Cómo prevenir o recuperarse de un ictus

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El ictus sigue siendo una patología prevalente en España con hasta 120.000 casos anuales. Además los especialistas prevén que la cifra seguirá aumentando por la mayor esperanza de vida de la población. Dado que es un problema de calado, conviene estar a la última en cuanto a su tratamiento y prevención. Una de las fuentes de conocimiento para la población está en la Escuela de ictus para pacientes y cuidadores impulsada por los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba), gestionados por el Grupo Quirónsalud.

La última sesión de esta escuela ha contado con especialistas que han dado la receta para la mejor prevención del ictus. En ella, la Dra. Araceli García Torres, médico adjunto del Servicio de Neurología en la Fundación Jiménez Díaz, afirma que “se debe saber que la mayoría de los ictus pueden prevenirse controlando unos pocos factores -añade-, principalmente la tensión arterial, los niveles de azúcar y colesterol y el peso, realizando actividad física y evitando el consumo de tabaco y alcohol”.

La Escuela de ictus persigue informar y solventar dudas de pacientes y cuidadores

Cuidados post ictus

Eso en cuanto a la prevención, pero ¿cómo actúan los especialistas tras un episodio de ictus? La respuesta resumida es aplicando una visión holística. Esto incluye diferentes comportamientos. La enfermera Carmen Pajuelo, señala que la prioridad en el tratamiento post ictus es evitar complicaciones añadidas, esto es, “tratar correctamente la disfagia para evitar broncoaspiraciones e infecciones tipo neumonía, promover la movilización temprana para evitar rigideces, favorecer los cuidados del lado parético, etc.”

Todo ello se explica desde una actuación personalizada y pensada en las necesidades de cada paciente. En este sentido, la Dra. Raquel Cutillas, jefa asociada del Servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz, explica que se estudia la evolución de cada caso con terapias diana y aunque también se ha de tener en cuenta “temas más personales como la motivación, el apoyo familiar o la circunstancia social del paciente que, sin duda, influyen su evolución”.

Los cuidados domiciliarios

Con toda esa rehabilitación bajo control, se produce el alta hospitalaria pero el ictus no termina aquí. Ya en casa los pacientes atendidos por estos hospitales reciben ejercicios y material didáctico para trabajar en su entorno. De modo que el tratamiento continúa hasta que el paciente pueda desarrollar sus actividades personales, familiares y sociales de forma satisfactoria.

La labor de los especialistas sigue estando ahí, puesto que los familiares pueden acceder en cualquier momento a las secesiones de los terapeutas. Desde el teléfono o el Portal del Paciente se pueden resolver al momento cualquier incertidumbre con los expertos, tal y como relata la terapeuta Blanca Jiménez.

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Cuidados básicos

En cuidados más concretos, los expertos afirman que controlar la postura y prevenir el inmovilismo es clave para la recuperación del paciente. Esto significa que el implicado debe colaborar en lo posible en actos como el vestido, la alimentación y el aseo. Retirar alfombras y adaptar baños es muy buena idea para evitar complicaciones como caídas. “Incidimos en lo positivo de relacionarse con el paciente desde el lado afecto, derecho o izquierdo, para estimular este campo visual en los momentos de comunicación diaria con él, comentan Jiménez y Elena Fernández, terapeuta ocupacional y fisioterapeuta del hospital.

Por otro lado, la logopedia también resulta un elemento de gran ayuda. Aitor Belandia, logopeda del Servicio de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz, señala que, en su ámbito, tras el ictus es fundamental valorar cuál es la afectación a nivel del lenguaje expresivo y comprensivo, ya que estas áreas pueden estar afectadas de forma individual o simultánea, y así poder establecer los objetivos a trabajar durante las terapias: “Esto nos permitirá dar pautas individualizadas al paciente y a sus familiares para complementar el tratamiento en el domicilio”, asevera.

“Para que la comunicación sea más positiva, durante las conversaciones se debe dar tiempo de respuesta de aproximadamente 30 segundos para que el paciente tenga el tiempo suficiente de comprender la información que recibe y de elaborar el mensaje que quiere transmitir: esto evitará, además, que se frustre. Por último, se debe preparar el ambiente, procurando que sea tranquilo, silencioso y con pocas distracciones para favorecer la atención”.

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