Cada 11 de abril se celebra el Día Mundial del Parkinson, una fecha marcada en el calendario de millones de personas que conviven con esta enfermedad neurodegenerativa progresiva. Con motivo de esta jornada, son muchos los especialistas sanitarios los que trasladan la importancia de vigilar los síntomas no visibles del Parkinson. Uno de ellos, el doctor David Pérez Martínez, jefe de servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz, explica para Directivos y Empresas que este día debe ser una oportunidad para reivindicar una atención centrada en la persona que vaya más allá de lo que se ve, es decir, los temblores.
Tras este síntoma y la rigidez asociada a esta patología, se esconde una realidad mucho más compleja, silenciosa y a menudo ignorada. De ahí que el especialista subraye que se debe comprender el impacto global del Parkinson en la calidad de vida de los pacientes.
Sobre el Parkinson…
Con más de 6 millones de personas afectadas en el mundo, el Parkinson es una enfermedad que aumenta con la edad y cuyo diagnóstico no se limita a los síntomas visibles porque, entre otras cosas, la enfermedad no es igual en todos los casos. Aunque los signos motores clásicos —temblor en reposo, rigidez muscular, lentitud de movimientos (bradicinesia) e inestabilidad postural en fases avanzadas— siguen siendo la cara más reconocible del trastorno, muchos pacientes ya presentan síntomas no motores en etapas tempranas.
Trastornos del sueño, depresión, ansiedad, fatiga, dolor crónico, estreñimiento, hipotensión ortostática, disfunción urinaria… Son síntomas frecuentes, pero no siempre preguntados. Y si no se buscan, no se encuentran.
Evaluar los síntomas no visibles del Parkinson
Uno de los grandes retos en el abordaje del Parkinson es la falta de una evaluación integral del paciente. “Muchos de estos síntomas no se detectan si no se preguntan activamente”, advierte el Dr. Pérez. “Y eso lleva a un tratamiento incompleto”.
Por eso, desde la práctica clínica se insiste en una visión holística que contemple no solo los aspectos motores, sino también:
- El estado cognitivo
- La salud emocional
- La autonomía funcional
- Y la carga del cuidador, un pilar invisible y fundamental
“Ajustar la medicación dopaminérgica solo tiene sentido si entendemos el contexto global del paciente. A veces, tratar el insomnio, la depresión o los síntomas autonómicos puede mejorar tanto o más la calidad de vida que aumentar la dosis de levodopa”, sostiene el neurólogo.
Un abordaje multidisciplinar y centrado en la persona
El modelo ideal de atención pasa por un enfoque multidisciplinar, donde los neurólogos trabajen mano a mano con otros profesionales como neuropsicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas y especialistas en dolor.
“No podemos tratar el Parkinson solo con pastillas. Necesitamos equipos que miren al paciente de forma integral y le ayuden a recuperar calidad de vida en lo físico, lo emocional y lo social”, destaca el doctor.