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Hipertensión: ¿causa o consecuencia de una enfermedad grave?

La patología cardiovascular es una de las más frecuentes en la población. Por simple estadística, las consultas al doctor Google sobre este asunto son muy numerosas, si bien esta fuente no siempre aclara al usuario, sino que más bien le genera incertidumbre. La recomendación es visitar a un especialista médico para aclarar cualquier cuestión. Una de ellas hace referencia a la hipertensión arterial, ese enemigo silencioso tan presente en la sociedad. Ahora bien, ¿es causa o consecuencia de una enfermedad?

La respuesta a esta pregunta no es un sí o un no rotundo, sino que tiene su explicación. Para ello, acudimos al doctor José María Mostaza, responsable de la Unidad de Riesgo Vascular del servicio de Angiología y Cirugía Vascular de Olympia Quirónsalud, para sacarnos de este tipo de dudas.

El experto señala que, en la mayoría de los casos, las causas de la hipertensión son desconocidas. Sin embargo, existen factores de riesgo bien identificados, como el sobrepeso, la obesidad, el sedentarismo y el consumo de dietas ricas en sal. Además, la toma crónica de antiinflamatorios, drogas recreativas, y ciertos productos como pomadas con corticoides también pueden contribuir a su aparición.

“Aparte de estos factores, no se comprende del todo por qué algunas personas desarrollan hipertensión y otras no, aunque la carga familiar juega un papel muy importante”, explica el Dr. Mostaza.

No obstante, en un número significativo de casos, la hipertensión puede ser secundaria a otras enfermedades, lo que se conoce como hipertensión secundaria. Esta variante, según el experto, puede tener causas específicas que están detrás de su aparición. “Los antecedentes médicos personales y familiares suelen ser una fuente importante de pistas en estos casos”, añade.

Causas de la hipertensión secundaria

El Dr. Mostaza destaca algunas de las causas más comunes de esta forma de hipertensión. Entre ellas, se encuentran ciertas enfermedades metabólicas, tumores de las glándulas suprarrenales o del tejido neuroendocrino, y trastornos relacionados con el síndrome de apnea/hipopnea del sueño. También puede deberse a enfermedades renales, obstrucciones en la arteria renal que impiden el adecuado flujo de sangre al riñón, o problemas en los vasos sanguíneos.

hipertensión secundaria

Señales de alerta para una posible hipertensión secundaria

El especialista de la Unidad de Riesgo Vascular de Olympia ofrece una serie de situaciones en las que se recomienda realizar pruebas específicas para descartar la presencia de una hipertensión secundaria. Según el Dr. Mostaza, algunos indicadores incluyen la aparición de hipertensión en niños o jóvenes, una presión arterial extremadamente alta (superior a 160/100 mmHg) en personas menores de 40 años, o la aparición súbita de hipertensión grave en personas previamente sanas.

Además, el empeoramiento rápido de la presión arterial en pacientes ya diagnosticados o la necesidad de utilizar tres o más medicamentos para controlar la hipertensión, también son señales que pueden sugerir la presencia de una enfermedad subyacente. Otras situaciones que deben ser motivo de consulta incluyen alteraciones en los análisis clínicos, emergencias hipertensivas, o la hipertensión acompañada de síntomas como debilidad, calambres, palpitaciones, ronquidos, somnolencia diurna o sudoración intensa.

“En todas estas circunstancias, es esencial acudir a un especialista que pueda evaluar la posibilidad de una hipertensión secundaria y descartar cualquier enfermedad grave responsable de este aumento en la presión arterial”, subraya el Dr. Mostaza.

Un enfoque preventivo

La hipertensión, aunque a menudo pasa desapercibida debido a la falta de síntomas claros en sus primeras etapas, es un problema de salud pública que no debe tomarse a la ligera. La detección temprana y un tratamiento adecuado son fundamentales para evitar complicaciones que podrían tener consecuencias graves para la salud de los pacientes.

Este llamado a la acción es una advertencia clara sobre la importancia de monitorear la presión arterial y consultar a un especialista cuando sea necesario, ya que no todas las hipertensiones tienen el mismo origen ni la misma solución.

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