Con motivo del décimo aniversario del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, hoy damos a conocer todo los que se sabe de este trastorno que afecta el sueño de millones de personas en todo el mundo. El psicólogo Francisco Segarra, experto en Medicina del Sueño por la Sociedad Europea de Investigaciones del Sueño (ESRS) y responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia Quirónsalud, nos da todos los detallas de la también llamada Enfermedad de Willis-Ekbom.
En primer lugar, ¿qué le pasa a alguien que padece del Síndrome de Piernas Inquietas? Durante el sueño, empiezan a tener sensaciones molestas en las extremidades inferiores como cosquilleos, comezón o sacudidas que terminan generando un fuerte deseo de mover las piernas para encontrar alivio.
Según el psicólogo se desconoce qué hay detrás de este Síndrome, pero ocasionalmente se ha relacionado con otras patologías médicas, como insuficiencia renal en fase terminal, insuficiencia de hierro, neuropatía, esclerosis múltiple o Parkinson. Más concreto es Segarra al afirmar que el SPI impacta aproximadamente al 5 al 10% de los adultos y al 2 al 4% de los niños, presentándose más frecuentemente en mujeres que en hombres.
El Síndrome de Piernas Inquietas dificulta el descanso
Según describe Francisco Segarra, el deseo de mover las extremidades dificulta conciliar el descanso. Las investigaciones dicen que el 88% de los individuos con SPI reportan al menos un síntoma relacionado al descanso. “Los síntomas del SPI suelen aparecer poco después de acostarse por la noche y algunas personas con SPI se ven obligadas a levantarse de la cama y andar, estirar o masajearse las piernas”, informe el psicólogo.
A consecuencia de ello, las personas frecuentemente experimentan cansancio y somnolencia durante el día. Unido a ello, el experto vincula el Síndrome de Piernas Inquietas con casos de depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y obesidad.
Cómo diagnosticar y tratar el SPI
La gran mayoría de las personas con SPI acuden a consulta por sus dificultades para conciliar el sueño. Para dar con el diagnóstico, el especialista de Olympia indica que hay que distinguir el SPI con el trastorno del movimiento periódico de las extremidades (PLMD). “El PLMD se diferencia del Síndrome de Piernas Inquietas en que los movimientos no van acompañados de sensaciones incómodas. Sin embargo, los movimientos asociados con PLMD pueden hacer que una persona se despierte y, por lo tanto, pueden agravar los problemas de sueño en pacientes que también tienen SPI. Aunque la mayoría de las personas con SPI tienen PLMD, muchas con PLMD no tienen SPI”, aclara el experto.
Un componente genético puede estar presente en el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), según el responsable de la Unidad de Gestión del Descanso de Olympia. Existe una prevalencia del 40% al 90% de personas con SPI que tienen al menos un familiar de primer grado (padre, hermano o hijo) con la enfermedad. Aunque se han identificado algunos cambios genéticos que aumentan el riesgo de SPI, es probable que todavía haya más por descubrir.
Para controlar el SPI, existen opciones terapéuticas basadas en medicamentos, así como de estrategias y enfoques conductuales. Entre ellas, destacan las siguientes:
- Cuidado del descanso: practicar una apropiada atención al descanso implica mantener un entorno adecuado en la habitación y una rutina diaria que promueva un sueño de excelente calidad. Es especialmente relevante evitar el consumo de alcohol y cafeína, ya que estas sustancias pueden agravar los signos.
- Actividad física: por la razón de que la falta de movimiento suele desencadenar los signos del SPI, el ejercicio puede resultar provechoso.
- Compresión terapéutica: los aparatos de compresión incrementan la circulación sanguínea en las piernas al inflarlas con aire para comprimir.
- Sesiones de masaje y sumergirse en aguas cálidas: Se sugiere emplear sesiones de masaje y sumergirse en aguas cálidas para estimular las piernas.