¿Invertir en bonos o en renta variable? Esa es la eterna cuestión que se debate entre los foros de inversores y gestores. El activo y el pasivo forma parte de los temas que afloran entre las recomendaciones de inversión. En cualquier caso, lo principal en estos tiempos de turbulencias es tener una cartera bien planificada que evite cualquier susto ante esta etapa de alta volatilidad.
Quizás los argumentos más sólidos ahora se decanten más bien por los bonos o el oro. ¿Por qué? Básicamente por la acción de los bancos centrales. En el caso del Banco Central Europeo, su estrategia de compras masivas ha sido una tendencia desde hace tiempo y se prevé que seguirá por ese camino en los próximos meses. Se palpa, por tanto, una efectividad en ese deseo de rentabilidad sostenible que busca todo inversión a largo plazo.
No obstante, a la hora de invertir en bonos también hay que asumir ciertos riesgos aunque la situación parezca pintiparada para ello. Y es que la historia (también la más reciente) nos enseña que existen muchos casos de impagos por parte de los emisores de los bonos (empresas o estados). En este sentido, los más seguros son los bonos emitidos por los estados, si bien son los menos rentables. Con todo, un país puede desatender su obligaciones como ya sucedió con Grecia en la última crisis financiera. El país heleno no devolvió su deuda y todos sus inversores asumieron importantes pérdidas. Es por eso que los bonos con mayor probabilidad de impago sean los que ofrecen las rentabilidades más suculentas.
Lo que hay que tener claro es que si el bono se mantiene hasta su vencimiento, se recibirán las cantidades acordases en capital e intereses, pero si su venta es anterior al vencimiento, la rentabilidad puede ser variable: se puede obtener una rentabilidad superior, inferior o incluso negativa. De este modo, las tres características básicas que hay que examinar en el momento de compra de un bono son:
- La fecha del vencimiento
- El valor nominal
- El tipo de interés
Los tipos de interés: a tener en cuenta para invertir en bonos
Otra de las variables a tener en cuenta son los tipos de interés fijados por los bancos centrales. Como decíamos anteriormente, en este escenario de tipos nulos o negativos, la situación para los inversores de renta está más abierta oportunidades. Es poco probable que pase en la actualidad, pero si tenemos plazos de inversión largos y los tipos suben, nuestros fondos pueden arrojar rentabilidad negativos. Todo dependerá de cómo y a qué velocidad de produzcan esas subidas de tipos.
Otro de los riesgos asociados a la hora de invertir en bonos es el cambiario. Este puede darse si un bono de un estado rinde en una divisa diferente a la de referencia. En ese caso, si se compra un bono en estas circunstancias, se ha de tener en cuenta cualquier variación en el tipo de cambio en las divisas.
El auge de los bonos verdes
Dentro de este tipo de inversiones, cabe destacar el impulso y crecimiento que han experimentado los llamados bonos verdes. Su primera emisión se produjo en 2007 por el Banco Europeo de Inversiones. Desde entonces, se puede decir que su evolución ha sido imparable y el balance de 2018 habla de una máximo histórico de estas emisiones (247.000 millones de dólares americanos).
Entre las finalidades de estos bonos verdes, los inversores buscan, además de la rentabilidad, una protección del planeta en función de los proyectos que se financien. Así, a diferencia de los bonos tradicionales de empresas o estados, estos bonos verdes, a se comprometen específicamente a la financiación o refinanciación de proyectos verdes, es decir, sostenibles y socialmente responsables en áreas tan diversas como las energías renovables, la eficiencia energética, el transporte limpio o la gestión responsable de los residuos.
La lista es concreta, aunque puede ser lo suficientemente amplia como para explicar lo que se entiende por sostenibilidad. Por su condición de empresas energéticas, Iberdrola y Endesa fueron las primeras en emitir bonos verdes y ha sido la primera de ellas en emitir nuevamente nuevos bonos de estas características en plena crisis de coronavirus. El éxito de esta emisión, cuya demanda ha multiplicado casi por ocho la oferta inicial, demuestra que los inversores tienen apetito hacia estos productos. Los 227 inversores proceden principalmente de mercados europeos y del Reino Unido. Hasta este momento, el grupo presidido por Ignacio Galán ha emitido cerca de 11.000 millones en bonos verdes desde que cerró con éxito su primera colocación de este tipo en 2014.
No obstante, no solo las energéticas se han lanzado a emitir bonos de esta índole. La banca también se está moviendo por estos derroteros como demuestra la reciente emisión de 1.000 millones de euros en bonos SDG para financiar a las Pymes. Se trata de los bonos verdes, sociales y sostenibles de los que es pionera Caixabank en el Ibex, pues en 2019 se convirtió en el primer banco del Ibex en lanzar este producto.
Pero esto no es cosa de empresas, también los estados pueden lanzarse a emitir bonos verdes. De hecho, ahí está el anuncio de Alemania, que necesita financiarse en esta crisis del coronavirus, de sus primeros bonos soberanos verdes para el mes de septiembre. Veremos cómo reacciona el mercado, pero las previsiones apuntan a un volumen de entre 8.000 y 12.000 millones de euros.
Hay que pensar que el Covid está tapando otra gran crisis que se cierne sobre el planeta, que no es otra que la del cambio climático. Quizás por ello, los inversores se vayan inclinando cada vez más hacia esta herramienta novedosa que puede ser clave para el devenir del mundo.