Quien y más y quien menos sabe que la resistencia a la insulina (RI) se asocia frecuentemente con la diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Siendo esto cierto, especialistas como la doctora Alessandra Luque, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, recuerdan que sus efectos pueden ir más allá de este enfermedad tan prevalente en el mundo.
Si no se detecta a tiempo, esta amenaza silenciosa puede tener consecuencias graves. En su explicación, la resistencia a la insulina se produce cuando las células no responden adecuadamente a la insulina, lo cual provoca que el páncreas tenga que producir más cantidad para mantener equilibrados los niveles de glucosa en sangre. Con el tiempo, este esfuerzo adicional provoca la aparición de DM2, pero los problemas pueden no terminar ahí.
Según explica Luque, esta disfunción metabólica está asociada a una serie de condiciones de salud graves, como la hipertensión, enfermedades cardiovasculares, síndrome de ovario poliquístico (SOP) y enfermedad del hígado graso no alcohólico, que es la causa más frecuente de cirrosis a largo plazo hoy en día. “Incluso la RI asociada a la obesidad puede favorecer el desarrollo de tumores malignos, como el cáncer de endometrio, entre otros, y perjudicar la respuesta al tratamiento”, añade la experta.
La resistencia a la insulina impacta hasta en la piel
En la piel, la RI puede manifestarse a través de la acantosis nigricans, que se ve como una mancha aterciopelada marrón, sobre todo en el cuello, axilas, codos e ingles. “Además, se pueden ver otras lesiones como los acrocordones, que son pequeñas protuberancias, blandas y más oscuras que la piel, localizadas en varios lugares, especialmente en el cuello”.
Como en toda patología, la detección temprana es clave para el manejo de este problema, aunque esto suele ser un hándicap porque la resistencia a la insulina es asintomática en sus fases iniciales. Por esto se habla de una amenaza silenciosa que podrían estar padeciendo millones de personas en el mundo. Ante esta situación, la endocrinóloga de Olympia mantiene que el diagnóstico se puede realizar mediante análisis de sangre que evalúan los niveles de glucosa e insulina, especialmente en pacientes que presentan obesidad abdominal, alteración de los niveles de glucosa, hipertensión arterial y alteración de lípidos, lo que conocemos como síndrome metabólico.
«Cambios en el estilo de vida, como una dieta equilibrada (baja en azúcares refinados), ejercicio regular y pérdida de peso, son las primeras líneas de defensa. En algunos casos, pueden ser necesarios medicamentos como la metformina para mejorar la sensibilidad a la insulina, o fármacos más novedosos, como la liraglutida, la semaglutida y la tirzepatida, que pueden favorecer la pérdida de peso y, según ficha técnica, mejorar la RI”, apunta la especialista de Olympia.
Factores que favorecen la resistencia a la insulina
Dicho lo anterior, la doctora Alessandra Luque explica los diversos factores que pueden contribuir a la RI, empezando por la obesidad, que es el más importante:
- Obesidad: En el 80% de las personas con obesidad, el exceso de grasa corporal se deposita en lugares anormales, sobre todo dentro del abdomen (obesidad central) y en otros lugares como el hígado, el músculo y el endotelio vascular (paredes de los vasos sanguíneos), causando un estado de inflamación crónica y resistencia a la insulina.
- Inactividad física: La falta de ejercicio regular disminuye la sensibilidad a la insulina.
- Genética: Algunos individuos tienen una predisposición genética a la RI.
- Dieta: Una dieta alta en azúcares refinados y carbohidratos procesados puede aumentar el riesgo de RI.
- Edad: El riesgo de RI aumenta con la edad.
- Estrés o infecciones: Aumentan hormonas como el cortisol, el glucagón, las catecolaminas y la hormona de crecimiento, que favorecen el aumento de la glucosa en la sangre y la RI.
- Gestación: “La sensibilidad a la insulina disminuye progresivamente a medida que el embarazo progresa, debido a la producción de una hormona de la placenta (lactógeno placentario). Esta hormona, en condiciones normales, trata de facilitar el aporte de glucosa al feto y para eso produce cierta resistencia a la insulina en la madre. El problema surge cuando se combinan otras condiciones como la obesidad, antecedentes familiares de diabetes mellitus tipo 2 o resistencia a la insulina previa, lo que puede desencadenar diabetes gestacional”, señala la doctora.