgo tenemos la responsabilidad de recordarla para volver a vivirla desde el buen ejemplo y aprovechar el malo para destituirlo de perversas intenciones.
Somos prisioneros del presente, en continua transición del pasado al futuro lo que implica que la curiosidad invade la fuente del conocimiento.
Esta es la labor de un buen libro de liderazgo, despertar la curiosidad para dar respuesta a las preguntas del conocimiento.