El turismo será uno de los sectores más afectados por la pandemia del Covid-19, ya que este sector no puede aislarse del contexto local, nacional o mundial en el que opera.
Muchos empleos del sector del turismo se están viendo amenazados en todo el mundo y en especial en la región mediterránea, porque ya se trate de epidemias, pandemias, guerras, crisis económicas o desastres naturales, lo que ocurre en el entorno afecta también al turismo.
Por su carácter transversal, el sector del turismo impacta en otras 70 actividades económicas y representa el 10% del PIB y el 10% del empleo en el mundo. De los 7.200 millones de habitantes del planeta, 1.500 millones cruzaron en 2019 alguna frontera por viajes de placer. Los ingresos generados por el turismo aumentaron hasta los 1,7 billones de dólares, alcanzando casi los 5.000 millones de dólares diarios. Una cifra récord. En la última década, el crecimiento del turismo ha sido vertiginoso con un 69% más de turistas internacionales y las consecuencias de todo ello dependerán de cuál sea el tipo de gestión. Si ésta es responsable, el turismo estimulará el crecimiento inclusivo, creará empleos y pymes, atraerá inversiones e impulsará la economía.
En el punto de mira: el Mediterráneo es puro turismo
El Mediterráneo es la zona principal de turismo del mundo con cerca de 400 millones de turistas: el 32 % de todas las llegadas de turistas internacionales y el 30% de los ingresos por turismo a nivel mundial. Representa el 13% de las exportaciones, el 23% del sector servicios y emplea a más de 20 millones de personas. En el Mediterráneo, el turismo es una locomotora para el crecimiento y puede serlo además para la recuperación económica ya que puede liderar la creación de empleo y cubrir la necesidad de financiación externa por una mayor afluencia exterior. Esta capacidad de arrastre de otros sectores y sus beneficios colaterales resultan multiplicadores.
En momentos pasados, el sector turístico demostró su capacidad para superar crisis y adaptarse a los cambios, impulsar el crecimiento y crear puestos de trabajo, a pesar de los desafíos económicos, geopolíticos, del terrorismo o de los desastres naturales. El optimismo es clave, pero es necesario un cambio. La crisis obliga a repensar el modelo económico. Es preciso examinar las formas de hacer y encontrar nuevos caminos para la comercialización, reinventarse y crecer.
Renovación de estrategias
Hay que trabajar con los territorios, revisar el turismo social y cuidar el patrimonio; en definitiva, apostar por un turismo sostenible. La misma perspectiva de cambio climático supone una seria amenaza para el desarrollo y la sostenibilidad. Existen muchos desafíos determinantes para el futuro, particularmente en términos de gestión del turismo, el clima y el medio ambiente, la estrategia y la sostenibilidad. Es urgente potenciar la oferta presente en todos los países del Mediterráneo, tanto por su diversidad cultural como por su importancia histórica, haciendo especial énfasis en la gran biodiversidad existente.
Salir de esta gran crisis y poner en valor el turismo en el Mediterráneo es la respuesta más obvia. Pero, ¿cuál es la estrategia? ¿Qué herramientas pondrán en marcha los actores económicos y las comunidades? El intercambio de prácticas y la coordinación entre los países de las dos orillas debería ser la prioridad.
Los gobiernos, el sector privado y la comunidad internacional deben trabajar juntos para superar el COVID-19 y esta crisis social y económica sin precedentes. Sin embargo, la capacidad de estímulo variará considerablemente de un país a otro. Varios factores entrarán en juego, tales como infraestructuras, recursos humanos, capacidad económica e incluso factores políticos. Es urgente mitigar el impacto de la crisis, garantizar la recuperación del turismo y permitir que el sector desempeñe un papel de liderazgo en la recuperación general.
Para acelerar la recuperación, es necesario impulsar medidas de estímulo y proporcionar incentivos financieros para la inversión y explotación turística y preparación para el futuro. Proporcionar incentivos para la retención laboral, apoyar las pymes y las stratups del sector y proteger a los grupos más vulnerables. Revisar impuestos, y cargos y regulaciones que afectan el transporte y el turismo. Garantizar la protección del consumidor y la confianza. Impulsar los eventos y congresos. Promover nuevos trabajos y la adquisición de habilidades, especialmente digitales. Incluir el turismo en los mecanismos de emergencia económica a nivel nacional, regional y mundial para restablecer la confianza y estimular la demanda. Crear mecanismos y estrategias de gestión de crisis. En conclusión, priorizar el turismo en los programas de recuperación nacionales, regionales o internacionales y en la ayuda al desarrollo.
A pesar de que la situación resulta alarmante, la imagen no es tan sombría. Hay una gran capacidad, un enorme potencial para recuperar el lugar esencial en las economías nacionales dentro del marco de prioridades de desarrollo sostenible. La pandemia es una oportunidad sin precedentes para reconfigurar el sector y garantizar, no solamente su crecimiento, sino su sostenibilidad, con la inclusión y la responsabilidad como prioridades. Es el momento de diversificar mercados, productos y servicios. Invertir en sistemas de análisis de mercado, inteligencia económica y transformación digital, y en capital humano y talentos.
Hasta ahora, los intereses turísticos nacionales y la competitividad entre los países mediterráneos han primado. Ha llegado el momento de apostar por la cooperación regional y la voluntad de aunar esfuerzos para salir reforzados de esta pandemia.
Hay que seguir. Es posible enfrentarse a retos, incertidumbres, pandemias y el desafío del cambio climático mejor organizados y con mejores perspectivas para la perdurabilidad a largo plazo. Una vez más, el turismo también saldrá de esta crisis.
Por Anwar Zibaoui, Coordinador General en ASCAME