Cuando una persona mayor sufre una fractura de cadera, la pregunta que inevitablemente surge tras la cirugía no es solo si sanará el hueso, sino si volverá a caminar. Por un despiste, osteoporosis o otro motivo cualquier, la vida del mayor cambia de un instante a otro porque tras esa fractura, el proceso de recuperación suele ser largo y tedioso, empezando por la cirugía.
Lo cierto es que muchos de esto casos terminan por convertirse en situaciones de dependencia, con todo lo que eso supone para personas y sistema sanitario. El Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid ha analizado desde un punto científico todos los elementos que intervienen en una recuperación de una fractura de cadera para las personas. A tal respecto, su Servicio de Geriatría en colaboración con equipos de otros centros ha publicado un artículo en la revista Age and Aging, titulado “Predictive factors of gait recovery after hip fracture: a scoping review”.
¿Quién vuelve a andar y quién no? La recuperación de una fractura de cadera en personas mayores es cuestión de factores… y de enfoque
El estudio parte de una revisión exhaustiva de la literatura científica para identificar qué elementos influyen realmente en la recuperación de la movilidad. Sus autores los han clasificado en dos grandes bloques: los factores no modificables, intrínsecos al paciente, y los modificables, sobre los que los equipos sanitarios pueden intervenir.
En el primer grupo se encuentran variables como la edad avanzada, la dependencia previa, la presencia de múltiples enfermedades crónicas, el deterioro cognitivo —especialmente en pacientes con demencia—, la polifarmacia o el estado nutricional deficiente. Estos factores, explica la doctora Cristina González de Villaumbrosia, jefa del Servicio de Geriatría del hospital y una de las autoras del trabajo, “obligan a adaptar el modelo asistencial a las características reales del paciente, y no al revés”.
Doctora Cristina González de Villaumbrosia.
Pero también hay esperanza. Porque hay otros factores sí modificables que marcan una diferencia sustancial: programas de rehabilitación intensiva, ejercicio físico precoz y adaptado —con especial énfasis en el ejercicio de fuerza—, intervenciones quirúrgicas estables y, sobre todo, la atención en unidades ortogeriátricas especializadas, donde profesionales de Geriatría, Traumatología, Enfermería y Fisioterapia trabajan coordinadamente desde el primer día.
“Cuanto antes se trabaje la movilidad, mayores son las probabilidades de volver a caminar”, enfatiza la doctora González de Villaumbrosia.
El miedo a caer: el gran temor en el proceso de recuperación
Uno de los hallazgos más reveladores del estudio es que el principal freno psicológico a la recuperación es el miedo a volver a caerse. Ese temor, a menudo no verbalizado, puede condicionar profundamente el progreso de la rehabilitación. Por eso, los autores subrayan la necesidad de una atención integral que contemple también el componente emocional y conductual del proceso.
La pérdida de confianza, el aislamiento o la ansiedad son enemigos silenciosos que pueden bloquear la mejor estrategia médica. De ahí la importancia de equipos multidisciplinares que no solo traten el cuerpo, sino que acompañen al paciente en su proceso de recuperación desde todas las dimensiones.
Un modelo asistencial que mejora vidas
El trabajo pone en valor el modelo de las unidades ortogeriátricas, cada vez más extendidas en los hospitales españoles. Su impacto ya está respaldado por la evidencia: menos complicaciones, estancias hospitalarias más cortas, menos reingresos y mejores tasas de recuperación funcional.
“No podemos aplicar un protocolo estándar a todos los pacientes mayores con fractura de cadera”, advierte la doctora González. “Cada persona necesita una valoración específica que permita personalizar el tratamiento y priorizar lo que de verdad importa: su autonomía y su calidad de vida”.
La personalización, la comunicación entre profesionales, la evaluación constante y el enfoque centrado en el paciente son pilares que marcan la diferencia. Y no se trata solo de curar huesos, sino de ayudar a las personas a recuperar su vida. “Volver a caminar es, en muchos casos, volver a vivir”, sentencia la geriatra.